Sin noticias de la princesa Basmah de Arabia Saudí
La difusión de unas imágenes de sus presuntos captores reabren los interrogantes sobre el paradero de la hija del rey Saud
Desde su lujoso ático de Yeda, la princesa Basmah disfrutaba de unas espectaculares puestas de sol sobre el mar Rojo. A menudo, las fotografiaba y se las enviaba a sus amistades. La princesa Basmah también escribía poemas y artículos periodísticos sobre feminismo o temas humanitarios. Sus orígenes privilegiados como hija del rey Saud y nieta del fundador de Arabia Saudí no la han protegido sin embargo de perder la libertad. Desde el año pasado, Basmah Bint Saud, de 56 años, se encuentra detenida sin aparente orden judicial ni cargos conocidos. Como es habitual en la opaca monarquía saudí, las autoridades mantienen silencio.
Una de las hijas de la princesa, Sarah, confirmó el encarcelamiento a una amiga a principios del pasado diciembre en un correo electrónico. Le contaba que su madre se encontraba en una prisión de Riad “en condiciones insalubres” y que no se había registrado su ingreso. Otra hija, Sohud, que estaba junto a ella en el momento de la detención, también fue encerrada en la misma penitenciaría. La princesa tiene tres hijos más, una chica y dos chicos, fruto de su matrimonio con un prominente saudí del que está divorciada desde 2007.
La odisea de Basmah se había conocido unos días antes cuando la cadena de televisión alemana DW reveló que allegados de la princesa dejaron de tener noticias suyas después de que intentara salir de Arabia Saudí para recibir tratamiento médico en Suiza para sus problemas cardíacos. Su caso ha vuelto a salir a la luz a raíz de que el diario Abc difundiera unas grabaciones de vídeo que asegura corresponden a los momentos previos a su detención.
En las imágenes, supuestamente procedentes de las cámaras de seguridad del piso de Basmah, se ve a nueve hombres que se mueven nerviosos por el recibidor. Ocho de ellos visten camisetas y pantalones, pero el que parece estar al frente va ataviado con la tradicional túnica blanca saudí y no deja de hablar por teléfono. Varios llevan walkie-talkies y en un par de casos, una pistola al cinto. Las dos primeras pantallas muestran al grupo desde dos ángulos distintos. Las otras dos enfocan la cocina y otra habitación en la que solo se distingue un ordenador encendido, ambas aparentemente vacías.
“Reconozco el suelo y el interior de los dos ascensores, pero el piso está completamente reformado respecto al resto”, describe un europeo que vivió en el mismo edificio a mediados de la pasada década. “Tenía todas las comodidades: gimnasio, piscinas, zona de barbacoa, parque infantil, sala de fiestas privada y un garaje enorme, donde estaba la sala de control con todas las pantallas”, recuerda. “Con la princesa apenas coincidí un par de veces en el ascensor. Su ático, al ocupar una planta entera, no tenía botón sino una llave, no podía acceder cualquiera”, añade.
La grabación tiene fecha del jueves 28 de febrero de 2019, entre las 23.41 y las 23.48 horas, cuando dos de los hombres se percatan de las cámaras y las cubren. De acuerdo con las fuentes citadas en el texto que acompaña al vídeo, el grupo esperaba la llegada de Basmah y de sus hijas Sarah y Sohud, después de que se les impidiera abandonar Arabia Saudí. “Esos hombres les dijeron que eran enviados de la corte real y que estaban allí para llevarla a hablar con su primo, el príncipe heredero”, cuenta al diario un allegado de la princesa, que asegura que tanto ella como sus hijas están encerradas desde entonces en la prisión de alta seguridad de Al Hair, en Riad.
Si la detención de Basmah ha sido confirmada por varias fuentes, los detalles que rodean el caso permanecen confusos. Según Leonard Bennett, el abogado estadounidense que organizó su frustrada salida del país mencionado por DW, fue el 18 de diciembre de 2018 cuando se le denegó el permiso para subir al jet medicalizado que iba a llevarla a Suiza. Dos meses después, Bennett, que no ha respondido a los emails enviados por esta corresponsal, perdió el contacto con la mujer, pero tras numerosas llamadas logró hablar con ella aunque, dijo, “sonaba como un rehén”.
De hecho, la presencia en las redes sociales de la hasta entonces hiperactiva princesa decayó significativamente a partir del 1 de marzo del año pasado, el día de su cumpleaños. Desde esa fecha y hasta el 5 de julio, cuando publica por última vez en Twitter, solo hay mensajes de contenido religioso.
Pero, ¿qué ha motivado el encierro de la menor de los 115 hijos del rey Saud? “Tendría que ver con sus llamadas a un verdadero proceso de cambio en Arabia Saudí o [sus] posturas contrarias a la línea oficial mantenida por Riad respecto a las revoluciones árabes, que [ella] apoyó”, opina María José Llera, autora de un trabajo académico (sin publicar) sobre la teoría de la Cuarta Ley promovida por la princesa. Pero a pesar de la fama de “abierta y mediática” que Basmah adquirió mientras vivía en Londres tras su divorcio, nunca criticó a la familia real de la que se sentía parte.
En 2016, después de que su negocio de restauración no diera el resultado esperado, decidió volver al reino. Desde entonces redujo sus entrevistas con medios extranjeros; también las entradas de su blog se hicieron menos frecuentes. Según Abc, la princesa regresó “con el objetivo de recuperar las tierras de su padre” y depósitos bancarios por valor de 2.000 millones de euros, una herencia que supuestamente les arrebató a ella y a sus 114 hermanos el rey Faisal tras apartar del trono a Saud en 1964. Tal empeño habría molestado a su primo y poderoso heredero, el príncipe Mohamed Bin Salmán. Al menos, eso es lo que dicen sus allegados.
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