Colmenas para comprar comida sin intermediarios
Comprar directamente al pequeño productor es el sueño húmedo de todo aficionado a la comida: no hay mejor forma de conseguir alimentos de calidad a un precio asequible, y de recompensar justamenteel esfuerzo de los que los elaboran. Sin embargo, en el mundo contemporáneo este tipo de intercambio sucede más o menos las mismas veces que las historias de amor de las princesas de Disney: salvo contadísimas excepciones, casi toda la población compra comida facturada a escala industrial y vendida a través de intermediarios.
Internet, gracias Diosito por la tecnología del siglo XXI, puede cambiar esta situación, al menos entre la gente más concienciada sobre lo que come y el origen de lo que come. Así lo demuestra el éxito de La Ruche Qui Dit Oui!, una plataforma online que en cinco años ha pasado de de 800 miembros en Francia a 600.000 en toda Europa, que ya está implantada en que desde 2014 se va abriendo paso en España poco a poco bajo el nombre de ¡La Colmena Que Dice Sí! Según afirma su cofundador, Guilhem Chéron, se trata de recuperar "el placer de comprar los productos cuando están en su punto a la persona que los ha cultivado". "Nos encontramos con un sistema de comida liderado por la gran industria y con un modo de consumir dictado por los supermercados. Pero podemos tratar de cocinar un modelo totalmente distinto, en el que la ciudad y el campo se vuelvan a conectar y redescubramos el verdadero valor de la comida".
La web pone en contacto a consumidores y productores de una forma relativamente sencilla. Primero, un particular se registra y abre una "colmena" en algún espacio (un coworking, lonja, jardín o similar). Con la ayuda de los promotores de la web, contacta con productores cercanos (menos de 250 km) y se promociona entre posibles consumidores de su barrio. En el momento en que llega a un mínimo de ambos, puede convocar la primera venta: pone en la página web las verduras, carne, lácteos u otros alimentos que ofrecen los productores, y las personas apuntadas a su colmena tienen cinco días para hacer sus pedidos si hay algo que les interese. Finalmente, la recogida se produce un día fijo cada semana, siempre en el mismo sitio.
El que monta la colmena se queda un 8,5% de comisión por el esfuerzo; la web, el mismo porcentaje por poner la plataforma y proporcionar asistencia. El resto de lo que pagan los consumidores es para el productor, que decide en todo momento el precio al que vende. Es un nuevo modelo, más justo y equitativo según sus promotores, que apoya el consumo sostenible y la agricultura y la elaboración local, crea vínculos sociales en torno a la alimentación y favorece el acceso a la comida artesanal sin necesidad de vender a tus hijos en el mercado negro para costearla.
¿Qué y a quién te puedes encontrar en una colmena? Acerquémonos a la más internacional de España, la de Gràcia en Barcelona, situada en el coworking Betahaus. Cada miércoles, 17 pequeños productores de fruta y verdura, embutidos, lácteos, mermeladas, huevos, pescado y hasta cava entregan allí sus productos a unos 400 colmeneros,entre los que se mezclan vecinos de toda la vida del barro y guiris residentes llegados de Canadá, India o Portugal. La responsable es Mayya, mitad griega, mitad palestina, aficionada a la cocina y activista contra el desperdicio alimentario, cuya forma de comprar comida ha mutado de forma radical desde que está en este proyecto.
"Casi todo lo que como lo adquiero en la colmena", explica. "Me ahorra visitar los supermercados, que no me gustan nada: allí voy sólo para comprar el papel higiénico, los productos de limpieza, champú, y pocas cosas más.Mis hábitos de compra han cambiado un montón. Y creo que, como efecto dominó, también los de la gente de mi alrededor. Mis padres, por ejemplo, siempre preguntan ahora de dónde vienen los alimentos y valoran más el trabajo de las personas que hay detrás".
Entre los productores, asegura Mayya, hay diferentes perfiles: desde agricultores o ganaderos de toda la vida a personas que habían estudiado otras profesiones "como economía, periodismo, etcétera". y lo dejaron todo para montar su granja o su huerto "porque creen en la agricultura ecológica, el contacto con la tierra y el consumo local". Los perfiles distintos también abundan entre los consumidores: "Personas solas,parejas jóvenes, algunas de edad media... No tenemos gente mayor, algo que me gustaría".
Los 30 pedidos semanales de media establecen relaciones entre ambos bandos que van más allá de la compra. "Por ejemplo, hubo unas semanas en que Gilad, de la finca Aurora del Camp, trajo una berenjena blanca. Algunos consumidores pensaban que eso significaba que el producto no había madurado suficiente o había algo mal, y él les explicó que es una variedad de berenjena antigua recuperada, más sabrosa que la berenjena clásica.Todo es muy cercano, informal,y además van surgiendo ideas de actividades para hacer en común, como charlas, barbacoas o una calçotada anual. Esto ayuda mucho a crear comunidad y relaciones de confianza, que al final es lo que le da sentido al proyecto".
Eva Pulido, responsable de productores de ¡La Colmena Que Dice Sí!, coincide en la misma idea: "Durante el momento del mercado efímero vemos cómo se crean conexiones semana a semana. Al cabo de varios meses ya no son consumidores, productores y responsables, son un grupo de amigos que van dinamizando la comunidad que crean entre todos". Pulidoincide en que la gasolina mental de muchos participantes en el proyecto no es el dinero, sino el placer de lo bien hecho. "Un productor se ganaba bien la vida como programador. Después de un viaje en India, decidió hacer un cambio total e iniciar un proyecto de agricultura ecológica junto a un compañero suyo catalán. Cambió los ordenadores, por las acelgas y los puerros.Cuando ves que alguien lo ha dejado todo atrás para iniciar un proyecto desde cero es cuando te das cuenta de que es la pasión lo que le mueve".
Por ahora, la mayoría de las 30 colmenas que existen en España se asientan en Barcelona y Madrid, pero en 2015 la expansión ha llegado, lenta pero segura, a Andalucía o Valencia.Pulido se muestra optimista con el crecimiento, confiando en que el cambio vital que ha supuesto para ella esta aventura llegue a más gente. "Acudo a los supermercados sólo cuando me ataca un antojo inaplazable, esos días tontos que todos tenemos. Y me lo tomo con alegría, no soy estricta.No creo en la gente que dice 'a partir de mañana cambio mi estilo de vida', sino en lo que haces por convicción, no por moda o porque lo has leído en alguna revista de healthy lifestyle.Aunque miro hacia atrás y veo que mis hábitos han cambiado radicalmente de hace cinco años para aquí, siento que todavía hay otros que quiero introducir, y me muero de ganas de ver, dentro de cinco años más, donde me habrá llevado la vida".
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