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Pollo rápido al pimentón

Una manera húngara de preparar pechugas de pollo y que queden jugosas y con mucho sabor: el milagro se lo debemos a una mezcla de crema untuosa, un par de especias y una cocción muy rápida.

Cremoso pero sin empapuzar
Cremoso pero sin empapuzarMIREIA FONT

Si en la actualidad los países se pelean por el control del petróleo, hace varios siglos lo hacían por el de las especias. Así fue como Colón volvió de su expedición americana con semillas de tomate y pimiento, y nuestra gastronomía se tiñó de rojo para siempre. El pimentón está en nuestros escabeches, embutidos, adobados, mojos, migas, sopas de ajo, ropas viejas, pulpos á feira, patatas bravas, riojanas, revolconas... La lista es casi infinita.

Durante el siglo XVI, la planta del pimiento viajó de España a Portugal y de la mano de los lusos pasó por África y recaló en Asia. En medio de esta expansión planetaria, los turcos la introdujeron en los países balcánicos y en Hungría, el único país del mundo cuyo uso del pimentón le hace sombra a España. La paprika es la protagonista de su plato bandera, el gulasch, un estofado de carne y verduras. Existen dos museos húngaros dedicados a este condimento, el canal gastronómico nacional se llama TV Paprika y uno de sus científicos más ilustres, Albert Szent-Györgyi, fue galardonado con el Nobel de Medicina en 1937 por sus estudios acerca de la vitamina C extraída del pimiento.

El pollo al pimentón, paprikás csirke, es otro plato célebre de la cocina húngara. Existen tantas maneras de prepararlo como balnearios en el país. La receta tradicional es de cocción más lenta. Se emplea una olla y no una sartén, muslos y contra-muslos de pollo en vez de pechuga, manteca de cerdo en lugar de aceite de oliva, pimiento húngaro de cera y un tipo de pasta fresca de huevo llamada nokedlik.

En nuestra adaptación hemos reducido tiempos e ingredientes, hemos sustituido la paprika húngara por pimentón dulce español y hemos añadido un pelín de cayena para darle un punto picante al plato, lo cual es totalmente opcional. Aunque puedes encontrar crema agria en el supermercado de la cancioncilla pegajosa, si no la tienes a mano puedes sustituirla por yogur griego, usando una punta de maizena para estabilizarlo (que no se le separe el suero de la grasa, vamos).

Dificultad: Tan fácil como relajarse en un balneario.

Ingredientes

Para 2 personas

  • 2 pechugas de pollo (unos 400 gr en total)
  • 4 tomates maduros medianos (unos 500 gr)
  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de pimentón dulce
  • ½ cucharadita de cayena (opcional)
  • 3 cucharadas generosas de crema agria (o yogur griego con una punta de maizena)
  • 10 cucharadas de agua (o caldo de pollo)
  • Perejil
  • Pimienta negra
  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • Sal

Instrucciones

1.
Cortar las pechugas de pollo en dados de 1 cm. Pelar y cortar los tomates también en dados. Pelar y picar fino la cebolla y el ajo.
2.
Calentar dos cucharadas de aceite a fuego medio en una sartén grande. Meter el pollo y freír durante unos 5 minutos o hasta que quede blanco por todos lados. Reservar el pollo y retirar el agua que haya podido soltar. Calentar otras dos cucharadas de aceite en la sartén y añadir la cebolla. Sofreír hasta que se ablande y empiece a dorarse. Incorporar el ajo y freír un minuto más. Volver a meter el pollo a la sartén.
3.
Añadir el pimentón y la cayena y remover bien durante unos segundos. Agregar el agua y los tomates. Tapar y llevar a ebullición hasta que la salsa espese un poco.
4.
Retirar la sartén del fuego, incorporar la crema agria, la sal y la pimienta. Remover hasta conseguir una salsa densa y homogénea.
5.
Emplatar, esparcir el perejil y servir.

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