El infierno de las pizzas monstruosas
Probamos las pizzas a domicilio más locas, con volcanes de queso rosado y nachos, hamburguesas, lasaña con ketchup, salsas dulces y nombres llenos de zetas. Así tú ya no tendrás que hacerlo.
Dejé de pedir pizza de franquicia a domicilio más o menos cuando Pizza Hut presentó en sociedad su Rolling Pizza, ese engendro de masa coronada por un borde relleno de queso.
Leo en la web de Pizza Hut que de aquello hace 20 años. Es posible que la Rolling tuviera algo que ver con mi desapego, que no sea pura coincidencia.
No me las quiero dar de exquisito: a lo largo de estas dos décadas sí he comido pizzas de supermercado y, aunque también he hecho alguna, lo que más éxito ha tenido entre familia y amigos son las pizzas de algún restaurante italiano con servicio para llevar.
Vaya por delante todo lo anterior para aclarar que en pizzas a domicilio soy como un viajero en el tiempo recién llegado a un futuro distópico, un astronauta que acaba de aterrizar en un planeta de seres mutantes. Afortunadamente me he perdido la evolución del género: todo es nuevo para mí.
Es fácil imaginar como me sentí cuando mi amigo Abel puso ante mí un folleto de Telepizza –el secreto está en el Almax– en el que aparece una fotografía difícil de descifrar. Una mano agarra un totopo que chorrea una crema de color salmón, contenida en un crater de masa rodeado por una comunión de jalapeños, más totopos y carne picada apta para consumo canino.
En el texto que cubre la fotografía se anuncia la Vulcano con jalapeños con “deliciosa salsa jalisco, chiles de jalapa, carne de vacuno y nachos con paprika para dipear en el irresistible volcán de queso cheddar”. Una frase entre exclamaciones me invita a compartir esa pizza con “los míos” (como si les quisiera causar una indigestión).
En seguida comprendo que ese volcán de cheddar será mi Snæfellsjökull, el volcán por el que empezaba el descenso al centro de la Tierra según Julio Verne. Pero también comprendo que yo descenderé a un infierno de masas indigestas, quesos insípidos y salsas dulzonas.
Así fue como el lunes de la semana pasada –tengo la fecha grabada a fuego en una úlcera gástrica–, pedí cuatro pizzas para realizar una investigación a medio camino entre la antropología y el masoquismo. Ah, no pedí ninguna de Pizza Hut, lo mío con la masa Rolling es irreconciliable y, además, en estos veinte años Domino's ha dominado el mercado absorbiendo a Pizza Hut.
Esto es lo que pasó.
VULCANO CON JALAPEÑOS, TELEPIZZA
Además de parecer un Popocatépetl deslucido, con el crater inundado del repugnante fluido asalmonado, de la Vulcano con Jalapeños se puede decir que es aún peor de lo que parece. Los totopos saben a cualquier cosa menos a maíz, las bolitas de carne son demenciales y el fluido asalmonado tiene de cheddar el nombre. ¡Podían haberle llamado queso fluido asalmonado! La masa es terrible, sabe a nada, y para mantener la forma de crater necesita tener debajo un bol de aluminio que estaría más aprovechado para recoger el agua de las goteras de un desván abandonado. Si debiera encontrarle una virtud, sería lo picante de los jalapeños. Un picante que aumenta en cada bocado y que, por suerte, borra de tus papilas gustativas el sabor del resto. Algo así como un fracaso gustativo autofagocitado.
CREMOZZA ESTILO BOURBON, DOMINO'S PIZZA
Esta maravilla es una de las cosas más dulces que he comido en la vida, más que la caramelizada que sigue. La responsable del dulce radical es una suerte de salsa barbacoa a la que se le añade bourbon. Según el folleto de Domino’s lleva crema fresca, mozarella, bacon, cebolla, pollo a la parrilla y la salsa. Pero no notarás nada de eso. Notarás dulzor, un dulzor penetrante, que se pegará a tus dedos y no podrás eliminar por mucho que te laves las manos.
De nuevo, porque soy optimista por naturaleza, me obligo a encontrarle una virtud. Está en el nombre, que recuerda a una de las obras cumbres de la poesía universal: Condolezza, de Jorge de Cascante.
Técnicamente, no era una pizza, sino la mitad de la anterior. Y, la verdad, fue un error, la pedí por el nombre, pensando que se parecería a una piruleta, pero la Cremozza ya había saturado mis receptores de azúcar y lo único que sentí fue neutralidad; pesar de llevar cebolla caramelizada –de ahí el nombre– y queso de cabra. La virtud obligada –que comparte con Cremozza– la masa no es tan mala como la de Telepizza.
Así, con ‘ñ’ y ‘y’. ¿Tal vez por no ofender a castellano ni a catalanoparlantes? ¿Es la pizza de Ciudadanos?
Sea como sea, Lasañya es la peor pizza que he comido, incluso peor que la Vulcano. La descripción del folleto es tan ininteligible como las motivaciones de las personas responsables de sacarla al mercado: “tomate, topping fondi y dos ingredientes a elegir –no me ofrecieron la oportunidad– recubiertos por una fina masa, bechamel, tomate confitado –era ketchup malo– y queso gratinado al horno –y no a la llama–.”. Me pareció que pedir algo con topping fondi era tocar ídem, y así fue. Es imposible encontrar una virtud a Lasañya, no puedo.
LLEGAN LOS REFUERZOS
A estas alturas -o bajuras- de mi descenso a los infiernos de la pizza yo me rindo. Afortunadamente, Mikel y Mònica acuden a mi rescate para probar otras dos pizzas demenciales.
Mikel se atreve con una de las pizzas más disuasorias del mercado.
”Lo que dice la web de Telepizza: 'Auténtico sabor burger en cada bocado. Queso cheddar, carne de vacuno, tomate natural y pepinillos, cubiertos con una masa con topping a base de mozzarella, bacon crispy y salsa burger'. Lo que digo yo: 'Auténtico sabor agrio a cubo de basura fermentada en cada bocado. Grasa láctea con colorante naranja, detritus triturados de vaca y cuatro rodajas de tomate y pepinillos ácidos, cubiertos con una masaza incomestible con topping a base de mozzarella reseca, bacon blandurrio y salsa indefinida'.
Me encanta la pizza. Me encantan las hamburguesas. Y sinceramente, no sé qué tipo de educación alimentaria debe haber tenido un ser humano para disfrutar con este infame híbrido de ambas cosas, que repugna desde el primer mordisco y sienta como un cañonazo en el estómago. En cuanto a las personas que han ideado este engendro, entiendo que ya tienen reservado un lugar en el infierno junto a los programadores de la web de Renfe y los creadores de Mujeres y hombres y viceversa".
Mònica tampoco se anda con chiquitas y se mete hasta el cuello en este pantano de queso fundido.
Telepizza dice "Mozzarella, Provolone, Edam, Emmental y Cheddar y una base superior con la excelente salsa barbacoa de Telepizza, topping a base de mozzarella, tiras de pollo, bacon ahumado y doble ración de carne de vacuno", pero lo primero que huelo es AJO. Un ingrediente que se han olvidado de listar pero está ahí, mezclado con otros olores menos definidos como perejil, queso indefinido y grasa, encima de la pizza (y en mi salón, en el tejido de mi sofá y en mis fosas nasales, posiblemente para siempre). Me armo de valor, hago un par de fotos, corto un trozo y encierro el resto en el horno. Al primer mordisco, la grasa y la sal me colapsan las papilas gustativas. Está seca, gomosa, correosa y todas esas palabras que dice Gordon Ramsay en Pesadilla en la cocina. La supuesta capa de cinco quesos fundidos entre dos de masa –si lo de las dos capas de masa no era suficiente pista de que algo va mal– es como un tranchete chuchurrío y frío. Me decido a probar los ingredientes por separado: el pollo podría ser utilizado como arma arrojadiza (para Pitufos, son trozos pequeños) y el bacon ahumado solo sabe a sal. Pero lo que acojona más de todo es la supuesta ternera, que parece sobrasada barata, caliente, sin especiar y con tanta sal que pica en la lengua. Ahora mismo solo tengo dos cosas en la cabeza: 1) esta mierda cuesta 12,95 (de oferta). Y 2) Yo mañana quería asar boniatos y remolachas, y ahora mi horno me da más miedo que si viviera en él el payaso de IT.
Ah, me olvidaba: Mordecay, uno de los gatos con los que convivo, que no es precisamente Anton Ego –ni siquiera un posible Anton Ego gatuno, lo mismo le da a un papel de madalena que chuperretea una cuchara con restos de all i oli en el fregadero– , se ha ido al olerla. Una-pizza-abierta-y-disponible-encima-de-la-mesa, y se ha ido. Si no está enfermo o algo así, es que Telepizza tiene un problema".
LO CONTRARIO AL FOOD PORN
Sin duda, en lo que se refiere a pizzas locas, Telepizza se lleva la palma.
Y no son las únicas, ahí están la Japonesa y la Wok –tan exóticas–, la Delicheese, la Extravaganzza –otra vez Cascante– o la contradictoria Pizzalada, la masa Cheesy Pops… una pesadilla sin fin.
¿Qué es lo contrario al food porn? Probablemente, lo que Mònica, Mikel y yo nos comimos la semana pasada a mediodía. Pizzas que en una imaginaria industria del porno gastronómico serían todo un gatillazo, una toma falsa sin ninguna gracia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.