Soraya Arnelas: “A las mujeres que ponemos límites se nos tacha de frías, calculadoras y egocéntricas”
La cantante extremeña, que participó en Eurovisión en 2009, lanza su nuevo sencillo, ‘Te quiero a ti’, en cuyo videoclip participa su pareja, Miguel Ángel Herrera, padre de sus dos hijas, Manuela y Olivia
Ha llegado hace apenas un par de minutos, pero a Soraya Arnelas (Valencia de Alcántara, 39 años) le han bastado para hacer gala de una de las cualidades de las que más presume: la naturalidad. A diferencia de muchos personajes conocidos que acuden a las entrevistas acompañados por sus representantes o agentes de prensa, la extremeña aparece sola después de haber aparcado su coche, con el que se mueve de compromiso en compromiso. “Un taxi es muy caro y esto me permite volver a casa en cuanto acabe”, explica la artista, cuya actual residencia se encuentra en el campo, a unos 50 kilómetros de Madrid. La cita ahora es en el parque de El Retiro, aunque este es solo uno de los varios compromisos que le esperan esta mañana, con motivo de la promoción de su nuevo sencillo Te quiero a ti y en el que protagoniza videoclip junto a su pareja, Miguel Ángel Herrera. “El 11 de septiembre del año pasado yo me casaba, quería hacerle un pequeño guiño a ese momento porque es verdad que me he quedado con las ganas”, cuenta Arnelas, quien simula una boda con Herrera en la producción.
Además de una forma de quitarse la espinita de vestirse de novia, el nuevo trabajo de Arnelas es “un canto al amor universal” en general y, de una forma más personal, al amor de su vida. Ella y Herrera, modelo de profesión, cumplen 10 años de relación y aunque sus planes de pasar por el altar se vieran truncados por la pandemia, solo los han dejado en pausa y en los últimos meses han afianzado aún más su relación con la llegada al mundo de su segunda hija, Olivia, en octubre de 2021. Y advierte de que no será la última. “Yo quiero un hijo más, el año que viene. Los hijos, junto con la familia, son el motor de mi vida”, sostiene con decisión. La misma vehemencia que muestra prácticamente en cada una de sus declaraciones, sean sobre el amor, la maternidad, las redes sociales o su trayectoria profesional. 17 años sobre los escenarios desde que participó en Operación Triunfo y que, a pesar de “seguir siendo la misma”, la han convertido en una persona “mucho más dulce”. “Ahora ya no necesito estar en guerra. En aquel momento quería agradar a todo el mundo y no se puede. Ahora no me importa, tengo un público que me sigue y es todo un proyecto más amable. Soy menos ambiciosa que antes, he conseguido mucho más de lo que yo me esperaba y ahora solo estoy dando gracias”, reflexiona.
La exparticipante de Operación Triunfo se considera una privilegiada por su trabajo. También una adicta a él. “Paso muchas horas fuera de casa, pero me trata muy bien el público. A todos nos gustaría recibir un aplauso cuando estamos en nuestros trabajos, que nos dijeran lo guapos que estamos. Tengo que reconocerlo, el mío es muy amable”, reflexiona, al tiempo que dice sentirse “feliz” con su ocupación y advierte de que no va a “entregar todo para vivir una maternidad perfecta como indica la sociedad”. Cumplir con sus compromisos profesionales —ya tiene su agenda de verano repleta de conciertos— le exige hacer malabarismos para compaginarlos con el cuidado de su familia. “Está siendo un encaje de bolillos, como le pasa al resto de familias españolas. Es duro, pero a la vez es gratificante. He aprovechado mucho estos dos años de pandemia con Manuela, he hecho las paces con la relación que tenía con ella porque al mes y medio de dar a luz tuve que dejarla con su padre y en una guardería. He tenido ese tiempo para recuperarlo y ahora nuestras despedidas son mucho más amables”, revela sobre su hija mayor, de cinco años.
Es fácil ver a Arnelas junto a Manuela —y junto a su marido y su hija pequeña— bailando en TikTok o en publicaciones en Instagram sobre el día a día de la familia, aunque señala que lo que muestra en redes sociales “no es ni el 10%” de su vida personal. “Hay muchas cosas que yo no cuento, momentos maravillosos que no vais a ver nunca, a pesar de que trato de mostrar una imagen lo más natural posible. Pero hay cosas que yo creo que no son necesarias”. Ella misma controla sus perfiles y no es extraño verla responder a sus seguidores, sea para bien o para mal. “Así soy yo”, recalca con una sonrisa.
Su manera directa de expresarse, de opinar sin miedo y de dejar claras sus líneas rojas, lejos de perjudicarla en su carrera, en su opinión, le ha beneficiado. Reconoce que, en general, “no gusta nada” que una mujer dé un puñetazo sobre la mesa y hable de forma clara, pero opina que gracias a ello le ha “costado menos” llegar donde está. “Marqué desde el principio mis límites, por eso a mí dentro de la música se me ha respetado”, sostiene. Una actitud que ella misma define como “inflexible” en ocasiones y gracias a la cual cree que ha logrado hoy en día autoeditarse, dirigir sus videoclips y tener su propio equipo de trabajo. “En aquella época [en referencia a sus comienzos] había mujeres como Chenoa o Mónica Naranjo que también tuvieron ese carácter y pararon los pies. Se nos tachó de ser frías, calculadoras, egocéntricas, estúpidas... Bueno, eso es como entiende la sociedad que somos. Luego nos conocen y se dan cuenta de que somos mujeres altamente sensibles, muy empáticas, muy profesionales... no tiene nada que ver”, defiende.
A escasos días de la final de Eurovisión, el 14 de mayo, Arnelas no tiene reparos en insistir en que la única vez que no pudo establecer condiciones fue, precisamente, cuando representó a España en el festival con la canción La noche es para mí. Asegura que entonces conocía “la letra pequeña” del contrato que había firmado y que aunque lo pasó mal por querer “agradar lo máximo posible” y por su “carácter competitivo”, guarda un recuerdo muy grato y bueno de la experiencia, a pesar del puesto en el que quedó. “Si yo volviera atrás en el tiempo, volvería siendo la penúltima porque si hubiera quedado en mejor posición me hubieran pasado menos cosas y hubiera aprendido menos”, cuenta. A Chanel Terrero, la representante de esta edición y con quien tiene una relación cordial, le aconseja “que trate de recordar”, porque asegura que ella tiene “muchas lagunas” cuando intenta rememorar su actuación. Y que brille, que brille mucho. “Se lo pongo en todos los mensajes”.
Ella, como Chanel, sabe lo que es someterse al escrutinio continuo y al juicio de las redes sociales, pero afirma con contundencia —la misma que muestra a lo largo de toda la entrevista— que no le afecta lo más mínimo. “No me importa nada los que me critican y tratan de hacerme infeliz. Soy una caradura de la vida, pero soy feliz. Yo hago lo que me da la gana. El día que me vaya de este mundo habré vivido la vida como yo quería vivirla y contando la verdad de todo”.
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