Piccola Cucina Italiana: un auténtico templo de la pasta
Un propietario con fuerte personalidad, una magnífica cocina que se nutre directamente de la bella Italia y un homenaje al Partido Comunista Italiano caben en esta austera y minúscula 'trattoria'.
Ah, un italiano. ¿Qué tal la pizza?
Bastante mal porque en esta pequeña trattoria no sirven pizza. Pero todo lo demás estuvo soberbio. Para el lector que no quiera pasar de las primeras líneas ahí va un spoiler: en Piccola Cucina Italiana cocinan algunos de los mejores platos de pasta que he comido fuera y dentro de Italia.
Pero la pasta es muy fácil de cocinar, no tiene mérito.
Si ése va a ser el nivel, apaga y vámonos. Cocinar pasta está al alcance de muchos, es cierto, pero si fuera fácil hacerla bien abundarían rigattonis, tagliatelles y pennes deliciosos. Y no es así: un pequeño estudio que estamos realizando en El Comidista, todavía inconcluso, señala la carestía de buena pasta en nuestro país.
Bueno, lo que tú digas. ¿Qué tiene este restaurante que no tengan otros italianos?
No se puede hablar de Piccola Cucina Italiana sin presentar a Vittorio Giordano, su propietario. Con veintiséis años Vittorio era empresario, millonario y comunista pero este napolitano cuenta que con el paso del tiempo ser comunista y empresario se convirtió en algo imposible; y cambió de vida. Ahora regenta su pequeño y austero restaurante de veinte comensales –cuyas siglas coinciden con las del Partido Comunista Italiano– en La Floresta, un pueblo a escasos kilómetros de Barcelona. Vittorio es un tipo que no deja indiferente, tanto invita a unas ancianas por no haber podido satisfacerlas en la mesa como pide con firmeza a otros clientes que controlen las carreras de su retoño. Entre la buena cocina, las características del local y la fascinante personalidad de su propietario, en Piccola Cucina Italiana vives toda una experiencia gastronómica, algo que está muy de moda y que debe ser lo opuesto a lo que pretendía su propietario.
Llevas tres párrafos y aún no has hablado de la comida, pesado.
Ya me parecía que se me olvidaba algo. La comida empezó con dos platos de antipasti. Uno de ellos compuesto por una maravillosa burratina con tomates cherry sicilianos, un queso stracchino bien ácido y una peperonata, que viene a ser un sofrito de pimientos, aceitunas y alcaparras. El otro plato llevaba fagioli all’uccelletto –judías blancas guisadas al estilo toscano–, un salteado agridulce de berenjenas bastante espectacular y pasta templada con pecorino y anchoas.
¿Y la pasta?
Y la pasta llegó después del antipasti, como debe ser. El festival empezó con unos tagliatelle a la boloñesa blanca, un ragú cocinado sin salsa de tomate que sabe a gloria. Siguieron los paccheri –macarrones anchos, para entendernos– con berenjena a la parmigiana. Este fue probablemente el plato que más me gustó y es que la receta conseguía, con su extrema sencillez, sacar la máxima untuosidad a la berenjena. El último plato de pasta fue una calamarata –aquí la pasta tiene forma de anillo de calamar– con butifarra, hinojo y grelos. Sí, grelos, que además de muy galaicos son también muy napolitanos. Otro plato maravilloso que uno puede alegrar con aceite picante.
¡Cómo nos ponemos! Acabarás como un gnocchi si continúas así.
Pues eso no es todo, el colofón fue un cannolo, ese tubo dulce y crujiente relleno de ricota y naranja confitada que Connie Corleone usa para envenenar a Don Altobello en El Padrino III. El que me sirvieron podría haber sido igualmente mortal, porque a pesar de que llegó frío me hubiera zampado una docena. Afortunadamente, me contuve.
Ve acabando, que agotas hasta al lector más pintado. ¿Qué tal están la bodega y el precio?
La carta de vinos es corta pero reúne lo más representativo de Italia: lambruscos dignos -existen-, chiantis, valpolicellas, neros d’Avola, moscatos, etc. En cuanto al precio, es de escándalo. Pero por lo bajo que es. Uno puede comer por veinticinco o treinta euros con la bebida incluida.
¡Mamma Mía!
… here I go again. My my, how can I resist you?
Piccola Cucina Italiana: Carretera de Vallvidrera a Sant Cugat. La Floresta. Tel. 628 638 878. Mapa.
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