Noche de glamur en la Fiesta Nacional de Mónaco: Carlota Casiraghi regresa a una celebración marcada por la ausencia de Charlène
Tras la cancelación de la cena de gala en 2020 por la crisis sanitaria, la familia real monegasca vuelve a presumir de elegancia en una cita a la que por primera vez no ha podido acudir la princesa consorte debido a sus problemas de salud
El glamur ha vuelto a Mónaco después de que el año pasado la crisis sanitaria obligara a cancelar la gran gala nocturna que tradicionalmente pone el broche al Día Nacional del Principado, fecha de celebración desde 1949 que coincide con el aniversario de la llegada al trono de Raniero III. Si bien en 2020 solo pudo celebrarse el acto diurno en la catedral de san Nicolás, cumpliendo con las medidas de distancia social y el uso de mascarillas, en esta ocasión también han regresado los brillos y la elegancia propios de la gala.
La ausencia de la princesa Charlène, que permanece ingresada fuera del principado por un “profundo agotamiento emocional y físico”, había sido anunciada hace unos días, pero el príncipe Alberto II estuvo arropado por sus hermanas, la princesa Carolina y la princesa Estefanía, y los hijos de estas. La presencia más señalada de esta edición fue la de Carlota Casiraghi, quien no participaba en el acto desde 2017. La hija de la princesa Carolina asistió sin su marido, Dimitri Rassam, pero estuvo acompañada por su hijo mayor ―fruto de su relación con el actor y cómico Gad Elmaleh―, Raphäel, que en diciembre cumple ocho años. Durante el acto diurno llamó la atención luciendo un abrigo-vestido de Chanel en tono dorado y por la noche optó por la sobriedad del tweed negro de un diseño firmado por la misma casa francesa, de la que es embajadora.
Su madre, Carolina de Mónaco, también confió en Chanel en ambos actos, eligiendo para la gran gala nocturna un diseño de la colección Otoño/Invierno 2017-2018 de alta costura compuesto por cuerpo de lentejuelas en azul y negro y falda de seda por debajo de la rodilla. La única que apostó por ir de largo fue Tatiana Santo Domingo, que se decantó por un vestido negro firmado por la casa italiana Prada.
El recuerdo de la princesa Charlène estuvo muy presente en todos los actos del Día Nacional de Mónaco, pues precisamente en esta ocasión se cumplen 10 años de su matrimonio con el príncipe Alberto. Esta ha sido la primera vez que el príncipe ha celebrado sin su esposa esta fecha tan señalada desde su boda en 2011. El anuncio de su ausencia, que se hizo público el pasado martes, llega apenas una semana después de que volviese al Principado tras pasar ocho meses en Sudáfrica a consecuencia de una infección de nariz, boca y oídos.
Poco después, el propio Alberto de Mónaco zanjó los rumores de crisis matrimonial que llevan meses persiguiendo a la pareja en una entrevista con la revista estadounidense People. “La princesa Charlène de Mónaco está ingresada en un centro fuera de Mónaco donde sigue un tratamiento para recuperarse de su profundo agotamiento, tanto emocional como físico. Probablemente, tenga que decir esto varias veces, pero no tiene nada que ver con nuestra relación. Quiero dejarlo claro. No son problemas entre nosotros, esto tiene una naturaleza diferente”, afirmó.
Según añadió, su estado se debe en parte a las secuelas de las operaciones y tratamiento a los que se sometió en los últimos meses, pero no se trata solo de eso. Tras el regreso del Príncipe de su viaje a Dubái acordaron de manera conjunta que Charlène permanecerá alejada de la vida pública “descansando y recibiendo el tratamiento médico adecuado” hasta su completa recuperación. Alberto de Mónaco también aprovechó para desmentir que padezca enfermedades como el cáncer o la covid-19, así como una posible intervención de cirugía estética, rumores que han estado circulando los últimos meses.
En ediciones anteriores del Día Nacional de Mónaco, Charlène solía ser una de las grandes protagonistas de los faustos propios de la efeméride gracias a su capacidad para sorprender con elecciones estilísticas transgresoras y distintas. En 2019, por ejemplo, decidió saltarse el protocolo cambiando el vestido de noche por un esmoquin negro de inspiración masculina en una elección sin precedentes. A finales del año pasado protagonizó titulares al aparecer con el cabello rapado convirtiéndose en la única princesa en el mundo en atreverse con un corte de pelo tan arriesgado.
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