Gourmets japoneses, comidas en Buckingham Palace y Panteras Rosas con mostaza: diez cómics con comida para leer este verano
Lecturas que también te puedes comer (casi literalmente) con los ojos pensadas para alegrarte las vacaciones.
El cómic y la comida son el matrimonio perfecto: no sólo el primero permite recrear con todo lujo de detalles las características de los alimentos, sino también inventarse algunos que no existen (y seguramente deberían). Como todavía queda algo de verano por delante, y suponemos que tendréis tiempo para holgar y leer tumbados a la bartola, seguimos con nuestras recomendaciones culturales gastronómicas, hoy en formato comic book.
Tenemos propuestas dedicadas al público infantil, otras en las que se comen cadáveres que revelan cosas sobre su muerte al primer bocado, munchis causados por la marihuana, un japonés, dos franceses y a Daniel Clowes: nada puede ir mal con esta selección.
SILVIO JOSÉ, de Paco Alcázar
Jorge de Cascante, editor del fanzine Petirrosso, colaborador de Vice, una de las plumas tras el (tristemente) extinto blog El butano popular y autor de la recopilación de relatos Detrás de ti en el Museo del Traje, recomienda una de las mejores series de Paco Alcázar (es difícil decir “la mejor” si has leído esa distopía loquísima que es Todo está perdido), la que cuenta la vida de Silvio José.
Jorge define al protagonista como un “animal del poder del español medio que camina por las calles”, que básicamente “se alimenta de Panteras Rosas con mostaza, sabrosas salchichas Chisparritas y teleburgers llenas de gapos”. Y todo eso le gusta tanto que no deja de comer mogollón ni aunque se le muera la novia delante de las narices. De Cascante solo tiene una petición: “Que no pare jamás, por favor”.
LOS FABULOSOS FREAK BROTHERS, de Gilbert Shelton
Lucía Litjmaer, periodista, escritora y persona (y traductora de Madre, hermano, amante de Jarvis Cocker, punto extra para fanses del britpop), se declara absolutamente devota de Los Fabulosos Freak Brothers –los tres descacharrantes hippies vagos y drogatas, creación de Gilbert Sheldon, que se convirtieron en objeto de culto durante los años setenta–, especialmente del capítulo Fat Freddy y el Zar de la Droga.
“En realidad, me gusta cualquiera de las escenas en las que aparezca Fat Freddy”, asegura Lijtmaer. “Los personajes completamente colgados de marihuana, buscando galletas o lo que sea que contenga carbohidratos, mejoran mientras el gato les contempla con esa mezcla de desprecio y superioridad moral”. ¡Viva Fat Freddy!
RELISH, MY LIFE IN THE KITCHEN, de Lucy Knisley
Octavio Botana, editor de Sapristi –la colección de novela gráfica de Roca Editorial– y autor de las novelas juveniles Autódromo y Edgar y la escalera se declara absolutamente enamorado de la historia de Lucy Knisley, que mezcla las vivencias de la autora y su entorno –madre cocinera incluida– con su pasión por la gastronomía, recetas de sus platos favoritos y tiernos recuerdos de la infancia.
“Siempre me preguntaba si existiría una novela gráfica cuya historia fuese tan buena como los platos que se cocinan en ella”, nos cuenta Botana. “Entonces llegó a mis manos esta maravilla de Lucy Knisley y dije ¡ÑAM, está para comerse viñeta a viñeta!”. Aunque todavía no está editada en castellano, hay una editorial trabajando en ello, así que no habrá que esperar mucho.
LA COCINA DE LA NOCHE, de Maurice Sendak
Esta recomendación viene del equipo completo de mi tienda de cómics barcelonesa favorita, Arkham (los 30 m2 mejor aprovechados de la ciudad en lo que a novela gráfica, manga y superhéroes se refiere, además de tener el mejor nombre del universo). Para los chicos de Arkham este cómic tiene “la mezcla perfecta entre el universo particular de Sendak y la magia sonámbula de Winsor McCay y su Little Nemo”.
Además de considerarla “una joya como pocas, que aparte de bonita te abre el estómago de mala manera” el equipo de Arkham le encuentra a este obra un valor añadido. “Toda la historia tiene como núcleo la creación de una tarta y ¿a quién no le gustan las tartas?”. No veo muchas manos levantadas, así que brindemos al alimón por Sendak y todas sus creaciones.
EL GOURMET SOLITARIO, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi
El día que me compré esta novela gráfica pensé que no había mejor manera de disfrutarla que leyéndola mientras comía en un restaurante japonés. Y así, tan solitaria como el protagonista de la misma, palillos en una mano, libro en la otra, me la zampé de un tirón entre chirashi, sopa de miso y helado de té verde.
Aunque no es necesario marcarse esa otakuada para pasárselo bien con la historia de un comercial que come donde y cuando el hambre aprieta, descubriendo manjares desconocidos y recuperando sabores que le trasladan a otros tiempos y lugares. A mí me descubrió la existencia de platos como el shu-mai, el tako-yaki, el japchae o el oden, y me dió mucha rabia no tenerlos todos al alcance de la mano.
EN LA COCINA CON ALAIN PASSARD, de Christophe Blain
Jorge de Cascante asegura haber disfrutado mucho con este cómic “en formato reportaje salpicado de recetas”, en el que “Blain dibuja un perfil completo del chef de L'Arpège (3 estrellas Michelín) achicando drama y seriedad del mundo de la Alta Cocina y pintando mil y una verduritas con los colores más vivos del mundo”.
Los que leéis blog desde el inicio de los tiempos posiblemente recordaréis que ya se habló de esta obra por aquí en el momento de su publicación, pero cualquier momento es bueno para recuperar una maravilla de este calibre. Como dice Jorge, “sólo puedes tener la seguridad de que un tebeo es bueno cuando te entra hambre leyéndolo”.
GHOST WORLD, de Daniel Clowes
Lucía Lijtmaer se declara fan de Ghost World porque le parece “que hay pocos cómics que relaten el hastío adolescente de las chicas como ese. Además, es tan noventero que me da nostalgia”. Como contemporáea suya, no puedo hacer más que darle la razón (y pensar dónde andará mi camiseta de Raptor).
Para Lijtmaer “el ambiente suburbano estadounidense se refleja perfectamente en los escenarios de la falsa cafetería de los cincuenta, dónde van las chicas a no hacer nada”. ¿Qué puedes en un pueblo yanqui cuando tienes 17 años, además de vagar en coche hasta la cafetería, coleccionar discos y lamentarte de lo aburrida que es tu vida?
MAYA MAKES A MESS, de Rutu Modan
Octavio empieza su recomendación con un alegato: “enguarrarse mientras comes es, vamos a dejarlo claro ya de una vez, maravilloso”. Exactamente eso es lo que hace la pequeña Maya cuando por sorpresa es invitada a comer por la Reina manjares divinos, rodeada de realeza estirada y modales innecesarios.
El libro no está traducido al castellano, pero teniendo en cuenta que está concebido para niños (aunque mola tengas la edad que tengas) tampoco es muy complicado de seguir. Además, se puede disfrutar solo mirando los dibujos, llenos de color, detalles y sabrosa comida. El resumen de Botana es tan simple como contundente: “Maya la lía parda, se pone hasta el culo y encima consigue que la aplaudan”. Bien por Maya.
CHEW, de John Layman y Rob Guillory
El equipo de Arkham se pregunta: “¿para qué resolver un crimen de forma convencional cuando puedes hacerlo gracias a unos poderes psíquicos que se desatan una vez muerdes, saboreas y tragas un trocito de lo que sea que esté en la escena del crimen?”. Exactamente eso es lo que le pasa a Tony Chu, el protagonista de esta saga policíaca (junto a su compañero John Colby, su hermano Chow y otros personajes como D-Bear, el jefe del mercado negro).
Chu es cibópata, lo que significa que tiene el poder de conseguir una impresión psíquica de todo lo que come. Pero ese solo es un pequeño detalle de todo lo que pasa en Chew, que los chicos de Arkham definen como “un mundo donde la carne de pollo es ilegal y los agentes de policía están dispuestos a degustar un cadáver para descubrir qué ha pasado”.
A COMER Y A BEBER, de Guillaume Long
Pocos títulos reflejan tan bien el contenido como éste: comida y bebida es exactamente lo que vas a encontrar en el cómic. Y las neuras de su autor Guillaume Long –blogger gastronómico del diario Le Monde– respecto al café perfecto, recetas de crepes, berenjenas y risotto de espárragos (entre otras), todo tipo de anécdotas relacionadas con su vida cocinillas y consejos prácticos sobre ajuar, técnicas e ingredientes.
Todo contado con la máxima frescura, mucho sentido del humor y una ilusión por la cocina de la que es imposible no contagiarse. Long da ganas de comer, sí, pero muchas más de ponerse el delantal y lanzarse a los fogones: imposible no adorarle.
Este post forma parte de una serie veraniega en la que recomendamos productos culturales relacionados con la comida. Puedes leer la primera entrega, que va de series, aquí, y aquí tienes otra sobre películas.
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