Menos 'jäger' y más licores locales
Pacharán, licor café, orujo o anís: los protagonistas primigenios de las resacas nacionales son una alternativa frente a la invasión del licor alemán. Te recomendamos las mejores marcas.
Como cuando Bart Simpson invadió Springfield de lagartijas de árbol boliviano, los gintonics asaltaron la sobremesa española hace años, desplazando a los protagonistas tradicionales del chuzante ritual. Los tapetes de nuestras abuelas nunca antes habían visto tal festival de ingredientes rarunos, cucharas trenzadas en tirabuzón invertido, equilibrismos de bartender, embate de limón de los Andes, tónicas super maxi premium, aromas de toffee, regalices, pomelos o ensaladillas rusas.
Mientras, en las noches españolas fue ganando terreno otro licor que los nazis utilizaban como anestésico y con nombre de general del escuadrón suicida: Jäger. Jägermeister se ha incorporado a nuestro vocabulario desde hace años como Wolfgang Schäuble, o el nombre de cualquier cargo alemán de finanzas. También tienen un efecto parecido al de los políticos germanos: cuando ves aparecer a un amigo con dos chupitos en la mano, en el candor de la noche, te empiezan a temblar hasta las pestañas.
Las modas van y vienen –¿os acordáis del tequila?– pero los clásicos permanecen. Así que vamos a hacer un recorrido reivindicativo por los licores patrios, esos que llevan clausurando nuestras comidas desde hace siglos. Para que no andéis desnortados, vagando como zombis por vuestra bodega de cabecera, pedimos a la mítica tienda de licores Mariano Madrueño que nos recomiende una marca de cada.
Pacharán (patxaran)
En Navarra y el País Vasco lo del buen estómago no es un mito. Así que a varios pintxos le siguen los digestivos, y lo de las propiedades salutíferas del pacharán no es una excusa actual para ponerse lamecharcos. Consta, por ejemplo, que la reina Blanca de Navarra se tomó en 1441 este licor de endrinas para librarse de su dolor de estómago.
En el Trivial Pursuit también podría salirte que en 1956 a Ambrosio Velasco se le ocurrió que lo que llevaba siglos en la sobremesa de los navarros podía gustar en el resto de España. Bendito Ambrosio. Y le puso un nombre comercial que seguro que os resulta conocido: Zoco. El pacharán es un acto social, y dicen que combina con casi todo: hay navarros que lo combinan con Kas de naranja.
Pacharán ecomiendado: Baines Oro.
Licores de hierbas
Los típicos suelen ser los malos, los abrevaderos de matarratas que suceden al menú del día o el que tiene tu cuñado, de elaboración casera y que bien se podría utilizar como desinfectante del alcantarillado de Gotham o como combustible para un comefuegos.
Pero, por supuesto, los hay buenos y también muy buenos. Los licores de hierbas son los más recomendables después de comer, porque cubren la digestión con santidad terapéutica. El licor de hierbas es el anticongelante de los coches. Es la clásica paradinha que precede a la copa cuando parece que al final la tarde se te va a complicar.
Licor de hierbas recomendado: Martín Códax.
Licor café
En Galicia el licor café se hace diferente en cada casa, como la normativa del Parchís. Por ejemplo, en la mía se juega con aguardiente, vino tinto, café, azúcar, hierba luisa y cáscara de naranja. No es la fórmula universal, pero en el licor café cada uno pone al servicio de la causa lo mejor de su creatividad y recursos.
Existe una regla de oro básica si tu anfitrión tiene procedencia gallega, y es no vilipendiar al chupito después de comer. Porque lo sacamos del congelador con el orgullo de los que le abren una cuenta de Facebook a su hijo recién nacido. Y en los bares, más de lo mismo. Cuando el camarero te deja esa botella de densidad volcánica sobre la mesa sabes que ahí ya no hay vuelta atrás. En los furanchos se han visto botellas de licor café que ya te saludan al entrar, como en un concurso de citas a ciegas presentado por Carlos Sobera.
Existe un grupo de Facebook que dice que el licor café es un invento gallego para exterminar al resto de la península. ¿Recordáis el famoso cuento de Augusto Monterroso? Dice algo así como: “Cuando despertó, la resaca de licor café todavía estaba allí”.
Licor café recomendado: Ruavieja.
Aguardiente de orujo
De bebida barata, popular y plebeya –ese orujo que corría anónimo por los bares, más seco que un filete de pollo a la plancha de hace cinco días–, se han convertido en algo más sofisticado con el paso de los años (lo contrario hubiera sido difícil, la verdad). En Galicia el aguardenteiro ambulante cargado con su pota era un clásico. Hoy perviven tremendos aguardientes de orujos que siguen siendo capaz de tumbarte si no vienes de casa preparado.
Aguardiente de orujo recomendado: Porta do Miño.
Anís
Hay quién dice que el licor de anís es el nuevo gintonic –todo es susceptible de convertirse antes o después en el nuevo gintonic, incluso las croquetas de tu madre–, pero lo cierto es que el anís seguirá sin servirse en tarros de conserva con un bouquet de flores y frutas más variado que el sombrero de Carmen Miranda.
Y ahí precisamente radica su encanto: el anís sigue impregnado de ese aroma viejuno, de mueble-bar, de tapete de mus, de cuenta en papel de estraza, de rosquilla rellena de tu tía Enriqueta, de elemento de percusión en cena navideña, de obreros rebajándolo con vaso de agua, de palomita, de rascar la etiqueta para descubrir nombres ignotos y memorables homínidos. Chinchón, cazalla, ojén…los anises reconfortan, y el olor impregna estancias como un adolescente que viene de entrenar.
Anís recomendado: Anises Machaquito y Anises La Castellana.
Absenta
Si te gusta amanecer en bodegas de pesqueros mercantes noruegos con jeroglíficos tatuados, reencontrarte con tus fantasmas, o reinventar la pintura barroca, la absenta es tu bebida. Recordemos que la absenta, el ojo de Palpatine de la bebida, tiene una graduación que llega hasta los 85 grados. En 1915 se prohibió, por sus efectos alucinógenos, primero en Suiza, luego Francia, Gran Bretaña y después fue cayendo uno tras uno en el resto de países europeos.
Se macera y destila a partir de plantas aromáticas y raíces, concretamente el ajenjo y el regaliz. Y aunque no tiene origen español, sí hay absenta española desde hace muchos años. "Se reclama entre los más jóvenes y se ha puesto de moda hace poco", nos confirma Hugo Cossio, responsable de Mariano Madrueño.
Absenta recomendada: Lehmann. Aconsejan beberla así: “Primero, se vierte el líquido sobre una copa con una cucharilla especial de absenta con dos terrones de azúcar. Se enciende el azúcar impregnado de absenta de forma que se incorpora el fuego a la copa creando una maravillosa llama. Cuando ésta decae, se añade agua fría, se revuelve y ya podemos degustarla. También podemos optar por combinarla en diferentes cócteles”.
Licor de madroño
Todo aquel que haya pasado por la capital tiene, vía constitucional, una foto –generalmente, de pequeño y obligado por sus padres–, enfrente de una osa del escudo de armas de Madrid encaramada a un madroño en la Puerta del Sol. Del fruto del madroño proviene, sin ápice de sorpresa, el licor de madroño, una receta artesanal. Dicen que bebértelo es ingerir la historia de Madrid.
Licor de madroño recomendado: Oso y El Madroño.
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