4 amb 5 Mujades: donde las verduras mandan

4 amb 5 Mujades… ¡qué nombre más feo!

No es fácil. Las ‘mujades’ son una medida de longitud que los agricultores de algunas zonas de Cataluña usaban para medir el área de sus campos.

¡Erudito!

No, no… está explicado en la primera hoja de la carta, igual que la filosofía biodinámica que siguen en este buenísimo restaurante.

La biodinámica, ¿qué es?

Una paraciencia, por no llamarle paparrucha, que relaciona agricultura con las fuerzas del universo, resumiendo mucho.

¿Son magufos?

Creo que un poco, sí. Pero eso no quita que en el 4 amb 5 Mujades cocinen como los ángeles. Apuestan por una cocina centrada en los vegetales, donde la proteína animal se reduce a jugos y salsas muy sabrosas que realzan el conjunto. Así consiguen platos deliciosos, bonitos y sorprendentes, en un ejercicio creativo y técnico bestial.

Entonces se les perdona el magufismo. A ver, cuenta…

Todos los platos que comí me parecieron de un nivel altísimo, empezando por el aperitivo de coliflor en escabeche: suave, fresco y aparentemente sencillo, estuvo magnífico para abrir el paladar. Me encantó el punto crocante de la coliflor.

A continuación comí su versión de la ensalada Waldorf: unos barquitos de apio con praliné de nueces y queso azul. Es una versión altamente adictiva de la clásica ensalada, fresca y muy sabrosa.

La remolacha a la japonesa fue un festival de sabores, quizá uno de los platos más complejos desde el punto de vista gustativo. Cuesta un poco ligar todos los matices –terroso, ácido, salado– pero cuando lo consigues, ya no hay vuelta atrás.

La ensalada de hinojo, manzana y cremoso de queso de cabra –en forma de helado– es muy fresca y sirvió de bisagra entre lz compleja remolacha y otro plato muy potente, el canelón de cuaresma. Es una especie de brandada envuelta en hoja de acelga, decorada con su penca y terminada con gelatina de bacalao que merece un monumento junto a la escultura de Botero que hay enfrente el restaurante.

Te estás viniendo arriba…

Es que disfruté mucho. Y más arriba me vine con los espárragos con puré de acelga, suero de parmesano, pensamientos y café ¡Que cocción! ¡Qué buena combinación de sabores!

Lugo desfilaron la alcachofa a la brasa –demasiado humo– con jugo de pollo y grasa de foie –un cubo, por favor–; la berenejena yakitori – un plato más tontorrón–; la gyoza de gurumelo y piñones –plas, plas, plas– y los guisantes con hoja de ostra, perfectos sin más adornos.

La cosa se puso muy seria de nuevo con las verduras al suquet crocante de pimientos y después llegaron dos platos que resumen de maravilla la cocina flexitariana del 4 amb 5 Mujades: el tupinambo al pil pil y los ‘sin callos’.

El tupinambo se reducía a una crema muy melosa, por efecto de la proteína del bacalao, y del pescado sólo se reconocía su piel. Es un plato que me entusiasmó, tanto como los ‘sin callos’, un trampantojo muy inteligente en el que un pie de rata –seta– bañada en un jugo de cocer callos evoca la tripa animal. Para hacer la ola.

De los postres me sorprendió muy gratamente el chocolate y chirivía. Claro, esta raíz dulce tiene un montón de posibilidades en el último tercio de un menú.

¿Hubo algo negativo?

Rotundamente, no.

¿Cómo andan de vinos?

Tienen una carta de vinos biodinámicos maravillosa. Yo me decanté por el blanco de la casa, un xarel·lo bastante rico.

¿Y el precio?

El menú que comí sale por 50 euros. ¿Elevado? Sí. ¿Justificado? También, la relación calidad precio es un chollo.

Pues nada, igual me convierto al magufismo.

No lo hagas, disfruta de la comida y ya.

4 amb 5 Mujades. Rambla del Raval, 45. Barcelona. Tel. 936815093. Mapa.