Vikika, un emporio de músculo y poder en las redes

Vikika está cachas. Al ver sus fotos y vídeos uno descubre músculos que había olvidado desde el manual de anatomía del colegio. A través del fitness, la vida saludable y las redes sociales ha levantado un pequeño emporio y promocionado otro modelo de mujer, de curva proteica. ¿Vikika, está usted cachas? “No sé qué decir… Digamos que me gusta estar en forma, que soy una mujer fuerte”. En su Instagram la siguen 823.000 personas. Ella solo sigue a 703.

Sobre la mesa de su chalé en Las Rozas de Madrid hay un puzle de 1.500 piezas a medio hacer. Asegura que, cuando lo acabe, aparecerán los globos aerostáticos de Capadocia. En la misma mesa teclea furiosamente el productor audiovisual Javier Menéndez, marido y colaborador (también está cachas). “Hacemos puzles desde hace poco, para desconectar”, dice Menéndez. La constancia y la determinación, tanto en los puzles como en lo demás, son norma en esta casa. Esta pareja (¡se conocieron por Instagram!) son algo así como los vikikos supremos: ahí fuera una legión de otros vikikos, que así se llaman sus fans, les siguen con devoción. Las redes sociales generan conexiones emocionales.

Verónica Costa (su padre la llama Vikika desde pequeña) nació en Benidorm en 1990, en el seno de una familia trabajadora que siempre la ha apoyado en sus propósitos. A pesar de haberse criado en un paraíso del carbohidrato y la inmovilidad playera, siempre tuvo intereses deportivos. “Ya llevaba una vida saludable incluso antes de ser consciente de ello”, dice. Ahora sus negocios se vertebran entre dos ejes, la nutrición y el ejercicio, las dos mimbres que, bien entrelazadas, configuran una vida sana. “No vale hincharse a comer manzanas y aguacate si luego no te mueves del sofá”, dice Costa.

Allá por 2012 comenzó su cuenta de Instagram, cuando esta red era una rareza (ni siquiera albergaba vídeos), y ahí llegó el éxito. “No recuerdo cuándo me di cuenta de que ahí había algo, fue todo muy espontáneo”, dice. En la planta baja del chalet tiene su pequeño estudio para grabar sus entrenamientos, es donde se cuece todo. Ha elegido posar con ropa de civil: “En realidad, aunque la gente me suela ver en mallas, paso muy poco tiempo así”, relata, “no soy una entrenadora personal, como muchos piensan: soy una empresaria”. De hecho, realizó estudios de Administración y Dirección de Empresas hasta el último curso, cuando las empresas reales le exigieron más dedicación que las teóricas.

Una de sus ellas es Vikika Team, donde se rodea de entrenadores y nutricionistas para promover estilos de vida sanos. “Tengo muchos seguidores y eso es una gran responsabilidad, por eso me rodeo de profesionales y pongo máximo cuidado: lo que diga puede influir en la salud de las personas”, reflexiona. Tampoco es que sea una fundamentalista del asunto: “Lo importante es llevar un equilibrio, si tomas buenas decisiones a diario no hay problema por comerte una pizza o una hamburguesa de vez en cuando”, dice.

En las últimas Navidades se dio cuenta de la dimensión de sus proyectos: tuvo que enviar 33 cestas de Navidad, entre empleados fijos y colaboradores externos. “Yo creo que en las redes Vikika no tiene muchos haters porque tiene mucha credibilidad, si promociona algo es porque ella misma lo usa y es bueno”, apunta su marido. La propia Vikika presume de no haberse “vendido” a las marcas por un puñado de euros: su credibilidad va en ello. “Soy una mujer de principios, no un anuncio”, dice, “y Aries”. La otra empresa es Entrenavirtual, un gimnasio virtual low cost; lo han llamado “el Netflix del fitness”. También tiene una iniciativa de gimnasio físico, Grow Performance, en Aravaca y La Moraleja, Madrid, pero con la pandemia la cosa está complicada. Y la línea de nutriscosmética Vikika Gold.

Vikika habla con fluidez y seguridad, tiene muy claro lo suyo, se lo toma en serio, aunque salpimenta con frecuentes sonrisas. Se relaciona con algunas celebrities como Cristina Pedroche o Pilar Rubio, pero, aclara de nuevo, no es su entrenadora personal: “Por ejemplo, con Cristina lo mismo quedamos para entrenar que para tomar vinos”, explica, “eso sí la convencí hace poco de que, además de yoga, hiciese pesas. Creo que está notando cambios”.

¿No nos estamos volviendo locos con el cuerpo? “Es posible, hay mucha presión en las redes, y mucho Photoshop. A veces el primer objetivo puede ser cambiar el cuerpo. Pero lo importante, en el fondo, es conseguir sentirse bien”, concluye Vikika. Y luego, pone el robot aspiradora. “Me lo acaban de regalar: es una pasada”.