Madonna enseñando canalillo o por qué sigue siendo tabú la sexualidad femenina a partir de los 60
La cantante que revolucionó el mundo con su libro ‘S.E.X’ o su álbum ‘Erotica’, ahora se muestra en lencería sexy y enseña su colección de vibradores en Instagram. Sus detractores la tachan de ridícula, pero negar que la artista es pura provocación es negar a la propia Madonna
“Hace 30 años, publiqué un libro titulado S.E.X. Además de incluir fotografías en las que aparecía desnuda, había fotos de hombres besando a hombres, de mujeres besando a mujeres, y mías besando a todo el mundo. También escribí sobre mis fantasías sexuales y compartí mi punto de vista sobre la sexualidad. Pasé los siguientes años siendo entrevistada por gente cerrada de mente que intentó avergonzarme por mi manera de empoderarme como mujer. Me llamaron puta, bruja, hereje y hasta demonio. Ahora, Cardi B puede escribir sobre su vagina. Kim Kardashian puede aparecer en cualquier portada con sus nalgas desnudas. Y Miley Cyrus puede venir como una bola de demolición. De nada, perras”. Cuando Madonna publicó S.E.X, un libro erótico con imágenes explícitas tomadas por el fotógrafo Steven Meisel en 1992, la cantante tenía 33 años. Cuando publicó el mensaje que abre este artículo en su cuenta de Instagram, donde conmemoraba el 30º aniversario de su lanzamiento, tenía 63 años. Lo que tienen en común la Madonna de 33 años y la Madonna de 63 es que ambas han sido insultadas, humilladas y criticadas por mostrar abiertamente su sexualidad. Antes, por su obra. Ahora, por el contenido de sus redes sociales.
La obra de la artista es de sobra conocida: Madonna sigue luciendo la brillante corona que le concedió el título de reina del pop. Desde el siglo XX, el Libro Guinness de los Récords la considera la solista musical más exitosa en el mundo. Es también la artista femenina con mayores ventas de la historia; por encima de ella se encuentran tan solo los Beatles, Michael Jackson y Elvis Presley. Hablar de las cifras de una artista que ha batido todos los récords es incluso redundante. Más allá de eso, es un icono intergeneracional, una estrella de las de antes, conocidas en cualquier rincón del planeta tierra. A lo largo de su carrera, dos palabras han servido para referirse a ella: transgresión y reinvención. La diferencia es que ahora sucede algo que nunca había sucedido con anterioridad: los espectadores —fans o detractores— tienen acceso a unas parcelas de la vida de la artista que antes permanecían ocultas. Gracias a las redes sociales, Madonna es, de nuevo, otra Madonna. Una mujer de 63 años sexy y sexual, con ropa ajustada, que muestra con total naturalidad y coquetería tanto su lencería íntima como su colección de vibradores, que se hace selfis enseñando canalillo y que fuma porros, se restriega con gente joven y se une a tendencias de TikTok. Sus apariciones en redes sociales son ampliamente comentadas (y criticadas), llegando a copar titulares en medios sensacionalistas. Hay pocas superestrellas con las que se pueda comparar esta nueva faceta de Madonna, en parte, porque muchas de esas superestrellas ya no están en el mundo de los vivos. Como ella misma afirmó en una ocasión: “La gente creía que un día despertarían y ya no estaría ahí. Pero se equivocaban: nunca me iré”.
“La sexualidad de Madonna ha generado incomodidad desde los inicios de su carrera: para empezar, ella escoge como nombre artístico Madonna (virgen, en italiano), con lo cual desde el principio empieza a coquetear con el tema de la religión. En su segundo álbum, en 1984, lanzó el single Like A Virgin, donde trataba un tema tan provocador como la virginidad y el deseo sexual femenino”, explica a EL PAÍS Eduardo Viñuela, doctor en Musicología por la Universidad de Oviedo y editor del libro Bitch She’s Madonna (Dos Bigotes, 2018). “Desde ese momento, está conjugando dos elementos que van a ser fundamentales en la provocación de Madonna: religión y sexualidad”.
En los ochenta, surge el fenómeno MTV y ella aprovecha el momento: “Los años ochenta son años MTV, pero lo son en parte gracias a artistas como Madonna”, explica el musicólogo. Los videoclips de la artista estaban cargados de mensajes, más o menos explícitos, más o menos sutiles, donde la provocación es una de las máximas: “Ella juega a la provocación a través de la sexualidad, pero es, además, una sexualidad no definida, ambigua, ni normativa, ni hegemónica. Juega con la androginia, con la homosexualidad o el lesbianismo. Madonna es imposible de encasillar. Y todos estos componentes no encajan bien dentro de una sociedad tan puritana como la estadounidense y de la sociedad patriarcal en general”. “Ya sea a través del libro S.E.X o el álbum Erotica, siempre se ha mostrado como una mujer que disfruta de su sexualidad sin tapujos, invitando a los demás a vivir la suya libremente y defendiendo el derecho a experimentar el sexo y el amor como cada uno quiera”, cuenta a EL PAÍS Natalia Flores, coautora junto a Borja Prieto del libro ilustrado Madonna. Una biografía (Editorial Plan B, 2021). “Madonna ha llevado al mainstream formas de vincularse fuera de las representaciones heteronormativas, y eso ha generado incomodidad”, añade.
Madonna se planta y rompe el estereotipo, se muestra como una mujer sexualizada pasados los 50, que sigue bailando sobre el escenario, componiendo y creando como si tuviera 30 años. Y esto, que a muchos rockeros como Mick Jagger, Iggy Pop o Keith Richards se les permite y aplaude, a Madonna se le penaliza”.
Desde el lanzamiento de su primer disco en 1983 hasta hoy han pasado 39 años. Y seguimos encontrándonos con una Madonna que disfruta del arte de la provocación a través del sexo. Ahora, el deseo femenino se presenta como una anomalía, puesto que el sujeto deseante es una mujer de más de 60 años. “Si hay algo controlado y restringido en nuestra sociedad es la sexualidad en las mujeres. Y esto funciona en ambos sentidos, puesto que la crítica siempre aparece tanto por el hecho de que una mujer haga algo como de que no lo haga; es decir, la crítica surge cuando no se someten a lo que quiere el sexo masculino. En el caso de Madonna se ve perfectamente: el patriarcado quiere y desea ver a las mujeres desnudas, pero no cuando la mujer se desnuda porque ella quiere, como ha hecho a lo largo de su carrera, o cuando ella quiere, que es cuando se ha hecho mayor”, explica a EL PAÍS Eulàlia Lledó Cunill, doctora en Filología Románica, escritora y colaboradora habitual en El HuffPost, donde publicó el artículo Elogio de la vejez. Del espíritu y de la mente, en el que criticaba algunos de los prejuicios y discriminaciones comunes a los que se ven sometidas las personas mayores en nuestra sociedad, discriminación que se conoce como edadismo.
“Si a esto le sumamos que, a ojos de la sociedad, se está mostrando un cuerpo no normativo porque es un cuerpo viejo, la respuesta inmediata es: ‘¿Qué está haciendo? ¿Qué se ha pensado?”, continúa la escritora. “Porque una mujer a partir de los 60 debería desaparecer, debería invisibilizarse, debería vestir con ropa que la cubriera del cuello a los pies”, añade. Lledó apunta el doble rasero con el que se juzga el deseo sexual masculino y femenino: “En esta sociedad se asume que a partir de determinada edad las mujeres pierden el deseo y carecen de necesidades sexuales. En un hombre mayor, tener deseo es un mérito y un motivo de orgullo (de ahí las pastillitas azules, sin ir más lejos), pero en una mujer es una transgresión”.
“Una de las cuestiones fundamentales es que nos encontramos frente a algo nuevo, porque no hay figuras que hayan envejecido en el top del mainstream y dentro de un género musical que está pensado para adolescentes”, apunta Eduardo Viñas. Otros géneros musicales como el jazz, el soul, el rock o la música clásica permiten a sus artistas envejecer hasta el punto de que muchos artistas pop terminan acogiéndose a otros géneros musicales, aquellos que culturalmente se consideran géneros más serios y maduros. En una figura como Madonna, dentro de un estilo musical con voluntad efímera, cambiante y con un foco en la juventud, lo que se esperaría de ella sería un semiretiro: podría centrarse en la producción musical, como una madrina de artistas jóvenes, o podría tener, como en el caso de Cher, un espectáculo en Las Vegas, donde tocase sus grandes éxitos. Pero sigue en activo, y eso también es una anomalía: “Madonna está rompiendo barreras culturales que durante mucho tiempo han pasado como biológicas, como el mito de que la menopausia es la muerte de la sexualidad de la mujer porque ya no tiene la función de procrear. Aquí Madonna se planta y rompe el estereotipo, se muestra como una mujer sexualizada pasados los 50, que sigue bailando sobre el escenario, componiendo y creando como si tuviera 30 años. Y esto, que a muchos rockeros como Mick Jagger, Iggy Pop o Keith Richards se les permite y aplaude, a Madonna se le penaliza”.
“Uno de sus discursos más significativos fue el que dio en los premios Billboard en el año 2016, cuando recibió el reconocimiento a Mujer del año”, apunta Natalia Flores, “allí, habló de la discriminación que sufrió a lo largo de su carrera, del sexismo y de la misoginia con que tuvo que vivir siendo una de las personalidades más reconocidas dentro de la industria del entretenimiento. Y, lo peor, es que ahora sigue viviendo lo mismo: nos parece fantástico ver a Mick Jagger simulando ser un eterno rebelde adolescente, pero se le exige a Madonna que envejezca de forma elegante”. En aquella ocasión, la cantante se refirió a ese doble rasero con el que se la juzgó a ella frente a otros artistas masculinos: “Un momento, ¿acaso no estaba Prince por ahí con medias de rejilla, tacones, lápiz de labios y enseñando el culo? Sí, sí estaba. Fue entonces cuando entendí que las mujeres no tienen tanta libertad como los hombres”, dijo Madonna.
“Lo que está sucediendo con Madonna es un movimiento a la contra que ha estado vigente a lo largo de toda su carrera: intentar encasillarla, domesticarla, aplacarla, deslegitimarla o desprestigiarla”, apunta el musicólogo. Nada nuevo bajo el sol, ni para ella. Al igual que a lo largo de toda su carrera, donde allanó el camino para otras artistas femeninas y logró cambiar el rumbo del mundo del pop a través de discos como Music, Ray of Light o Confessions, también ahora está explorando un nuevo territorio: el de una superestrella del pop global que sigue en activo pasados los 60 años y se niega a retirarse, a esconderse o a desaparecer. Madonna revolucionó al mundo con S.E.X y Erotica, y sigue haciéndolo mostrándose en lencería o enseñando su colección de vibradores en Instagram. Madonna provoca y, para sorpresa de nadie, el mundo responde a su provocación.
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