Marta Luisa, la princesa rebelde que renunció a ser reina de Noruega
La hija de los reyes de Noruega confiesa que ha sido problemática para su familia desde que nació y que nunca se sintió parte de la Casa Real. Ahora vive con su chamán y ha perdido toda su fortuna
Acostumbrada, aunque a veces desbordada, a acaparar los titulares de la familia real noruega, la princesa Marta Luisa quiere acabar el año exponiéndose a los focos, pero de una manera diferente. Ya lo advirtió en octubre al anunciar que la televisión privada TV2 emitirá la serie documental Märtha en 2021, para mostrar su vida, tanto profesional como su esfera privada. Conocida por las polémicas que la acompañan desde su juventud, la hija de los reyes Harald y Sonia, de 49 años, que siempre ha exhibido su gusto por lo diferente, ha llegado a la conclusión de que ha significado un problema para su familia desde que nació, algo de lo que no había sido consciente hasta ahora, según revela en una reciente entrevista con la revista Insider.
“¡Dios mío, es una niña! ¿Qué hacemos?” es la supuesta reacción que habría tenido su familia cuando vino al mundo el 22 de septiembre de 1971, de acuerdo con el relato de la primogénita de los reyes de Noruega, cuyo nacimiento se dio en un contexto de relativa calma, después de que su madre, la reina Sonia, no lo tuviera fácil para entrar en la Casa Real y tuviera que esperar nueve años hasta anunciar su compromiso, como explica el reciente libro de Harald Stanghelle sobre el rey Harald.
A diferencia de hoy, entonces, bajo el reinado de su abuelo, Olav V, las mujeres no podían asumir el cargo de monarca en el país nórdico, un derecho que no se llegó materializar hasta la enmienda constitucional aprobada en 1990, en la que se igualaron ambos sexos, y que solo afecta a los nuevos miembros de la casa real nacidos después de ese año. Así, detrás del príncipe heredero Haakon, su hermano menor, y de sus sobrinos, la princesa Ingrid Alexandra y príncipe Sverre Magnus, Marta Luisa ocupa el cuarto puesto en la línea de sucesión al trono, y tras ella, las tres hijas que tuvo con el difunto Ari Behn.
A pesar de que reconoce haber vivido una infancia feliz en la que nunca se sintió apartada, ya que sus padres “siempre quisieron una niña”, y no haber sentido jamás celos de su hermano, la princesa pone fecha a un punto de inflexión en su vida, en plena adolescencia. Cuando tenía 15 años, la conocida política Gro Harlem Brundtland gobernaba el país como primera ministra. Era 1986. En aquel momento pensó por primera vez si estaría mal que Haakon fuera el príncipe heredero para asumir la monarquía, explica Marta Luisa tres décadas después.
Durante una sesión en palacio con su abuelo Olav y la primera ministra, le preguntaron si quería ser la princesa heredera en una discusión sobre un posible cambio en el sistema para la sucesión. Según la princesa, se consideraba demasiado joven para tomar esa decisión, y hoy reconoce sentirse satisfecha por haber dejado las cosas como estaban. “Yo solo tenía 15 años, no sabía de estas cosas. Estar en el segundo puesto de la línea de sucesión al trono supone una gran presión. Realmente es una vida que debes elegir y con la que debes comprometerte al 100%. Estoy muy feliz de que mi hermano sea el siguiente en la línea y de que esté haciendo un trabajo increíble”, alaba su hermana mayor.
Pero las confesiones públicas de Marta Luisa parecen no acabarse nunca. Junto con su novio, el chamán californiano Durek Verrett, protagoniza la portada de enero de Vanity Fair, donde la pareja habla de cómo la espiritualidad les unió, además de responder a las críticas que despiertan desde que se conociera su relación hace algo más de un año y medio. La entrevista cierra un tiempo marcado por el racismo que ha sufrido Durek de la sociedad noruega y el dolor de la distancia impuesta por la pandemia que los ha mantenido alejados, a él en Estados Unidos y a ella en Noruega.
La princesa desvela que nunca se sintió miembro de la realeza, al reconocer que su carácter espiritual y sensible le hizo retraerse de adolescente, llevándola a un sentimiento de incomprensión que sintió desde su juventud. “La gente de Noruega pensaba que era muy rara y me sentía fuera de lugar. Sentía un escrutinio incesante”, asegura la princesa en la entrevista en referencia a su proyección social, que se deterioró en 2007, cuando abrió un centro de terapias alternativas en el que se promovía, entre otras actividades, aprender a hablar con los ángeles, algo por lo que la prensa la criticó, y hasta se llegó a pedir su excomunión o su renuncia al título real, según la revista. “Mi padre siempre me había dicho: ‘Tienes que ser fiel a ti misma’… Quizá se ha arrepentido de haberlo dicho”, reflexiona Marta Luisa en dicha entrevista.
Las entrevistas recientes de la princesa coinciden con la publicación de las cifras fiscales de 2019 de Noruega. En las listas públicas figuran los datos de ingresos, patrimonio e impuestos de la ciudadanía noruega, y también se incluyen los de los integrantes de la Casa Real como Marta Luisa, la princesa Astrid, hermana del rey Harald; y Marius Borg Høiby, el hijo mayor de Mette-Marit. No aparecen los datos de los reyes ni del príncipe heredero Haakon, exentos de pagar impuestos.
A la luz de los números, los ingresos de Marta Luisa se desplomaron drásticamente el año pasado: de unos ingresos de 1,87 millones de coronas en 2017 (casi 178.000 euros), pasó a ganar algo más de 600.000 en 2018 (57.000 euros) y su fortuna también se redujo, de 4,9 millones en 2017 (465.000 euros) a dos millones en 2018 (190.000 euros). Las cifras de 2019 muestran que la princesa ganó alrededor de 733.000 coronas ese año (70.000 euros). No obstante, llama la atención la disminución significativa de su fortuna en dos millones de coronas de la su fortuna y figurar en la lista con riqueza cero, ante lo que Anders Johan Stavseng, experto en la casa real de noruega de la revista Se og Hør, se muestra sorprendido.
“Significa que tiene más deuda que dinero en el banco. Ha sido un año difícil para Marta, que durante mucho tiempo intentó deshacerse de su refugio de verano, Bloksbjerg, en la isla de Hankø. Ahora la propiedad se ha vendido, pero muy por debajo del precio sugerido. Los millones no necesariamente han ido a la cuenta de Marta, ya que hubo previamente una hipoteca importante sobre la propiedad”, señala el especialista en la familia real noruega.
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