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Banderilla de boquerón, pimiento y huevo de codorniz

Si crees que la expresión “ser la guinda del pastel” debería sustituirse por “ser la banderilla del aperitivo”, y el vermut es tu credo y tu religión, tienes que probar estas gildas caseras.

Cosas que le dan sentido a la vida
Cosas que le dan sentido a la vidaMÒNICA ESCUDERO

Me extraña que todavía no haya ningún estudio económico sobre el fenómeno que hace que una aceituna, una cebollita y una piparra por separado sean elementos asequibles pero, cuando los pinchas en un palillo y los conviertes en una gilda o banderilla, te obliguen a pedir una segunda hipoteca si los compras en el puesto de aceitunas del mercado.

Me diréis, y con parte de razón, que es porque este tipo de aperitivos suelen incluir otros ingredientes bastante más caros, como las anchoas o los boquerones. Pero, teniendo en cuenta que el producto que reservan para estos menesteres suele ser de calidad bastante regulera, el precio me sigue pareciendo bastante disparatado: el momento en el que llegas a la anchoa saladísima o el boquerón apergaminado no suele ser la mejor parte de la experiencia banderillera.

Pero no todo el mundo te enchufa a Tutankamón clavado en un palillo a la que te descuidas: en el negocio del encurtido hay excepciones muy honrosas, y en una de ellas me inspiré para preparar estas gildas. Me refiero a Bombas, lagartos y cohetes de Vallekas, un negocio del que ya os hemos hablado alguna que otra vez, que prepara y distribuye desde el mítico mercado madrileño algunas las mejores banderillas que he probado.

En sus puestos ensartan con garbo acertadísimas combinaciones de ingredientes, las sumergen en lo que se conoce como “líquido de gobierno” –normalmente, un aceite suave– y las venden en muchos sitios de España, suficientemente frescas como para que cada uno de los elementos conserve su sabor y textura originales.

Una de sus banderillas -o ‘cohetes’: las bombas son aceitunas partidas por la mitad y rellenas con mejillones, feta y salmón o jamón, y los lagartos tres cuartos de lo mismo pero con pepinillos de buen tamaño y diferentes acompañamientos– se llama Dalí, y lleva entre sus ingredientes huevo de codorniz, algo no muy habitual en este tipo de aperitivos pero que les queda de muerte.

De todas las versiones que he hecho hasta ahora, esta es la que me parece más satisfactoria: el punto jugoso y ligeramente dulce del pimiento asado se lleva muy bien con el huevo, y la cebollita en vinagre le da un final festivo al asunto. Yo preparé los boquerones en casa y asé el pimiento en el horno a 200 grados durante más o menos una hora, pero también puedes comprar el boquerón hecho en una tienda de salazones y un buen bote de pimientos: te ahorrarás gran parte del trabajo. Para un extra de alegría, ponle unas buenas piparras.

Para acompañar, unas chips de buena calidad –aquí hay unas cuantas pistas de dónde localizarlas–, unos mejillones en escabeche o berberechos al natural con limón y pimienta y un vermut o una caña bien fría: si andáis cortos de ideas siempre podéis consultar las mejores propuestas de los lectores para conseguir un aperitivo redondo.

Dificultad: Si te curras tú los boquerones y el pimiento, es un pelín laborioso. Si no, pincha-enrolla-pincha y listo.

Ingredientes

Para 12 banderillas

  • 12 mitades de boquerón en vinagre
  • 12 cebollitas en vinagre
  • 12 aceitunas verdes sin hueso (yo usé mojo picón)
  • 12 tiras de unos 4x0,5 cm de pimiento asado
  • 6 huevos de codorniz
  • Sal (preferiblemente Maldon)
  • Pimienta
  • Aceite de oliva
  • 3 o 4 pepinillos grandes (o 12 pequeños)
  • Cebollino

Instrucciones

1.
Poner los huevos de codorniz en agua hirviendo y cocer durante cinco minutos. Escurrir y poner en agua fría durante unos 20 minutos, pelar y reservar.
2.
Pinchar los ingredientes en unas brochetas cortas en este orden: primero las cebollitas, después el boquerón, el pimiento, el pepinillo –entero si es pequeño, un trozo si es grande–, la aceituna y para terminar una mitad de huevo de codorniz.
3.
Poner en una fuente de servir o plato hondo y regar con un chorro generoso de aceite. Dejar reposar una media hora –si se quiere preparar con más antelación, habrá que cubrirlos con aceite– y servir con un poco de pimienta recién molida, un poco de sal y pepinillo y cebollino picados por encima.

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