Ana de Armas, la chica de ‘El internado’ que conquista el mundo
La actriz hispanocubana apostó por Hollywood y ahora pasea por La Habana, capital de su país natal, junto a Ben Affleck sin olvidar sus orígenes
Cuando Ana de Armas se asomó a los hogares españoles en mayo de 2007 a través de su personaje de Carolina, en El internado, conquistó a los telespectadores como lo hicieron el resto de los personajes de una serie que se mantuvo en pantalla durante siete temporadas. A priori una historia de adolescentes que comenzaba con la desaparición en alta mar de los padres de Marcos (Martín Rivas) y Paula (Carlota García), dos hermanos gallegos que se veían obligados a ingresar en el internado Laguna Negra bajo la tutela de su director, Héctor de la Vega (Luis Merlo), no parecía que pudiera dar grandes sorpresas. Desde el primer capítulo la serie enganchó y todos sus intérpretes, maduros y jóvenes quedaron en la retina de los seguidores de esta ficción que se emitió en Antena 3 en un momento en el que las plataformas que ahora copan gran parte de la audiencia ni estaban ni se las esperaba.
Ana de Armas fue una de aquellas estudiantes que se veía envuelta en tramas de misterio. Aunque la serie se estrenó cuando ella tenía 19 años, el uniforme y el flequillo recto que llevaban todas las adolescentes por entonces la hizo mimetizarse en su papel de colegiala cuando tenía edad de universitaria. Solo hacía un año que había conseguido la nacionalidad española gracias a la nacionalidad de sus abuelos, y hacia España dirigió su mirada de actriz que necesita seguir progresando en su carrera. Desde los 14 años estudiaba en la Escuela Nacional de Arte de Cuba y a los 16 había conseguido su primer papel protagonista precisamente en una película española, Una rosa de Francia, en la que actuó junto a Álex González. Su personaje en la serie que catapultó a la fama a otros jóvenes actores como Yon González, Martiño Rivas, Elena Furiase o Blanca Suárez, hizo el resto. Combinó El Internado con algunas películas nacionales, se casó con el actor Marc Clotet, se divorció en 2013 y se trasladó en 2014 a Hollywood para continuar creciendo como actriz.
Los principios en la meca del cine fueron paso a paso. La actriz interpretó pequeños papeles pero con algunos de los grandes, entre ellos Keanu Reeves y Robert de Niro, y se dedicó a estudiar inglés de forma intensiva y a frecuentar esas fiestas en las que se conoce a gente que puede abrirte la siguiente puerta. Durante siete horas al día y durante cuatro meses, mejorar el idioma fue su prioridad. Ahora es uno de los rostros que se dejan ver en las alfombras rojas y cuyo nombre está sobre la mesa de los directores de casting, por no hablar de esa supuesta relación sentimental con Ben Affleck, con quien se ha dejado ver sin tapujos en los últimos días haciendo turismo por La Habana.
El salto cualitativo lo dio con su presencia en Blade Runner 2049 en 2017, película que le hace posar en los estrenos de todo el mundo junto a Harrison Ford, Ryan Gosling y Jared Leto, tres pesos pesados de la industria cinematográfica. En 2019 continúa su escalada profesional con papeles en la nueva película de James Bond, Sin tiempo para morir, que significa la despedida de la saga para el actor Daniel Craig, su compañero de reparto. Un film cuyo estreno se ha retrasado a causa de la crisis del coronavirus pero que le ha otorgado una gran proyección internacional. También pendientes de estreno está Wasp Network, junto a Penélope Cruz, y JSA de David Franzoni, guionista de Gladiator y Rey Arturo.
Sigue conservando una casa en La Habana por donde pasan familiares y amigos, pero algo ha cambiado en su vida. Lo reveló en una entrevista con la revista Vanity Fair USA el pasado mes de febrero de la que fue su portada: celebró la Nochevieja en una fiesta en la parte antigua de la capital cubana y allí se encontró con muchos actores cubanos a los que siempre había admirado, su sorpresa fue que fueron ellos quienes le dijeron lo orgullosos que estaban de ella y que era un ejemplo para los profesionales del gremio en su país natal. Confesó que se le saltaron las lágrimas al oírlo.
Entre las contradicciones de su vida hay una dura para ella: sus padres nunca han podido asistir a uno de sus estrenos y solo pueden ver su trabajo más tarde, cuando una mala copia les llega de alguna manera. Ella, cada vez que viaja a Cuba lleva sus maletas repletas de ropa, medicamentos y otros suministros que escasean en la isla, como lo hacen otros muchos cubanos que viven fuera y visitan a sus familiares y amigos periódicamente. “Hollywood no es mi vida, es mi realidad", le dijo a la misma revista precisando más su respuesta: “Tengo grandes amigos y me han sucedido cosas increíbles en Hollywood, pero el estilo de vida, la exposición y los intereses comerciales constantes no son para mí. Me gusta hablar de la vida y el arte, de los niños y de las mascotas. Actuar es lo que me gusta hacer, pero no puedo hablar de eso todo el tiempo”, afirmó.
Por eso su cuartel general ahora sigue siendo La Habana, a media hora de la ciudad costera en la que nació, y de fácil comunicación con Estados Unidos si tiene su pasaporte español en regla. Hollywood, en sus comienzos de estudiante de cine era solo una fantasía. Las casas, los aviones, los bancos y el estilo de vida de aquellas películas eran para ella la misma ficción que un cuento de princesas. Después su ambición y su forma de entender la profesión le marcó el camino y decidió seguir el único plan que era viable para ella: apostar a lo grande y seguir siendo ella como persona. Lo tiene claro incluso para los que dudan y se preguntan cómo ha podido llegar al lugar que ahora ocupa: “No son las personas con las que comparto mi felicidad. Nunca he tenido agenda, todo lo que quiero hacer es trabajar. Todo lo que quiero hacer es conseguir algo desafiante y demostrarme a mí misma que puedo hacerlo”, contestó rotunda a Vanity Fair. Ana de Armas se puede vestir de Saint Laurent en una alfombra roja y seguir disfrutando con los frijoles y el ron.
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