Los nietos y bisnietos de Isabel II y su derecho a tener título o no
Una ley de 1917 establece qué honores deben recibir los descendientes de la reina de Inglaterra y en ella se establece que a Archie no le corresponde ser príncipe
La declaración realizada por los duques de Sussex en la entrevista concedida a Oprah, el domingo en la CBS, en la que aseguraban que a su hijo Archie se le negó el ser príncipe, ha desempolvado la ley de 1917 que indica qué títulos pueden ostentar los familiares de la reina de Inglaterra. En ella se establece que solo sus hijos, sus nietos y los bisnietos que provienen directamente de la línea más directa de sucesión al trono pueden poseer este honor. Estos son los casos de los cuatro hijos de Isabel II: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo y de los hijos de estos. Pero lo cierto es que muchos de sus nietos han optado por no disponer de este tratamiento y en algunos casos incluso han renunciado a sus derechos dinásticos para llevar una vida anónima que les permita además tener una profesión.
Tampoco los bisnietos de la monarca tienen derecho a llevar antes de su nombre el calificativo de príncipe o princesa salvo los tres hijos de Guillermo de Inglaterra, que ocupa el tercer puesto en la línea de sucesión seguido de sus descendientes directos: Jorge, Carlota y Luis que pueden usarlo. Según esta norma palaciega, Archie solo podría ser príncipe cuando su abuelo Carlos ascienda al trono ya que en ese momento sería nieto de rey. La reina, según su potestad, suele conceder el título de duque a los familiares directos a los que quiere considerar de manera especial.
Cuando nació el hijo de los duques de Sussex, el pequeño recibió el nombre de Archie Mountbatten-Windsor, un orden de apellidos que sorprendió al relegar Windsor a segunda posición beneficiando el de Mountbatten. En ese momento el príncipe Enrique y Meghan Markle comunicaron a través de sus portavoces que renunciaban para su niño a cualquier tratamiento nobiliario. Las declaraciones realizadas por el matrimonio a Oprah, en las que aseguran que a su hijo se le privó de sus derechos, chocan con ese anuncio inicial. Cuando el bebé llegó, su nacimiento estuvo rodeado de novedades ya que se rompieron las normas de palacio en varias ocasiones. El hospital no fue el habitual de la familia real, se tardaron horas en anunciar que había nacido y la presentación también fue diferente.
No es raro que la familia de Isabel II renuncie a títulos y honores. Así, por ejemplo, los hijos de la princesa Ana, Zara Tindall y Peter Phillips, no son príncipes por decisión de sus padres que descartaron este tratamiento para ellos cuando nacieron. La hija de la reina ha declarado en más de una ocasión que en su opinión hizo lo “correcto”. El hijo de Ana de Inglaterra, Peter, fue el primer nieto de la monarca en casarse y para celebrarlo Isabel II quiso concederle un condado, algo que rechazó. Los hijos tanto de Zara como de Peter, Mia y Lena Tindall y Savannah e Isla Phillips, que son bisnietos de la reina, tampoco tienen, por tanto, ningún título.
Andrés de Inglaterra, el segundo de los hijos varones de Isabel II, sí ha querido conservar los honores. Octavo en la línea de sucesión al trono británico, se casó con Sarah Ferguson en 1986. La pareja tuvo dos hijas, Beatriz y Eugenia. Ambas disfrutan del título de princesa por ser nietas de la reina. La posición de Andrés en la familia real atraviesa un momento muy comprometido por sus vínculos con el pedófilo Jeffrey Epstein que están siendo investigados. Por ello, el príncipe ha sido apartado de la vida oficial pero no ha renunciado a sus derechos dinásticos ni a sus títulos.
Algo distinto sucede con Eduardo, el cuarto hijo de la reina de Inglaterra. Cuando se casó en 1999 con Sofía, Buckingham decidió concederle el condado de Wessex. Además podrá tener derecho al título de duque de Edimburgo cuando fallezca el marido de Isabel II. Sus dos hijos, Luisa y Jaime, poseen la categoría de hijos de conde aunque de hecho no utilizan ningún tratamiento y llevan una vida bastante anónima.
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