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Tom Ford se resiste al chándal en tiempo de pandemia

El diseñador asegura que ya no le preocupa tanto su aspecto como antes aunque hay cosas que evita y apuesta por una moda sostenible

El diseñador Tom Ford, rodeado de modelos.
El diseñador Tom Ford, rodeado de modelos.
Carlos Primo

Para Tom Ford, 2020 ha sido el año de la introspección. El diseñador texano, que desde el año pasado preside la CFDA, la asociación que agrupa a los diseñadores de moda de Estados Unidos, culmina un año dominado por la pandemia con el lanzamiento de su primer reloj reciclado, el anuncio de un premio destinado a innovaciones sostenibles y una nueva reescritura del perfume con que dio el pistoletazo en 2006 a su firma homónima, la misma que hoy sigue dirigiendo con pulso firme y, por primera vez, sin prisas.

De todo ello ha hablado en una entrevista publicada en The Sunday Times donde, además, explica cómo ha afectado la pandemia global a su trabajo y a su vida. Su último desfile de moda físico tuvo lugar en febrero en Los Ángeles, la ciudad donde reside y trabaja desde que decidiera mudarse allí buscando un clima más beneficioso para la salud de su marido, el periodista Richard Buckley. En marzo falleció su padre. El confinamiento, asegura, le ha permitido reencontrarse con su vida familiar. Aunque en la entrevista explica que su hijo Jack, nacido en 2012, lleva meses sin apenas ver a otros niños, esta situación le ha permitido pasar mucho más tiempo con él. “Estoy con él todo el tiempo, comemos juntos a diario”, explica.

El diseñador, uno de los que mejor entiende las transformaciones del sector, también aventura algunas hipótesis sobre el futuro. Ford presentó su última colección, la correspondiente a la próxima primavera, exclusivamente en medios digitales el pasado septiembre, y cree que aún transcurrirá un año, otoño de 2021, hasta que los desfiles puedan volver a celebrarse en situaciones parecidas a las previas a la pandemia. La coyuntura global ha afectado a su forma de trabajar. Tal y como cuenta, aunque el personal dedicado a la costura trabaja en casa, las pruebas sobre modelos debían realizarse presencialmente y al aire libre. “Montamos una carpa en el aparcamiento, y una enfermera hace una prueba a todo el mundo antes de empezar con los ajustes”.

Un reflejo de su conciencia de la crisis global es el proyecto que presentó a finales de noviembre, un reloj elaborado íntegramente con plástico reciclado procedentes de residuos marinos. Al mismo tiempo Ford anunciaba la convocatoria de un premio que lleva su nombre y que está destinado a encontrar sustitutos sostenibles al plástico empleado en bolsas y embalajes. “Hoy en día, todos los productos que compramos vienen envueltos en plástico”, ha afirmado Ford en declaraciones recogidas en Vogue. “Cuando te das cuenta de lo extendido que está su uso, no puedes parar de verlo en todas partes”. Dotado con un millón de dólares y dirigido a proyectos que podrían ver la luz en el próximo lustro, el premio es la culminación de un camino hacia la sostenibilidad que el diseñador inició en 2015.

Ford cumplirá 60 años en 2021 y todo indica que inaugurará década con un negocio solvente y una posición más que asentada. Su firma homónima factura 2.000 millones de dólares al año, y su línea de cosméticos, Tom Ford Beauty, ha superado ya la barrera de los mil millones. Desde luego, es un recorrido imponente para una empresa que Ford lanzó en 2006 tras su paso casi mesiánico por firmas como Yves Saint Laurent (1999-2004) y, sobre todo, Gucci, que ayudó a convertir en una casa de lujo global durante una década (1994-2004) que hoy forma parte de la historia del sector y de los manuales de gestión de empresas de moda. El lenguaje de Ford se afianza en valores como la sensualidad, el lujo y una cierta sensibilidad decadente que remite a los años setenta.

En sus proyectos hay una solidez técnica innegable, pero también una dosis de provocación que atañe incluso a la estructura de su empresa. Mientras otros diseñadores comienzan con las colecciones de moda femenina, Ford inauguró en 2006 su marca con líneas de cosmética, gafas y moda masculina. Hasta 2011 no lanzó su primera colección de prêt à porter para mujer. Y desde entonces ha cultivado una continuidad y una fidelidad a su estética que es casi un ejercicio de obstinación en una industria acostumbrada al cambio constante. Sobra decir que el ejercicio ha salido bien: el pasado mes de octubre, por ejemplo, lanzó una nueva versión en perfume de Black Orchid, la primera fragancia que lanzó junto a su socio, la compañía cosmética Estée Lauder, y que sigue siendo uno de los más vendidos de la casa.

“Al principio del confinamiento me preocupaba mucho mi aspecto, pero nadie sale bien en Zoom, ¿Qué más da?”, bromea en la entrevista publicada en The Sunday Times. Eso sí, asegura que su uniforme de teletrabajo no ha pasado por el chándal. “Las prendas de punto son muy importantes en mi colección y se han vendido muy bien durante la pandemia, pero es un tejido que no me resulta cómodo, es demasiado suave para mí. Me siento más cómodo con algo más duro. El pantalón de chándal me hace sentir vulnerable”, ha declarado en unas palabras que confirman que la introspección no ha erosionado al Tom Ford de siempre.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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