St. George's Market y ocho razones más para comer y beber en Belfast
Ni barras de pinchos gourmet. Ni panaderías pijas. Ni fruterías que parezcan joyerías. Ni apenas turistas. El St. George's Market de Belfast se ha salvado de esa plaga que azota a buena parte de sus hermanos en Europa -especialmente en España-, por culpa de la cual cada vez es más difícil encontrar mercados históricos de comida que no se hayan convertido en desnaturalizados centros para tiendas de delicatesen, bares sin sustancia y guiris de espíritu. Algo que, para un edificio con más de 120 años de vida a sus espaldas, premiado este año como el mejor del Reino Unido, puede considerarse todo un hito.
El único superviviente de los mercados victorianos de esta ciudad, más famosa por los atentados del pasado que por su pacífico presente, sigue pareciendo un lugar agradable al que yo vendría a aprovisionarme de fruta, verdura, pescado, carne, queso, café o té si viviera aquí. Cuenta con 170 vendedores, sólo abre de viernes a domingo y no le faltan puestos de comida preparada, pero casi todos tienen el encanto de lo pequeño, además de una bendita falta de pretensiones. En definitiva, no es el Mercado de San Miguel en versión Ulster, sino un espacio donde la gente de a pie hace la compra, toma algo oyendo música en vivo -también hay actuaciones- o echa la mañana sin dejarse un pastón.
St. Georges Market ha vivido mucho de lo bueno y lo malo que ha ocurrido en Irlanda del Norte desde su fundación en 1890. Se creó para dar respuesta a las necesidades de aprovisionamiento de los trabajadores del lino, el whisky, los cigarrillos y otras industrias que convirtieron a Belfast en la urbe puntera en la que se construyó el Titanic. En 1941 sirvió de morgue para algunos de los muertos en el bombardeo alemán del Martes Santo, y en los ochenta estuvo a punto de echar el cierre por sus altos costes de mantenimiento. Tras su renovación en 1999, el mercado se ha beneficiado del fin de los troubles o "problemas" -así es como le llaman aquí al conflicto armado entre el IRA, el ejército británico y los paramilitares, que dejo más de 3.500 muertos-, y aunque está en una zona de predominio católico, por suerte la división entre unionistas y republicanos se ha diluido en su interior.
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