Ramoncín, el rockero más castizo de Madrid
Nació en un taxi en la Puerta de Alcalá y ha vivido siempre en la ciudad que ahora le premia. Le interesa la política y estuvo a punto de ser Eurodiputado pero Felipe González le quitó la idea
Uno no decide dónde nace pero sí decide dónde vivir. José Ramón Julio Márquez Martínez (Madrid, 65 años), más conocido como Ramoncín, ha podido residir en otros lugares, pero todos los caminos le conducían a Madrid. Hablar de él es hacerlo de la capital española: un bebé que nace en un taxi cerca de la Puerta de Alcalá, un niño que se cría en el barrio de Las Delicias, un joven que comienza su carrera musical en Vallecas y un adulto que frecuenta los lugares de su infancia y su juventud como la bodega donde solía comprar el vinagre para su madre cuando tenía siete años.
Sentado en una mesa de ese local, Bodegas Rosell, Ramoncín habla con EL PAÍS por teléfono. Hace unas semanas recibió una llamada del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, para comunicarle que el consistorio le va a hacer entrega de la Medalla de Oro de la ciudad. Cuando el alcalde comenzó a hablarle de la ceremonia, Ramoncín tardó en percatarse de que dicho reconocimiento iba a recaer en su persona: “Te juro que pensé: ‘Un marrón. Me toca darle la medalla a alguien”. Ahora, a menos de un mes de la ceremonia que se celebrará el próximo 15 de mayo, considera que “no hay mayor honor” para una persona tan vinculada a la ciudad. Más cercano a la izquierda, asegura que le da lo mismo que el galardón le llegue de un alcalde del PP.
Todavía desconoce si va a pronunciar unas palabras ese día, pero de hacerlo apostará por su relación con Madrid: “Creo que los mejores discursos son los que se dan a través de la vida”. Evitará tocar temas políticos, algo inusual en él, pues además de ser conocido por su faceta artística, Ramoncín es un habitual en las tertulias televisivas. Le gusta la política y la local le fascina. De hecho, el cantante estuvo a punto de dar el salto como eurodiputado experto en propiedad intelectual. Desde hace tiempo es constante su lucha por los derechos de autor y su membresía en la junta directiva de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), un periodo que más tarde se tradujo en una acusación por apropiación indebida, algo de lo que fue absuelto en 2016. El expresidente Felipe González, al que ha apoyado en diferentes campañas electorales, le abrió los ojos ante su posible rumbo a Europa. “Me dijo: ‘Como político me parece fabuloso. Como amigo te digo que no lo hagas’. Y preferí tomar el ejemplo del amigo”, recuerda riéndose. Pero el cantante todavía muestra cierta curiosidad por ese mundo: “Hay cosas que me gustaría hacer y que solo se enmarcan en ese cuadro de la política. Pero es muy jodido porque ¿quiénes van en las listas: los mejores o los que más han lamido culos?”, cuestiona con su forma tan directa de hablar.
En lo que sí está centrado ahora es en la publicación de un disco el próximo 7 de mayo. En un principio iba a ser un trabajo totalmente nuevo pero llegó el confinamiento y fue imposible acudir al estudio de grabación. “Pensé: ‘No puedo hacer lo que quiero porque no pienso hacer un disco cantando en mi cocina, ni salir al balcón y grabarme. Otros lo harán, pero yo no”, explica sobre la paralización del proyecto, a lo que añade: “Como siempre he sido muy cuidadoso con mis cosas, con mis derechos y con lo que es mío, pues me puse a buscar en el archivo”. Y de esta manera recuperó unas cintas en buen estado de un concierto que dio en el pabellón Anaitasuna de Pamplona en 1984. Una mirada nostálgica con la que sus fans rememorarán canciones como Hormigón, mujeres y alcohol y Al límite.
El confinamiento lo pasó solo, pues su pareja, la diseñadora Amalia Villar, se encontraba en una casa que poseen en la sierra de Madrid. Aquella soledad no supuso para él una penalidad, pues asegura estar acostumbrado a encerrarse para escribir y componer. Sin embargo, llegó la noticia del fallecimiento de su madre, Antonia, a los 89 años por coronavirus: “Se fue casi sin sentir, es lo único bueno”. Ramoncín ha contado en multitud de ocasiones la peculiar relación que tuvo con su madre, a la que él siempre añade el adjetivo “biológica” para diferenciarla de la mujer a la que considera verdaderamente su madre, su tía Engracia. Lo abandonó con dos años, dejándolo al cuidado de sus tíos, y ella “se convirtió en una fotografía en la pared”. Con 13 años, madre e hijo recuperaron su relación.
Ramoncín recibió las cenizas de Antonia entre abril y mayo del año pasado: “Las tuve en casa. Estuvimos los dos solos muchos días”. Después tocó llevárselas a sus hermanos, donde unos vivieron el momento con emoción, otros con alivio y otros con mucho dolor. “Pero bueno”, interviene el cantante para recuperar el ánimo, “ella está donde tiene que estar que es en mi despacho, rodeada de libros y de una foto suya de chiquilla”. “Tuve la suerte de que en mi vida se cruzaran dos madres”, expresa sobre Antonia y Engracia, quien también falleció hace unos años. “En los nacimientos de mis hijos venían dos madres, dos abuelas. Y a alguna de ellas la han considerado mucho más abuela. Más a mi tía que a mi madre”.
Al igual que su progenitora, Ramoncín se convirtió en padre muy joven. Él e Isabel, su pareja de entonces, afrontaron con madurez lo que venía: “Éramos gente de mundo, sabíamos que podíamos ir a Londres, sabíamos que podíamos hacer una serie de cosas para evitarlo. Y tomamos la determinación de que era maravilloso. Fue la decisión de un crío de 19 años y de una cría de 19 años que nos ha alegrado la vida hasta este minuto”. Esa alegría es Ainhoa, que su padre la define como “la constancia, la seriedad y la reflexión”. Andrea, su segunda hija, fruto de su relación con la actriz Diana Polakov, “es el amor por todo el mundo, la bondad”. Con su actual pareja, con la que lleva tres décadas, tiene dos hijos más: Joel y Alenka. Él “es la educación, la galantería, el saber estar, el curro bien hecho, la dedicación”; y la benjamina, “un genio y el ser más bueno que hay sobre la tierra”. Según su padre, ambos han heredado el lado artístico de su madre, Amalia Villar. Una mujer que sorprende a Ramoncín por su intuición y análisis: “Es una perfecta máquina de discutir. No hay nada que hacer ante ella”.
—¿En las discusiones siempre gana ella?
—”Ella es ese tipo de persona que dices: ‘Buenos días’. Y contesta: ‘Ya veremos”.
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