Natalia Jiménez regresa tras el cisma de La Quinta Estación: “Por querer protegerte acabas confiando en quien no debes”
La cantante, exintegrante del grupo que le dio el éxito, vuelve a su España natal con su gira ‘Antología 20 Años Tour’ mientras está en un proceso judicial contra dos exmiembros de la banda por utilizar su nombre y canciones
Rodeada de lujo y con un ejército de estilistas y mánagers que la acompañan, Natalia Jiménez (Madrid, 41 años) llega a la cita en Madrid con su característica sonrisa. Se siente como en casa, a pesar de llevar ya 20 años viviendo a caballo entre México y Miami. Justo el tiempo que hace que saltó a la fama como vocalista de La Quinta Estación, banda musical que triunfó tanto en España como, muy especialmente, en Latinoamérica con éxitos como El sol no regresa y Tu peor error. La cantante está de aniversario y de regreso a un país que casi no la vio crecer, artísticamente hablando, pero que ahora podrá verla, de nuevo, encima de los escenarios a partir de noviembre, con cinco citas en la gira Antología 20 Años Tour (Madrid, Valencia, Sevilla, Tenerife y Barcelona). Lo hace a lo grande, recordando y reversionando los mejores temas de su carrera, tanto los de la formación musical, que se disolvió en 2010 y que le está trayendo verdaderos quebraderos de cabeza en los últimos meses, como los —no tan conocidos en España— que interpreta en solitario.
Su pasión por la música empezó de pequeña, cuando sus padres le regalaron un “pianito chiquito rojo”, explica en conversación con EL PAÍS en un lujoso hotel del centro madrileño. Después aprendió a tocar la guitarra, con la que empezó a cantar en el metro de Madrid —concretamente en la estación de Bilbao—. “Mis padres estaban hartos. En verano cantaba con la ventana abierta. A veces escuchaba aplausos de mis vecinos. Un día mi padre me pidió a gritos que me callase, pero un vecino le contestó: ‘Nada de que se calle, si canta como los ángeles”, recuerda con entusiasmo Jiménez. Las tardes en el metro eran una liberación para ella: “Saber que me oían era suficiente. Sabía que lo hacían, aunque no se pararan, no me saludaran o no me tiraran un duro”.
Después de esas primeras experiencias llegaría, por fin, la oportunidad de su vida: La Quinta Estación. Aunque en España son muchos quienes recuerdan al grupo, en sus inicios, hace ahora dos décadas, ninguna discográfica les abrió las puertas. Por eso viajaron a México, donde firmarían su primer contrato discográfico. “Los primeros años fueron chistosos. Los pasamos haciendo conciertos, de gira, en Veracruz. Solo conciertos en Veracruz. Pronto empezó a mejorar todo. Tuve que llevar a México a mis padres porque no lo creían. Antes no había redes sociales como hay ahorita”, rememora con una mezcla de expresiones entre madrileñas y mexicanas.
De cara al público, todo iba bien. Un grupo de éxito, con tres miembros carismáticos y canciones con un legado que aún perdura. Llegaron a ganar dos Grammy Latino, dos Ondas, un Billboard. Pero internamente, Jiménez vivía una batalla entre hacer lo que quería y lo que le obligaban. “Hubo un momento que dije que lo dejaba. Me cansaba mucho y me causaba mucha tensión profesional el no poder hacer lo que yo quería. Quería hacer música regional y no pude porque me ponían muchas trabas”, recuerda la madrileña. Finalmente, en 2010, se separaron: “Lo hicimos por una cuestión de terceros, tuvimos problemas con el mánager”. Jiménez cuenta que el ritmo que llevaban era “insostenible”, tanto en lo personal como en lo vocal. “Hacer 130 conciertos al año es una salvajada para cualquiera. Estar de gira es bien duro, sobre todo cuando no tienes las condiciones de trabajo que esperas”.
No se arrepiente de su paso por La Quinta Estación, pero sí de la distancia: “Me hubiera gustado estar más cerca de mi familia y tener amigos en los que confiar. A México me fui para estar sola. Desde entonces no he podido hacer una amistad muy arraigada con nadie, porque llega un momento en el que te empieza a ir bien y ya no sabes quiénes son tus amigos de verdad. Por querer protegerte acabas confiando en las personas que no debes”. Muchos la consideran la española más mexicana de la música: “México ha sido mi casa estos últimos 20 años. Me dio un hogar y trabajo. Muchas de mis costumbres ya se volvieron mexicanas y pues como hablo y todo. Luego vengo y se me vuelven a pegar las cosas de aquí de Madrid. Y empiezo a hablar así, ¿sabes?”, ríe mientras imita el deje madrileño.
Tras la disolución, se embarcó en una nueva aventura como solista, aunque no era lo que buscaba: “No sabía qué estaba haciendo. Tuve que empezar de cero en Estados Unidos”. Tras años de esfuerzo, consiguió lo que quería: cantar rancheras, música regional, lo que ella tanto ansiaba: “Es lo mejor que me ha podido pasar. Me da mucho gusto porque siento que ahora tengo el reconocimiento que siempre quise tener. Salgo a los conciertos y soy otra persona. He aprendido a no darme nunca por vencida”.
Creo en mí, canción que lanzó en 2015, la llevó de nuevo a lo más alto. Un tema que habla de la autoestima y con el que se desahogó sobre los sentimientos que durante años rondaron su cabeza. “Cuando la escribí era porque necesitaba oírmelo decir. Ha habido momentos en mi carrera y en mi vida personal en los que no he creído en mí. Es un orgullo porque salió de una herida muy profunda”, explica la cantante madrileña. Una canción convertida en himno que le eriza la piel cada vez que la canta junto a sus seguidores: “Ahora puedo ir a los países a cantarla por fin, porque cuando la escribí no pude hacerlo [con ese disco no hubo gira]. Pero veo a los fans cantar y es como: Wow. Es como recibir la validación que quiero”, recuerda mientras las lágrimas le surcan el rostro. Respira profundo, se seca las gotas que le quedan en el lagrimal y continúa: “La música está para eso, para sanar y hacernos felices”.
En 2016, llegaría Alessandra, su primera y única hija, nacida en EE UU de una relación con un empresario cubano que acabó hace un par de años. Desde entonces, Jiménez ha estado haciendo “malabares” para compaginar el trabajo como madre y cantante. “Siempre trato de estar con ella la semana que no tengo trabajo. Pero a veces no puede ser. Tengo que viajar por mi trabajo, porque es el futuro que le voy a dejar. A veces tengo que cargar con la culpa de terceros que me ponen en los hombros frases como: ‘Así que no vas a pasar el día de la madre con ella’ o ‘¿No vas a ir al show de la escuelita?’. Pues no, porque estoy labrando su futuro”. La artista tiene muy claro que no va a dejar de trabajar ni de seguir sus metas profesionales: “Si no, va a tener una madre infeliz. No soy una madre que escoja quedarse en casa, así que hago lo que puedo”.
Desde hace años, la cantante se encuentra inmersa en una batalla legal con su exmarido porque no deja que Jiménez se lleve a su hija a México. “Una piensa que un padre siempre quiere lo mejor para sus hijos, ¿no? Que me diga que no me deja llevarla es mala leche. Lo intenté por las buenas. Le pedí 15 veces por las buenas y no quiso. Al final tuve que ponerle una moción [petición judicial]. El juez me dio la razón, aprobó el viaje y nos fuimos. No es justo que cada vez que quiera ir a México tenga que pedirle permiso y si me dice que no, tenga que pedir otra moción. Ahí es donde yo veo la mala leche. Ves el daño que le puede hacer a la niña, porque ella es feliz ahí”.
Otra de las polémicas que ha rodeado a la artista en los últimos meses es la creación de Cinco Estaciones, un grupo con un nombre similar a La Quinta Estación, con dos exintegrantes de la formación y que cantan las canciones del grupo. “No tengo problema con que la gente haga versiones. Otra cosa es que te hagas un grupo con un nombre idéntico. Son dos miembros que ya estaban fuera del grupo, de los cuales uno [Sven Martín] ya perdió una demanda porque quería el nombre y el otro [Pablo Domínguez], al irse, entregó los derechos”, explica la artista. Y añade: “La mala leche es ir a la Oficina de Patentes y Marcas de España a pedir el nombre. Lo hemos dejado ya en manos de nuestros abogados. Hay que dejarles que ellos solitos vivan las consecuencias de lo que están haciendo. Se pusieron a grabar canciones de las que no tenían permiso”.
Los derechos legales del grupo y las canciones pertenecen a Natalia Jiménez y Ángel Reyero, otro de los excomponentes originales, en España, y únicamente a ella en México y EE UU. Ambos ya han confirmado que el próximo año estarán de gira con un reencuentro de La Quinta Estación, una cita que se verá oscurecida por la presencia del otro grupo. “Nuestros conciertos van a estar llenos, va a estar divertidísimo. Tenemos muchas sorpresas. Ellos que hagan lo que quieran. Si eres fan, no eres tonto y sabrás a quién ir a ver. Lo peor que les puede pasar es que nos comparen”.
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