Masala 73, el bar de currys que nació en un camión
El plato tradicional indio por definición es el protagonista de la carta del nuevo proyecto de Jordi Aros y Kuldeep Singh. Para acompañarlo, naan, pakoras y diferentes propuestas con guiños a otras cocinas del mundo.
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Ay, qué chispa tienes. Masala 73 es un curry bar que acaba de abrir en el Eixample barcelonés. Lo han montado Jordi Aros, un chef ejecutivo que se enamoró de la cocina india durante sus viajes por el país, y Kuldeep Singh, cocinero autodidacta que lo aprendió todo sobre la cocina tradicional de su madre y su abuela. Ambos se conocieron trabajando en un gran grupo de restaurantes de Barcelona, y decidieron montar juntos Masala 73, un food truck de aspecto setentero donde la esencia de la cocina de la India se mezclara con técnicas de cocción actuales, trabajando siempre con ingredientes de proximidad, para mejorar aún más el resultado.
Ya estáis los modernos con lo de comer de pie por la calle. A la gente normal nos gusta comer sentados.
Es que este Masala 73 es el restaurante especializado en curry que abrieron cuando se dieron cuenta de que en la ciudad había un nicho de mercado (y, de paso, podrían producir lo que vendían en el camión en su propio espacio, en lugar de alquilar una cocina para cada evento que se llevaba un buen pellizco de los beneficios). Así que puedes comer sentado y hasta ir a lavarte las manos, so burgués.
Me alegro de que se hayan convertido en cocineros de bien. Bueno, ¿y ahí qué dan?
Pues muchas cosas. Para empezar mandan de viaje a Mumbai a la bomba de la Barceloneta, preparándola con patata, garbanzo y guisantes y sirviéndola sobre un lecho de salsa brava y mayonesa de curry: crujiente por fuera, melosa por dentro y con una salsa ligera y alegre pero sin pasarse de la que te podrías tomar una taza entera. También tienen una pakora de verduras muy bien frita con harina de garbanzos y especiada con garam masala.
Se sirve con chutney de cilantro y menta, -una salsa de la que al principio también te ponen un cuenquito junto a otro de chutney y otro mejunje muy rico, rojo intenso y picante con unos papa dums-, que las refresca y aligera. Y cómo olvidar el taco, un guiño a México con secreto ibérico de bellota estofado despacito al curry vindaloo, con cebolla encurtida y cilantro fresco, servido en un pan chapati hecho por ellos.
¿Y de comida de verdad? Porque yo soy de comer-comer.
Podríamos discutir largo y tendido sobre por qué crees que los entrantes no son comida, pero bueno. Los platos fuertes son los guisos de curry y una pluma ibérica de bellota marinada con yogur y especias que cocinan en el horno tandoor y se deshace en la boca. Está pensada para compartir, la ración es más que generosa (casi todas lo son, de hecho).
El curry de verduras era para ponerse de pie y arrancar una ovación cerrada: cocinan las verduras de temporada por separado y al dente -el punto es perfecto- y las sirven sobre una salsa korma suave y ligeramente dulzona gracias al anacardo y la leche de coco. También tienen uno de pescado, pero no lo probé porque me debo a mis lectores pero mi estómago tiene un límite de capacidad.
Con toda esa salsa y nada para mojar, qué pena.
Qué dices, eso sería un pecado hasta para Ganesha. Puedes empapar todas esas delicias semilíquidas en arroz basmati o un cheese naan preparado en el momento. No te pierdas este pan plano hecho al tandoor: cuando te encuentras un trocito de queso fundido en la boca da un gustirrinín que no veas. También tienen una raita -crema de pepino con yogur, cilantro y menta, posible prima lejana del tzaziki griego- frescachona y sabrosa.
Igual que tu amigo Jordi, no tienes ningún espíritu crítico. Todo te parece bien.
Es que no me das tiempo, angurrias. Aunque en general estaba todo realmente bueno, hubo un par de cosas que me flojearon un poco. La sopa de lentejas no tenía demasiado sabor, estaba un poco plana y ganaría mucho con un buen caldo de verdura como base y más especias, y tal vez estaba un poco corta de sal. Su curry de cordero curry de cordero de Madrás, con menta, hinojo, yogur y jugo de cordero, son realidad unas albóndigas en una salsa española un poco especiada. Entre una carta con sabores tan potentes queda un poco apagada, y es una pena porque la textura de las albóndigas es como para usarlas de almohada de lo tiernas que son. Iugal que te digo eso de la primera vez que fui, te digo que la segunda ya lo habían corregido todo.
Seguro que bebiste para olvidar este drama.
Si te digo la verdad, no. Fui a comer y tenía que trabajar por la tarde, así que me limité a beber agua de kilómetro cero: o sea, filtrada en el propio restaurante. Pero también tienen cervezas indias Kingfisher y Cobra, y cuatro referencias de vino: dos tintos y dos blancos.
¿Solo 4 vinos? Qué poca clase.
Pues me parece que tiene todo el sentido: es una apuesta informal y en la India no se bebe vino sino cerveza, así que con tener alguno para adaptarse al gusto local ya van más que servidos.
¿Y postres, tienen? Porque yo sin algo dulce al final es como si no hubiera comido fuera.
Serás la única persona capaz de hacer que un dulce te amargue y petar el refranero nacional. Tienen dos postres: unas bolitas fritas de harina y leche empapadas en almíbar que se llaman gulab jamun, que sirven con leche de coco y helado de canela, y un carrot cake con una crema de zanahoria que se llama gajarela cuya textura me enamoró y helado de pistacho. Los helados son de los que prepara Massimo Pignata en DelaCrem, señal de que nada puede ir mal ahí. También tienen un té especiado con leche que a mí me pareció demasiado dulce, pero supongo que es porque yo lo tomo solo.
Todo eso costará un pastón.
Pues la verdad es que no: puedes comer a la carta por 25 euros (o menos). Lo mismo que vale el menú Maharajá, en el que pruebas gran parte de su oferta y te pones como un ídem. Pero el del día, que incluye un bol de curry de carne o verdura, una ración de dal, ensalada bebida y postre tampoco está nada mal, y sale por unos módicos 11 euretes.
Pues oye, igual hasta me acerco a probarlo.
Yo de ti lo haría. Igual te mejora el humor.
No lo creo.
Yo tampoco.
Masala 73. Calle Muntaner,152. Barcelona. Tel. 93 797 87 02. Mapa.
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