Álex Ubago: “Sobre la relación con mi mujer habría podido escribir un disco quíntuple”
El artífice de las baladas más exitosas de los últimos 20 años recupera sus grandes éxitos en un disco que le lleva a colaborar con amigos y a reflexionar sobre luces y sombras de su carrera
Álex Ubago (San Sebastián, 41 años) era un estudiante universitario cuando compuso en su habitación una balada dedicada a una compañera de facultad desconocida que cambiaría para siempre su vida. 20 años después es un padre de familia con dos hijos (un niño de 10 y una niña de 3), pero sigue siendo un mago del pop romántico que acaba de editar un disco con las canciones favoritas de su repertorio, cantadas a medias con artistas a quienes le une la amistad, la admiración, “o incluso lazos más estrechos”. Jamás ha querido abandonar su ciudad natal, la misma donde compuso los éxitos que le catapultaron a la fama: “Donosti me salvó. Si hubiera estado más en Madrid pues me habría perdido mi lado golfillo, todo el tema del faranduleo, la prensa… soy de liada fácil”.
Pregunta. Defina “de liada fácil”.
Respuesta. Pues que en Madrid siempre hay una fiesta, un sarao o un evento, todos los días de la semana pasa algo y, bueno, seguramente habría acabado más liado de la cuenta. Quedarme en mi ciudad me ha permitido mantener la cabeza en su sitio, conectado con mis amigos de siempre, mis padres, mi familia y mi mujer, que es de allí. Si te fijas, es muy curioso, pero la mayoría de los artistas de Donosti conocidos internacionalmente, como Mikel Erenxtun o los miembros de La Oreja de Van Gogh, también se han quedado allí [el cantante habla desde Madrid] a vivir.
P. Y a los que la llaman “Ñoñosti”, ¿qué les contestaría?
R. Pues que es una ciudad pijilla, porque es muy bonita, de postal, pero el carácter donostiarra no es ñoño. La gente es amable y respetuosa, y creo que esa es una de las razones por las que a mí no se me fue la olla con el tema de la fama y por la que los grandísimos actores que vienen cada año al Festival se sienten en casa.
P. ¿Nunca perdió la cabeza por la fama siquiera temporalmente?
R. He vivido épocas en las que casi no podía salir de casa porque me paraban constantemente por la calle y por la noche eso se hace aún más duro, porque la gente va un poco pasada de rosca. En esas ocasiones quizá he sido antipático con quien no lo merecía. Por lo demás, he sido un tío siempre bastante centrado. No se me ha ido la mano ni con el alcohol ni con las drogas, pero he sido más golfillo de lo que la gente piensa porque tengo fama de niño bueno y aunque no soy un malandra [persona de malas costumbres], he sido y sigo siendo un tío muy disfrutón.
P. Los cantantes de baladas siempre tienen esa doble cara. Usted ahora cuando oye hablar de masculinidad tóxica, ¿se reconoce en algo?
R. Hay que tener muy claros los límites y yo me considero un tío feminista. Siempre estaré del lado de las mujeres cuando intenten ponerlas en una posición de inferioridad. Si en alguna de mis letras puede haber como un tratamiento del amor o de la seducción que le resulte tradicional a alguien, siempre lo he hecho desde el más puro cariño. Si yo fuera homosexual y mis canciones se las estuviera escribiendo a un hombre, serían iguales.
P. No se considera un donjuán, entonces…
R. Creo que en mis canciones siempre hay pequeños detalles que me alejan del machismo. Por ejemplo, cuando digo “vuelve, vuelve tarde, pero vuelve” o cuando digo “vuela alto” estoy diciendo que incluso aunque no quieras estar conmigo, te deseo lo mejor y quiero que seas feliz. Eso está lejos de la toxicidad.
P. ¿Y su hijo mayor, que ya tiene 10 años, qué opina de su música?
R. Él me respeta mucho, pero sus gustos van totalmente por otro lado. Le gusta la música urbana y el reguetón. A mi mujer y a mí nos encanta el rock, y muchas veces se lo ponemos en el coche. Solo escuchar una intro con guitarras, ya está protestando…
P. ¿Qué le ha enseñado la paternidad que no se esperaba?
R. Aunque sientes un amor diferente, que no conocías, es también una hostia grande al ego, porque de repente ya no eres tú el más importante en tu propia vida.
P. ¿Se ha llevado más golpes en el ego de ese tipo?
R. Cuando algún troll te hace un comentario duro en redes pues te quedas tocado, porque el ser humano es así: puedes tener 1.000 comentarios buenos, pero te quedas dándole vueltas al malo. Los comentarios despectivos tipo “llorón”, “maricón”, “blando”... me dan exactamente igual. Pero que un tío me diga: “Llevas viviendo de la misma canción 20 años”; eso sí me duele, porque no es verdad.
P. ¿Qué gran neurosis de hace 20 años le sorprende cuando mira atrás?
R. Reconozco que he escrito muchas canciones de desamor sin estar viviendo ese despecho y que muchas veces igual no era yo el dejado sino el que cortaba la relación. A mí me han dejado muy pocas veces, pero en el momento de la separación escribir desde el punto de vista del que deja se puede hacer, pero no funciona tan bien [risas].
P. ¿Y no ha recibido quejas?
R. Es que esa cosa de ponerme a escribir me la despierta sobre todo el desamor, aunque no lo esté viviendo. Incluso a día de hoy, estando casado, con hijos y con una vida mucho más estable, me pongo el mono y me meto en el barro de la melancolía para sacar algo más visceral.
P. Al final consiguió conocer a la chica a la que cantaba aquello de “Me muero por conocerte”. ¿Qué tal acabaron?
R. Lo de mantener relación de amistad con un ex se puede, pero son casos particulares y hace falta tiempo. Cuando ha habido una relación muy intensa de por medio es más difícil. Tuve una relación de un año y pico con esa chica, estuvimos muy enamorados, y luego por circunstancias se cortó la relación y no pudimos seguir siendo amigos, pero no nos guardamos rencor.
P. ¿Y a la siguiente le escribió también una canción?
R. Pues unas cuantas, porque la siguiente es mi mujer, y hemos tenido unas idas y venidas con las que podría haber escrito un disco quíntuple [risas].
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