Todas las falacias, mentiras y medias verdades del 'caso pizzayuso'
Los niños beneficiarios de las becas comedor de Madrid llevan mes y medio recibiendo comida insana a diario, y seguirán con los mismos menús hasta fin de curso. El dietista-nutricionista Juan Revenga analiza la polémica.
El cierre de los colegios, ocasionado por el estado de alarma a causa de la Covid-19 está privando a muchos niños de España del disfrute de las becas de comedor, y todas las Comunidades Autónomas se han volcado para ofrecer soluciones a las familias de aquellos menores más desfavorecidos. Entre las diversas soluciones que han dado las 17 CCAA Españolas ante este problema figuran la entrega a las familias del dinero correspondiente a la beca; la distribución de alimentos a través de diversos servicios sociales; ofrecer tarjetas monedero en diversas empresas de distribución o retribuir a las familias con una compensación económica (en este enlace, ofrecido por el Alto Comisionado Para la Lucha Contra la Pobreza Infantil, se pueden contrastar).
De todas las CCAA, solo a una se le ha ocurrido llevar a cabo lo que todas luces suena a una broma cuñadista y, por cierto, de muy mal gusto: Madrid, al parecer no ha podido encontrar otra solución, que ofrecer a sus 11.600 niños beneficiarios de esas becas, la comida de Telepizza -en primer lugar- y Rodilla (días más tarde).
Algunas personas tachan a estos productos como comida rápida -en base a la rapidez con la que el cliente la solicita, se prepara, se sirve y por lo general se consume-, y otras la tildan de basura por su naturaleza, propia de los productos ultraprocesados, y por tanto por su habitual falta de interés nutricional: nosotros les llamaremos, simplemente, comida de Telepizza y Rodilla. Días más tarde, a Telepizza y Rodilla, se unió a este servicio Viena Capellanes, ofreciendo, todo hay que decirlo, unos menús mucho más adecuados.
Un servidor, una vez que tuvo los datos, hizo un rápido análisis en twitter de la calidad nutricional de los menús ofrecidos por Telepizza y Rodilla que se resume así: en el caso de Telepizza no hay fruta ni un solo día; a pesar de que en las fotos ofrecidas por la empresa aparece el agua como bebida, en muchos casos esa bebida es, en realidad, un refresco; la ensalada es la misma todos los días que hay ensalada; y las únicas fuentes -ridículas- de proteína son, algo a lo que se llama “York” -que como todo el mundo sabe no existe- y los “pops de pollo”. Un desastre nutricional en toda regla.
La falacia de la falsa dicotomía
Ante una propuesta dietética sin pies ni cabeza -solo a la altura de El Mundo Today o de los Monty Python- distintas asociaciones de madres y padres, colectivos sanitarios y demás mostraron su perplejidad ante esta situación. El ejecutivo madrileño, con Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, defendía su decisión argumentando que esta era la única alternativa que les quedaba para dar de comer a esos niños. Algo que se demostró falaz cuando pocos días después del estado de alarma y cierre de los colegios, la Federación Española de Restauración Colectiva salió a la palestra para decir que, ante esta difícil situación y pudiendo ser parte de la solución, no se les tuvo en cuenta. Falaz también porque ni una sola de las otras 16 CCAA españolas escogió semejante opción -al igual que otros municipios concretos de Madrid que se desmarcaron-, y falaz por último porque la alternativa a los menús de Telepizza y Rodilla no era dejar morir de hambre a los niños ni tampoco mandarles a rebuscar comida a un vertedero.
Las redes ardieron al dirigir duros descalificativos de tinte político a todo aquel -padre, madre, nutricionista, ingeniero nuclear o peón caminero- que osara criticar desde el prisma puramente nutricional la decisión del ejecutivo de Díaz Ayuso. Al carecer de argumentos racionales decidieron hacer uso de otra falacia -ad hominem, en este caso- y desviar sus respuestas hacia el supuesto signo político de su interlocutor antes que centrarse en los puntos de debate que son, y seguirán siendo, estrictamente nutricionales.
Otra de las disculpas más repetidas es que con esto los niños “al menos comen” y que el presupuesto es el que es. Otra mentira: el presupuesto no llega para solomillo de ternera, pero entre este y esos "pops de pollo" ultraprocesados alguna alternativa intermedia se les podría haber ocurrido (una palabra: legumbres). Además, la variación de calorías de un día para otro es lamentable: el menú más calórico aporta 721 kcal y el que menos 244; algo que es como para suspender los estudios de dietética, pero en la versión jardín de infancia.
En el caso de Rodilla la cosa mejora, pero tampoco es como para tirar cohetes; uno de sus aspectos más descacharrantes es el de incluir en el menú todos los días -todos- una bolsa de patatas fritas. Además estas patatas fritas no se tienen en cuenta para hacer la valoración nutricional de los menús. A pesar de no contabilizar en ella, a las patatas se les destaca con luces de neón por no contener gluten ni lactosa, algo curioso en un menú que sí presenta gluten y lactosa. Resumiendo: una especie de limpiaparabrisas para submarinos.
Medias verdades y mentiras completas en el asunto Telepizza
Ha habido muchas declaraciones en los medios sobre este asunto y merece la pena ver algunas de forma pormenorizada:
La acción de Telepizza no es ni solidaria ni responsable, como han dicho algunos medios, que daban a entender que los menús de esta empresa poco menos que se distribuían gratis. Nada más lejos de la realidad: el Gobierno madrileño abona a Telepizza y Rodilla 5 euros por menú, cuando en los colegios pagaba por comida de verdad 4,65. Los de Viena Capellanes, concretamente, cuestan 7,30 euros.
De hecho, un mínimo asomo de solidaridad y responsabilidad hubiera posibilitado el poder repartir plátanos de canarias con cada menú. Ese fue el ofrecimiento gratuito que se hizo desde Plátano de Canarias a la Presidenta Díaz Ayuso, que ella trasladó a Telepizza y Rodilla. La primera no aceptó el ofrecimiento por que “tenían que ir a recogerlos a Mercamadrid” y se desconocen las razones de Rodilla. En cualquier caso, el ofrecimiento de Plátano de Canarias sigue estando vigente a día de hoy.
Las asociaciones especializadas no se han negado a valorar las decisiones del Gobierno Madrileño, las que se han negado son aquellas instituciones que tiene vínculos comerciales con las empresas en cuestión, concretamente con Telepizza. Para empezar, la Fundación Española de la Nutrición (FEN) que tiene en su patronato a Fernando Frauca Amorena, que es director de operaciones y jefe de marketing de Telepizza Group SA. Además, entre las empresas que financian la FEN, figura la propia Telepizza. Normal que la FEN se niegue: son los mismos que no se cortaron un pelo en recomendar los Happy Meal de McDonalds como "comida saludable" (con ayuda de la mediática chef Samantha Vallejo-Nájera).
Los menús de Telepizza y Rodilla están validados por sus respectivos departamentos nutricionales (dicen ellos de sí mismos). Seamos serios, un departamento nutricional en estas empresas tiene el mismo sentido que un departamento de ética dentro de la KGB o la Stasi. Como muestra, un botón: más allá de los errores infantiloides en el tratamiento de la información nutricional que ellos mismos ofrecen, el vicepresidente ejecutivo de Comunicación de Telepizza, Miguel Justribó, ha tenido la gallardía de comparar el valor nutricional de sus productos con el de la verdura al afirmar que “somos los primeros que no vamos a recomendar que alguien coma estos productos todos los días. Igual que tampoco deberían comer judías verdes todos los días”. Huelga cualquier comentario. También me gustaría conocer el alcance de “no recomendar comer sus propios productos todos los días” y pese a ello defender el darlos durante tres meses seguidos.
Todo iba más o menos bien hasta que llegaron los Gasol
Mal que bien, Isabel Díaz Ayuso y su equipo iba capeando el temporal; apenas les hizo daño aquel informe firmado por 17 nutricionistas poniendo de vuelta y media los menús de Telepizza y Rodilla. Tampoco les importó que el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas emitiera un comunicado indicando, en concreto a la Presidenta de la Comunidad de Madrid y a través de seis puntos, lo poco acertado de sus decisiones en lo nutricional, social y económico.
Pero algo cambió cuando hace dos días la Gasol Foundation le hizo llegar un escrito a Isabel Díaz Ayuso expresándole “su enorme preocupación ante las medidas adoptadas y sus consecuencias negativas que pueden conllevar en la salud de los niños y las niñas”. Este escrito, encabezado por enormes figuras mediáticas, capaces de arrastrar una enorme cantidad de votos sí mereció una respuesta inmediata y personal de la Presidenta de Madrid. Los escritos y los mensajes de nutricionistas, médicos, de padres y madres, y de quien fuera preocupados por lo obvio no, pero la carta de los Gasol sí. Curioso.
Su respuesta no tiene desperdicio y merece la pena analizarla de forma pormenorizada y observar sus incongruencias internas:
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“Quiero agradecer la preocupación y el interés que habéis mostrado a través de vuestra Fundación por la calidad de los menús de comida que hemos puesto en marcha [...]”. Es decir, a ellos dos sí que les agradece su preocupación, pero a los miles de ciudadanos y profesionales que lo vienen haciendo desde hace más de mes y medio no: a esos, que les parta un rayo.
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“La búsqueda de un sistema que garantizase que ningún alumno madrileño se quedase sin su menú de comida por el cierre de colegios durante el confinamiento fue una de las primeras y más urgentes gestiones del Gabinete que presido”. Que sirve para hacer gala, de nuevo, de la falsa dicotomía, en la que o comen Telepizza o se nos mueren los niños de hambre, no hay alternativa.
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“Pero no solo nos preocupamos por garantizar que desde el primer momento estos alumnos tuviesen cada día esos menús, sino que buscamos el mayor equilibrio nutricional para ellos. Por ello, estos han sido supervisados por los departamentos de nutrición de las empresas y no solo se ha tenido en cuenta la cantidad de calorías, sino otros aspectos como la fibra, vitaminas y minerales necesarios que aportan”. ¿Equilibrio nutricional? ¿Departamentos de nutrición de esas empresas? ¿De veras esta mujer se piensa que los que le van a leer son idiotas? De otra forma es imposible tomar en serio sus palabras.
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“[...] además, en los [menús] de Viena Capellanes se ofrece también legumbres, arroz, verduras y pescado”. Efectivamente, y como ya se ha comentado, los menús de Viena Capellanes no tiene nada que ver con los de Telepizza y Rodilla, por lo que tampoco deberían usarse para maquillar todo el cuadro o hacer bueno a sus compañeros. Para nada.
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“[...] somos conscientes de que era una solución temporal en un momento crítico”. Es curioso que hable en pasado “era” cuando en realidad es una “solución” que se está implementando en este preciso momento y que se va a prolongar cerca de mes y medio más. Además, si según Díaz Ayuso, la solución es buena y está calibrada nutricionalmente por los departamentos correspondientes ¿por qué razón se justifica el que sea temporal? ¿Ya puestos, que se quede, no?
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“Ahora que empezamos a ver la luz después de semanas durísimas con el Covid-19, podremos dejar atrás muchas de las soluciones de urgencia que tuvimos que implementar para dar soluciones como ésta y recuperar la normalidad”. Nadie ha criticado que la decisión sea “de urgencia”. Nadie. Es más, todo el mundo ha tomado decisiones “de urgencia”. Se critica lo disparatado de la decisión.
Sea como fuere lo que no puede quedar duda alguna es que esta carta, fechada el 4 de mayo, y dirigida a los hermanos Gasol, no va a tener ningún impacto en los menús que les quedan a esos niños de aquí a fin de curso, cerca de mes y medio más. Si lo tiene seré el primero en aplaudir unos cambios que solo pueden mejorar el actual panorama.
¿Y si les aplicamos los criterios nutricionales de la OMS a los menús de Telepizza y Rodilla?
Hace ya un tiempo contábamos en este mismo canal los criterios nutricionales que la OMS sugiere usar para contrastar la idoneidad nutricional de un producto en base a su pertenencia a 17 posibles categorías de alimentos. Y si dentro de esa categoría el producto rebasaba o no ciertas rayas rojas nutricionales -en concreto sobre su densidad energética, contenido de azúcares, edulcorantes, grasas, grasas saturadas, y sal- el producto debería ser considerado como no adecuado para niños.
Pues bien, con ese documento en una mano y con la información nutricional aportada por la propia empresa Telepizza en la otra, se puede decir que, salvo el agua -cuando la hay- y las ensaladas -lo mismo-, ni uno solo de los productos ofertados en los menús de Telepizza superan el filtro de la OMS como productos adecuados para niños. Como muestra, los kilos ganados por algunos de los beneficiarios, algo especialmente peligroso cuando se sufren ciertas patologías.
En el caso de Rodilla es imposible averiguarlo ya que no ofrece esta información en su web (o yo al menos no he sido capaz de encontrarla). Esto es lo que suele pasar cuando se contrasta el valor nutricional de los servicios de comida rápida -otros dicen basura- con filtros objetivos: la verdad termina saliendo a la superficie como un corcho en el agua.
Juan Revenga es dietista-nutricionista, biólogo, consultor, profesor en la Universidad San Jorge, miembro de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN) y un montón de cosas sesudas más que puedes leer aquí. Ha escrito los libros “Con las manos en la mesa. Un repaso a los crecientes casos de infoxicación alimentaria” y “Adelgázame, miénteme. Toda la verdad sobre la historia de la obesidad y la industria del adelgazamiento” y -muy importante- es fan de los riñones al jerez de su madre.
Así se hace hueco la comida basura en los menús escolares
Estados Unidos, noviembre de 2011. El Congreso revoca una iniciativa de Michelle Obama: la primera dama estadounidense, abanderada de los hábitos saludables durante el mandato presidencial de su marido Barack, tenía la esperanza de que el Congreso le diera la razón y, de esta forma, hacer constar que la mísera cantidad de salsa de tomate presente en una porción de pizza servida en los comedores escolares, no fuese considerada como una ración de verdura. No lo consiguió, y la pizza que habitualmente se servía a los niños y adolescentes sería considerada como portadora de una ración de verduras u hortalizas. Los artífices de esta absurdez fueron los grupos de presión de la industria de los ultraprocesados, congelados y demás. Ya ves, una porción de pizza congelada de prosciutto, hasta las trancas de “queso” fundido y de cualquier embutido innoble, igual a una ración de brócoli. Los americanos sí que saben jugar al Scattergories: si defines pulpo como animal de compañía, ganas la partida.
Hace años reflexionaba sobre estas cuestiones sin sentido y terminaba sosteniendo, al despedirme en aquel post, que “estas cosas sólo pasan en Estados Unidos… hasta que llegan, y no creo que falte demasiado tiempo para terminar cayendo por aquí en estulticias de semejante envergadura. Ya estamos maduros para ello”. Imaginemos que al final esta jugada de la comunidad de Madrid sale más o menos bien, e imaginemos que un gobierno del color político que sea termina por validar las memeces que se han dicho sobre estos menús: que si validados nutricionalmente, que si variados, que si ajustados en vitaminas y minerales... ¿qué les impedirá en breve estar en todos los colegios o escuelas, sobre todo si tienen de su lado a la Fundación Española de la Nutrición?
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