Nuria Fergó: “Algunas compañeras de profesión me han hecho sentir que yo no era suficiente”
Después de más de una década sin lanzar un disco pero siempre subida al carrusel de las giras veraniegas, la cantante decide apostar por las rancheras (una de ellas a medias con Ana Belén) para intentar repetir su éxito en ‘Operación Triunfo '
Hace diez años, Nuria Fergó (Nerja, 43 años), la triunfita que la primera edición del archifamoso reality show eligió para representar el canon de la mujer a lo Romero de Torres, hizo las maletas y abandonó Mallorca —ciudad donde se casó, tuvo a su única hija y se divorció— para regresar a su pueblo natal, junto a sus padres. Entonces ya hacía cinco años que no publicaba un disco. En 2020 volvió a hacer las maletas, esta vez para regresar a Madrid y apostar de nuevo todo a la música. Y le cogió la pandemia. Tras un receso obligado, ahora por fin presenta un disco autoeditado con el que pretende escapar de los clichés y construirse un nuevo futuro. Así lo cuenta ella.
Pregunta. Cuando uno se embarca en algo como autoeditarse un disco, qué puede más, ¿la ilusión o el miedo?
Respuesta. Yo ya he pasado mucho miedo por muchas cosas, ahora solo es momento de tener ilusión. Claro que me embarco en una cosa difícil porque es un proyecto personal, pero es una apuesta por mi carrera y mi futuro. Quiero seguir adelante y avanzar.
P. ¿En qué ocasiones ha pasado miedo?
R. La cabeza es muy traicionera y hay ideas que te bloquean. En confinamiento, por ejemplo, nos pararon en seco, nos dejaron encerrados con nosotros mismos y la cabeza empieza dar muchas vueltas sin poderte evadir con otras cosas. Cuando empezó la pandemia yo acababa de mudarme a Madrid después de ocho años en Nerja criando a mi hija y la cuenta empezaba a bajar porque todo eran gastos, así que pensaba: “¿Qué hago? ¿Me quedo y aguanto o me voy?”. Al final aguanté, y aquí estoy.
P. Y esos años que estuvo en Nerja, ¿le daba muchas vueltas a lo que se estaba perdiendo?
R. Yo tuve a mi niña, me divorcié y me fui a vivir con mis padres porque era la única forma de hacer lo que quería. Dejé un poco mi profesión de lado pero seguí dando conciertos, aunque a un nivel público desaparecí. Hace dos veranos, en una gala benéfica en Málaga, alguien muy conocido, no desvelaré su nombre, me dijo: “¿Qué haces aquí? El trabajo no va a venir a buscarte y los años pasan. Tu hija va a crecer y entonces, ¿qué va a pasar?”. Tenía toda la razón. Hay voces que te despiertan. Al mes siguiente me mudé a Madrid, porque el que no arriesga no gana.
P. Después de la experiencia de su anterior matrimonio, ¿se volvería a casar?
R. A mí ya no me importa nada firmar un papel. Eso ya lo hice. Lo importante es encontrar a una persona que comparta tu forma de ver la vida. Una boda no es algo que necesite para ser feliz.
P. ¿Se sintió atrapada dentro del rol que le quisieron dar en Operación Triunfo, en su caso de mujer española y folclórica?
R. Cuando miras atrás y piensas en trayectoria, sí ves lo que pasó en el programa. El día que canté Noches de Bohemia dijeron: “Ya tenemos a la jovencita que va a hacer flamenco”. Y así saqué tres discos de flamenco, me tocó eso porque éramos productos. Pero yo me metí en un reality y es normal que decidiesen por nosotros. Yo luego pude haber hecho lo que quisiese.
P. Pero después hemos visto que la fórmula se puede plantear de una manera más amable. ¿Usted sintió la presión sobre su físico, como Rosa?
R. No todos venimos del mismo entorno, ni tenemos la misma familia. Yo no tuve presiones de mi familia, mi primo abogado me ha llevado todo y jamás tuve problemas. Cuando me entrevistaron la primera vez, con 22 años, quisieron polemizar con unas declaraciones en las que decía que el físico era muy importante. Me querían dejar como la tonta a la que solo le importa el exterior, pero es que yo veía que esas eran las normas del mundo: la publicidad no realzaba cosas que no fueran la belleza y no lo hacían porque no vendía.
P. Le pregunto lo de la presión porque usted ha hecho publicidad de productos de adelgazamiento.
R. Fue cuando me quedé embarazada, porque seguí un método para bajar kilos. Pero, vamos, no me sentí presionada: lo hice porque me apetecía y me hacía sentir bien.
P. Lo de autoproducirse es muy valiente, ¿lo vive como un fracaso?
R. En absoluto. ¿Qué voy a hacer? ¿Decir, ‘qué pena, como no tengo discográfica me quedo en casa’? ¿Desaparecer, como muchos, por no estar dispuesta a hacer ciertas cosas? Yo tengo que reinventarme y me he embarcado en esto como el que pide un crédito para una casa. Hago las cosas a mi manera.
P. ¿Sus padres son así de valientes también?
R. Mi padre era albañil y mi madre dependienta en una tienda y siempre nos han apoyado, a mi hermana, que quería ser profesora de matemáticas y a mí, que quería ser artista. Luego está el factor, importante, de que puedo haber tenido miedo en otras facetas de mi vida, pero siempre he creído en mi don y siempre he tenido claro que estoy aquí para esto.
P. ¿Cómo es su relación con sus antiguas compañeras de OT? ¿Existe una amistad real?
R. Muy real. Cuando me divorcié, por ejemplo, se preocuparon y siempre estuvieron ahí. Jamás hemos competido entre nosotras y mira que en esta profesión sí veo que algunos artistas no se alegran de los triunfos ajenos. Me ha pasado, algunas compañeras que me han hecho sentir que no era suficiente y he dicho: ‘Madre mía, que feos más feos’. Pero yo no soy así y luego tampoco guardo rencor. Sigo saludándolas y hablando tan normal.
P. ¿Qué cree que está aprendiendo de usted su hija?
R. Yo le explico todo y le pongo los piececitos en el suelo. Ella veía como algo normal que yo estuviese en Nerja ocho años totalmente dedicada a sus cosas así que cuando he tenido que irme dos o tres días de gira me ha dicho: “No me gusta tu trabajo”. He tenido que explicarle que otros padres y otras madres, que trabajan de ocho a ocho, no pueden ir a llevar a sus hijos al cole, a recogerlos, a llevarlos a extraescolares. Y ahora es consciente de que tiene mucha suerte. Le estoy transmitiendo los valores que me transmitieron a mí mis padres.
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