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Los vinos de Toro ya no rascan

Los tintos de Toro cargan con el Sambenito de ser duros y ásperos. Pero… ¿y si ya no es así? Unos cuantos tintos de la nueva ola nos demuestran que detrás de un Toro puede haber un Mimosín.

Toro en todo su esplendor
Toro en todo su esplendorCARODORUM.COM

Que si rudos, que si duros y crudos, que si "rasca, mamá". Los vinos zamoranos (con Toro a la cabeza, claro) son los reyes del cliché de la dureza. ¿A que sí? ¿A que a ti también te ha pasado? "No, yo un riojita que Toro me pica". Pues nada más lejos de la realidad. A los toros de Toro les han afeitado el pitón (toma ahí símil taurino), y lo que hasta hace unos años era –o parecía ser– magma cayendo del paladar al estómago ha pasado a ser buena estructura y tintos dispuestos a jugarse la cara ante lo más granado, premiado y laureado del mercado.

Que el viñedo zamorano está que se sale, ya no solo lo muestran las ya conocidas casas y marcas que han florecido y destacado desde comienzos de siglo (Pintia, Cénit, San Román, Numanthia o Alabaster, entre otras maravillas). Lo que demuestra el excelente estado de forma de esta tierra es la llegada, creación y hasta en algún caso consolidación de vinos y marcas jóvenes.

Y no es que lo moderno sea más fiable que lo clásico, no se me malinterprete (que aquí os gusta muchísimo malinterpretar hasta las comas). Lo que ocurre es que cuando una tierra empieza a respaldar vinos muy comerciales, que se ven por todos lados (barras, restaurantes, guías, webs…), que tienen etiquetas modernas, trabajadas y atractivas, y que encima están buenos –porque esto lo estoy dando por descontado– es cuando uno se fija de verdad en esa zona.

Bunbury –el maño con los mofletes más mordidos del panorama musical nacional–, decía no sé cuándo que él no quiere ser un raro, que lo bonito es que sus canciones sean archiconocidas, que las cante todo el mundo. Pues con el vino pasa algo parecido: lo bonito es ser capaz de crear vinos que sean conocidos y se beban por todos lados. Nada de excentricidades para entendidos.

Después de este espectacular paréntesis –podéis sentaros ya tras la ovación– volvemos a tema: Zamora. A esta tierra le han metido cuatro meneos, se le ha caído la caspa y a día de hoy alumbra algunas de las etiquetas más molonas del mercado. Por continente y contenido.

¿La clave? Nuevas caras y ganas de innovar, pero sobre todo de trabajar. La materia prima (la uva, en este caso la llamada tinta de Toro) sigue siendo la misma que hace veinte años, lo que cambia son las ganas del viticultor de hacerla más comercial y bebible.

Ramiro Carbajo, uno de los enólogos que más se conoce esta zona me decía hace unos meses en una entrevista "la uva de esta zona es muy potente y necesita que le den caña, por eso siempre utilizamos barricas nuevas que me ayudan a suavizarla y a criar vinos limpios y francos. Intento catar todos los días para ver en qué momento el vino está listo para embotellar", nos cuenta Carbajo. O sea, a currar un montón.

Uno, que tiene la suerte de probar vinos por doquier porque se dedica a esto, se ha percatado de que en los últimos años han nacido varios proyectos bonitos, saludables y sabrosos, que ya es decir, de esta zona. Esta no es ni una lista ni un ranking ni nada de ese estilo. Se trata de la enumeración de una serie de proyectos que han coincidido en tiempo y espacio y que tienen en común tres cosas: que molan, que tienen el respaldo de la crítica internacional y que destacan por su juventud y su gamberrismo. Así de simple. Simple as this, que cantaba Jake Bugg. (¡¿Que no sabes quién es Jake Bugg!? Ponte a Jake Bugg).

I don’t belive it: Incrédulo y Asterisco

El proyecto se llama Pago de Cubas y no tiene ni un lustro de trayectoria. Nació como la apuesta personal de un grupo de amigos para demostrar su capacidad de sacar adelante un proyecto de este estilo ante el escepticismo de los incrédulo. Rollo "¿a que no hay huevos a montar una bodega?". Pues los hubo y el resultado son Incrédulo (alrededor de 11€), un tinto de cepa vieja con crianza en madera y con una vestimenta que mola mucho y Asterisco (6€ aprox.), un tinto más joven con aires pop y de edición limitada.

El de autor: Sofros

Sofros nació como un revulsivo a los tintos exclusivos de Toro. La idea es elaborar buen vino a un precio asumible”, me decía hace unos meses Ramiro Carbajo, el creador de este tinto y de otros de la zona. Sofros se elabora a partir de un pequeño viñedo de 5 hectáreas con cepas de más de 80 años y solo se elaboran entre 10.000 y 15.000 botellas por cosecha. Todo un lujo. Un lujo de unos 15-16 euros aproximadamente, un precio nada elevado para a exclusividad que le acompaña.

My brave face: Matsu

Matsu es el proyecto en Toro de los López de Haro de Rioja, el grupo Vintae. Seguro que algún Matsu te has cruzado –sino bebido- ya from bar to bar, que cantaba Paolo Nutini. (¿¡Que no sabes quién es Paolo Nutini!? Ponte a Paolo Nutini). Matsu son principalmente tres vinos: El Pícaro (7€ aprox), El Recio (11€. aprox) y El Viejo (28€ aprox). Tres rostros en tres momentos de la vida. Llaman la atención por su imagen, pero además ganan cuando te los bebes.

El hijo pródigo: Carodorum Issos

Creo que ya he hablado de este tinto por aquí en otra ocasión, pero es que lo merece. Carodorum Issos (10,50€ aprox), es el vino joven –que de joven tiene lo que yo de rociera– de un proyecto llamado Bodega Carmen Rodríguez Méndez. La cosa nació a comienzos de siglo de la mano de dos hermanos, que vieron que no era la mejor época para afianzar marcas en España y se fueron a hacer las américas. Se las hicieron a todas, y ahora vuelven con su vino a comerse el mercado español. Y se lo van a comer porque este Toro está de escándalo.

Camarero, ¡hay un jabalí en mi etiqueta!: Madremía

Seguramente (casi seguro) es uno de los tintos que más he descorchado en los últimos dos años. ¡Está buenísimo! Esto es objetivo, te reto a contradecirme. Se llama Madremía (unos 11€ aprox) y tiene un jabalí en la etiqueta, que fue el motivo por el que lo probamos. Pero el motivo por el que hemos repetido una y otra vez no es por el jabalí, te lo aseguro. Es una delicia de tinto. Tiene además un hermano pequeño que se llama 24 Mozas (unos 9€ aprox).

Así que ya lo sabes, que la próxima vez que te cruces con un Toro, nada de capotada. Valor, y al Toro, fuerte el estoque, ahí, a puerta gayola. Para lo poco que me gustan los toros la de estupideces que me salen, eh…

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