Anuncios navideños que nos hicieron reír (o morir de vergüenza)
Recordamos algunos anuncios navideños que forman parte de nuestro imaginario colectivo y que nos emocionaron, hicieron reír o daban tanta vergüenza que los borramos de la memoria como mecanismo de autodefensa.
Ya está aquí la Navidad. En realidad lleva ya un mes a juzgar por la pirámide de turrones del supermercado. Pero ahora sí que sí, ya es Navidad. Lo notamos cuando empieza a ponerse imposible reservar en un restaurante; el dinero te dura menos y las marcas míticas lanzan sus spots. Anuncios, muchos anuncios por todos lados, más elaborados que el resto del año y que intentan por todos los medios tocarte la fibra (con resultados más o menos acertados, y algunos realmente risibles cuando dejas pasar un poco de tiempo).
El Almendro o Freixenet son dos buques insignia de la publicidad navideña de productos alimenticios. Todos conocemos sus claims, sus canciones o los rasgos más característicos de sus spots: el estreno de sus anuncios es históricamente el pistoletazo de salida de las fiestas. Sin embargo, aunque estas dos marcas son las más populares, ni fueron las únicas que hicieron anuncios míticos en su día. Recordamos algunos spots navideños que forman parte de nuestro imaginario (o nuestra mente ha borrado como mecanismo de autodefensa).
El Almendro
Su canción, su archiconocido Vuelve a casa por Navidad, y esos reencuentros de abrazos apretados forman parte del recuerdo de los españoles, además de ser unos auténticos visionarios de la tendencia publicitaria actual, esa que pone el foco en los sentimientos y no en el producto. Llevamos décadas en España viendo estos anuncios que siempre repetían fórmula: el hijo o la hija, que está fuera durante todo el año, vuelve a casa por Navidad. Una casa de familia tradicional (padre, madre, hermano o hermana y abuelos).
La madre suele aparecer en la cocina o portando la bandeja de turrones. Todos parecen felices, pero nos olemos la tostada de que no es verdad. Ella, la madre, está tristona porque le falta uno de sus hijos, que aparece justo para tomar los turrones igual que hizo el año pasado, y el anterior, y el anterior, y el otro. Lo de aparecer sin esperarlo lo hace cada año, pero o su familia le sigue muy bien el juego, o son Dory, la amiga de Nemo, porque al verle a todos les da un vuelco el corazón. Se abrazan y se sientan a comer turrón del blando. No le han guardado cordero porque dijo que no iba a venir, pero no importa, porque seguro que el chiquillo se ha comido un sandwich “vegetal de atún” en el Alsa.
Esta campaña de 1987 refleja la línea que durante estos años ha seguido la marca. Me declaro fan de la madre, que se está poniendo fina a turrón ella sola en la cocina pensando en sus cosas. Poco me parece: si yo tuviese una familia que necesita a cuatro de sus miembros -con sus dos manitas cada uno- para mover una figura del belén, no te digo yo que en vez de al turrón me entregase al aguardiente.
El Almendro ha ido modernizándose, pero el trasfondo es el mismo. Este año, sin perder las ideas del reencuentro, los abrazos y el jingle, el spot ha dado un punto de vista actual de lo que está pasando. Francisco Javier Rodríguez, director general de marcas en Delaviuda Confectionery Group, habla de adaptarse para tener notoriedad: “Es el momento de hablar no solo de gastronomía, sino de emociones y veo una tendencia muy fuerte en la publicidad gastronómica en esta dirección. La Navidad es la época más difícil para ser relevante porque se publicitan muchísimas cosas”. Y qué mejor manera de viralizarse que tocándonos la patata con la morriña que da la ausencia de ese familiar que ha tenido que buscarse la vida fuera. La diferencia es que ahora no se van a hacer de currelas, sino que se dedicaban a la investigación contra el cáncer y se tuvieron que ir porque aquí les pagaban la beca en Risketos.
El Panal
En 1974 esta marca de turrones quiso contar una leyenda en 18 segundos, pero tuvieron que resumirla tanto que les salió regular. Para compensarlo, remataron con un claim que te lo puedes tomar como una invitación al adulterio o como una sugerencia para acabar el año haciendo la conga en una jaima: "Conquiste con turrones El Panal a los nuevos califas". Pues eso, que no importa que seas de Soria, con este turrón puedes vivir tu propia pasión turca navideña.
Turrón de chocolate Suchard
“En estas Navidades, turrón de chocolate, en estas Navidades, turrón de Suchard”. ¿A que lo habéis cantado? La propia marca siempre ha tenido muy claro quién es su consumidor objetivo: los niños (a ellos se refiere el famoso “llevan un año esperándolo”). También se dirige unas compradoras irrefutables: las madres; en 1996 decían explícitamente “¡Avisen a las mamás!”. Es curioso que revisando los anuncios de antes del siglo XXI siempre representasen a una familia monoparental materna y, si aparece un padre, era Papá Noel. Que no queremos nosotros insinuar nada. No, por favor.
En este spot de 2011 ya se incluye a la familia (tradicional) al completo y en 2018, como ha pasado con muchas otras marcas, se ha hecho un spot más inclusivo y diverso. Familias de distintos tipos, padres y madres que pasan tiempo con sus hijos poniendo excusas laborales a otros compromisos: otro tema que nos toca el corazoncito: la conciliación familiar. Lo que no cambia es que Suchard sigue mostrando el producto como un turrón cuyo hábito de consumo pertenece a los niños (aunque nos consta que algunos de los que militaban en las filas Suchardianas en los 80 siguen al pie del cañón, como si lo del anuncio no fuera con ellos).
Freixenet
¿Alguien no recuerda al menos un anuncio de esta marca? ¿Alguien no tiene en mente a las burbujas correteando de un lado a otro de la pantalla y a los famosísimos de turno rodeados de brillibrilli diciendo a cámara “felices fiestas con Freixenet”? Si la respuesta es no, es que te llamas Gurb.
La primera aparición de Freixenet en televisión fue en 1977. Liza Minnelli nos deseaba “con su show y Carta Nevada, felices fiestas”. Botellas descorchándose, copas brindando, Minnelli en éxtasis, cabaret, baile y un público elegantemente vestido, pero sin burbujas. Fue al año siguiente, en 1978, cuando se incorporaron estos personajes al mundo Freixenet.
Visto con perspectiva, la música, el ritmo, las burbujas Harpo Marx corriendo de un lado a otro dando grititos, le da a todo un toque bastante surrealista, pero hay que entender las cosas en su contexto. Martina Obregon, CMO en el Grupo Freixenet, lo explica: “Hace cuarenta años crear estas burbujas y trabajar con famosos fue una idea brillante. Esta idea nos hizo ser lo que somos hoy en día en el mundo, pero hace cuarenta años España salía de una situación política difícil, lo aspiracional era esto”. Efectivamente, a los españoles nos encantaba aunque no conectásemos con nada. Era puro entretenimiento y espectáculo.
Con este tipo de spots pasaron artistas de todas las categorías, nacionales einternacionales. Norma Duval fue más Freixenet que nadie y repitió dos años, en 1982 y en 1991. Y Plácido Domingo cantó junto a Ana Obregón -sí, ella también cantó-, en 1984. Antonio Banderas y Sharon Stone; Nacho Duato y Andie MacDowell o Meg Ryan fueron algunas caras que nos felicitaron la Navidad con Freixenet. Hemos visto tantas veces esos anuncios que con el despiporre de abrir la tercera botella podríamos haber tenido a cualquiera de estos famosos en casa y, en lugar de asombrarnos, les hubiéramos dado una cucharilla y una botella de Anís del Mono para que se apuntaran a cantar villancicos.
La Gula del Norte
La Gula del Norte comenzó en 1993 su andadura de los spots en televisión y durante tres años hicieron anuncios con actores anónimos. En este de 1996 no podía haber más tópicos por segundo: el marido llega a casa, la mujer es la encargada de las tareas del hogar, es ella quien ha preparado la cena, ha estropeado una camisa, el perro se ha comido los discos favoritos de ópera del hombre -que planchar camisas no sabe, pero que quede claro que es refinado- y sus entradas para el partido (porque también es un hombre de gustos populares). Pare rematar, el domingo comerán en casa de “su madre”, la de ella, que por el tonito imaginamos que esto le gusta menos que Monteverdi y el Real Madrid.
En 1997 La Gula del Norte comenzó a contar con caras conocidas. A partir de este momento son las celebrities quienes cocinan y comen este producto económicoy lo ponen en sus mesas hasta en Navidad. Los primeros en aparecer fueron Alfredo Landa o El Tricicle, y Rosa Maria Sardà fue la primera “embajadora” femenina de la marca con un anuncio navideño donde había un pique gastronómico con su vecina. La segunda cenará “pato a l´orange”, en cambio, Sardà está encantada de cenarse su sucedáneo de angula. “Buenísimas y muy fáciles de preparar”, dice. “Baratas y hechas en dos minutos” quedaba poco glamuroso para un producto “navideño”, claro.
Coca-Cola
Paz, amor y gente sentada en el césped. Que algo con una estética tan hippiosa anuncie precisamente Coca-Colasuena a oxímoron. Bill Backer, creativo de la agencia McCann Erikson, fue el creador de eslóganes míticos de la marca así como de introducir esta canción en el spot. Este jingle nació como “BuytheWorld a Coke”, (“Cómprale una Coca-Cola al mundo”).
La idea de todo esto surgió tras un incidente en el vuelo que llevaba a Backer de Nueva York a Londres. Había mucha niebla y el avión tuvo que aterrizar en Irlanda, lo que obligaba a los pasajeros a pasar allí la noche. No había alojamiento para todos y algunos prefirieron quedarse en el aeropuerto. Backer vio cómo muchos pedían Coca-Cola y tras la frustración y el mal humor del primer momento, comenzaron a surgir conversacionescómplices y alegres. Entonces se le ocurrió la frase “me gustaría comprarle una Coca-Cola al mundo y hacerle compañía” (la historia dice que apuntó la frase en una servilleta, ¡benditos sean los fabricantes de servilletas de bares del mundo, en todas las leyendas alguien apunta algo guay en una!). Cuando llegó a Londres comenzó a trabajar en este tema junto a Billy Davis y Roger Cook. Primero fue un jingle interpretado por el grupo The New Seekers, y más tarde acabó siendo una canción versionada por varios artistas. El spot en cuestión salió en verano, esta es la versión original, peromás tarde retomaron la idea y la readaptaron para la campaña navideña. Se convirtió en una de las más recordadas de todos los tiempos.
Otro éxito de la Navidad con Coca-Cola también brillaba por su sencillez de producción. En 1993 la compañía americana nos felicitaba la Navidad con un spot que versionaba el mítico“Jingle Bells” y lo presentaba casi como un karaoke. Y a los españoles de los 90 los karaokes y los villancicos nos encantaban.
Mientras aquí cantábamos el “Siempre Coca-Cola”, en otros países ya estaban flipando de lo lindo con el oso polar animado, que no llegó a España hasta1995.
Siempre me pregunté por qué un oso bebiendo Coca-Cola. Pues bien, la idea de animar al oso polar, que ya había anunciado estos refrescos en una campaña impresa en 1922, surgió gracias Morgan, el cachorro labrador Retriever del creativo Ken Stewart, como se explica aquí mismo. Stewart comparaba a su mascota con un oso polar, así que cuando lo vio conectó la idea de poner osos viendo auroras boreales como si estuviesen en el cine (donde se toma Coca-Cola y donde querían fomentar su consumo).
Aunque, claro, si hablamos de campañas navideñas, no hay un personaje publicitario más famoso que el propio Santa Claus. Santa ya existía, pero su aspecto universal actual, ¿a quién se lo debemos? Claro, a Coca-Cola. En 1931 la agencia de la marca le encargó al dibujante Haddon Sundblom una adaptación del personaje de San Nicolás que encajase con los valores de la marca para una publicidad impresa. Et voilà! Aquí puedes leer la historia completa.
Rondel
Este spot es uno de los primeros intentos significativos por hacer que el cava sea “joven y alegre como tú” y no elegante o aburrido. Salen bares y fiestas de jóvenes haciendo cosas tan alegres como sentarse en un sofá de todas las formas posibles: en el respaldo, en el suelo, recostados… porque eso es lo que hacen los jóvenes cuando se lo pasan bien, ir a un bar a tomar cava y sentarse en el suelo o pisar la tapicería.
También otra cosa muy de joven alegre es ir a un concierto y hacer “uh uh” con el brazo. En aquella época yo era demasiado joven para ser crítica con este anuncio y me pareció perfecto. Quería ser la burbuja Rondel amarilla porque baila súper bien, pero me temo que entre los jóvenes a los que iba dirigido caló más la cancioncilla que tomar cava en un pub.
Bombones Trapa
Ruiz Mateos aparece en esmoquin a coger unos bombones Trapa mientras, a juzgar por la luz que entra por la ventana, a los vecinos se les está quemando la casa. Él tiene otro fuego que apagar, el de Isabel -supuestamente- Preysler a la que agasaja con los bombones y unos versos mirándola a los ojos: “Tómate un Trapa, Isabel, y que no se entere Miguel”. Piel de gallina, tías. Se refiere a Miguel Boyer, la pareja por entonces de Isabel Preysler, también ministro de Economía y Hacienda cuando Ruiz Mateos fue expropiado y al que propinó un golpe al grito de “¡Que te pego, leche!”. En otro momento de sutileza creativa, alguien decidió que era guay que este hito inspirase el claim “¡Que te atrapo, leche!”.
Antes de comer el bombón, ella le da las gracias: “¡Qué detalle, marqués!”, porque Ruiz Mateos era marqués de Olivara, y piensa: “¡Me tiene atrapada!”, pero esto lo sabemos solo nosotros porque lo dice con eco, que es como suena la voz de la conciencia, un poco como si nos hablase desde la Catedral de Burgos. Vistos los acontecimientos, entendemos que esto no le funcionase a Ruiz Mateos y acabase como acabó. Él no sabía por entonces que los bombones que a la Preysler le gustan son los Ferrero Rocher.
1880
Si hay una campaña aspiracional en la historia de la publicidad española, es la de este dulce, cuyo eslógan asegura que es “el turrón más caro del mundo” (sin decir si está bueno ni nada, porque para qué: si es el más caro lo peta seguro). Entre ese modesto mensaje -y unos oropeles que podrían dejar ciega incluso a Inma de Gran Hermano- triunfaron año tras año durante décadas, sin que nadie sacara a sus creativos de esa pesadilla de cueva de Alí Babá. Además, en un giro completamente inesperado de los hechos, resulta que al final tampoco es tan caro.
El Lobo
“Ya lleeega, la Navidad -fe-li-ci-dad-, el Loooobo, que gran turrón -de-Na-vi-dad…” así empezaba uno de los jingles más conocidos de las navidades setenteras (y ochenteras, y noveteras). Este lobo, en lugar de dedicarse a aullar por las montañas y zamparse ovejas descarriadas, hacía de pastorcillo del belén -máxima ironía-, de Papá Noel, campanillero o lo que hiciera falta, que más que un lobo parecía autónomo. El producto sigue existiendo, y aunque hace años que no se anuncia por la tele su canción sigue grabada a fuego en el cerebro de todos los que la sufrimos año tras año.
Antiu Xixona
La evolución de la publicidad de esta marca escapa a toda lógica: pasaron de un mensaje de elegancia juvenil con promesas eróticofestivas a un montón de niños tocando la bandurria y dando saltos como sapos borrachos (primero en dibujo animado, después en un 3D que ha envejecido francamente mal). ¿Serán los hijos de los repeinados del primer anuncio? Nunca lo sabremos, ni tampoco por qué la canción se pega más que un chicle al pelo.
Campofrío, un caso de éxito
Campofrío
Acaban de estrenar La tienda LOL, un anuncio que trata del humor y sus límites, pero Campofrío lleva años apostando por campañas que pretenden reforzar el ánimo y el sentimiento de pertenencia. Durante el periodo más duro de la crisis económica que vivía España, los spots de esta marca empezaron a ser ese coach que te dice “¡Pero si eres la leche!”. “¡Tú puedes con todo!”. “De esta también vas a salir”. Así que en 2011 la marca de embutidos eligió a los cómicos más representativos del país como icono de la alegría, el positivismoy las ganas de vivir acudiendo a un cementerio, que representaba la negatividad y el “¡me cago en mi vida!” por el que muchos pasábamos en aquel momento. El objetivo era reunirse alrededor de la tumba de Miguel Gila, el gran maestro para ellos, y una de las pocas personas que nos ha sacado una carcajada a los españoles de todas las generaciones, condición social e ideología.
Esta misma dirección han seguido desde entonces hasta ahora. Con la conexión emocional como herramienta, apelan al sentimentalismo, hacen balance del año -tan típico de estos días-, recuerdan a los que no están y mueven a celebrar que todavía estamos. Así llegaron spots como “El currículum de todos”, de 2012, o la campaña de 2014, año en el que se incendió una de las mayores fábricas de Campofrío, y España no acababa de salir de la crisis. El anuncio, en la línea de siempre: estamos bien jodidos, pero ¿y lo que nos reímos?
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