Cómo conseguir 40.000 euros con una ensalada de patata
En internet pasan cosas loquísimas casi todos los días, pero hay algunas que sobrepasan la media y podrían considerarse fenómenos paranormales. Desde aquí desafío a los responsables de Cuarto milenio, a los de la revista Más allá o incluso al espíritu de Jiménez del Oso para que me expliquen el caso de Zach Danger Brown, un tipo de Columbus (Ohio, EEUU) que lleva recaudados más de 57.000 dólares (unos 41.000 euros) en la web de financiación colectiva Kickstarter para un complejísimo proyecto que probablemente revolucionará el mundo: hacer una ensalada de patatas.
Todo empezó como una parodia de los proyectos que pueblan la plataforma de crowdfounding, en la que te puedes encontrar peticiones de financiación para la compra de una croqueta o para artefactos imposibles que dosifican salsas en el mismo tenedor. El día 3, Brown abrió uno con un objetivo tan extraño como banal: recaudar 10 dólares para preparar algo parecido a lo que aquí llamamos ensaladilla. "Estoy haciendo una ensalada. Todavía no he decidido de qué tipo", decía en el texto explicativo. A los que donaran un dólar, les prometía "darles las gracias" en su web y "decir su nombre muy alto" mientras hiciera el plato. A los que dieran dos, además les enviaría una foto suya cocinando.
Por motivos que escapan al razonamiento humano, la iniciativa de Brown empezó a difundirse por la red. El primer díarecaudó 107 dólares. Tres días después, alcanzó los 8.000. Y sólo en el día de ayer captó cerca de 35.000 dólares. El emprendedor ha ido ampliando las posibilidades de inversión: ahora mismo puedes poner 10 dólares y "andar por la cocina" con él mientras hace la ensalada, o estirarte hasta 20 y recibir "un haiku sobre ensalada de patata, tu nombre grabado en una patata que será usada en la ensalada y un frasco de mayonesa firmado". Si sueltas más de 50 dólares, recibes un libro de cocina con recetas de ensaladas de patata inspiradas en cada país desde el que haya llegado dinero, "un bocado de ensalada de patata" más todos los privilegios adquiridos por los inversores de uno y dos dólares.
Brown se puede considerar afortunado: no sólo ha aparecido en un montón de medios de comunicación de todo el mundo, sino que va a ingresar un pastón con una idea disparatada. Ahora bien, también tiene un pequeño problema: si quiere cumplir sus compromisos con las más de 4.000 personas que han puesto dinero, va a tener que montar una mini empresa para asumirlos. Y más teniendo en cuenta que su número puede crecer de aquí al 2 de agosto, fecha en la que termina la ronda de financiación.
Sin embargo, no está demasiado claro a qué va a destinar sus fondos este hombre de 32 años. Primero dijo que haría "el mayor bien posible". Después, que montaría "una fiesta gigantesca en Columbus a la que estará invitado todo internet". Pronto le han salido los aguaídems, que le reclaman que done el dinero a alguna organización humanitaria o banco de alimentos (no quiero imaginar lo que pensarán del fenómeno potato salad las ONGs que se tienen que batir el cobre a diario para conseguir que la gente afloje el bolsillo: yo me plantearía abandonar este planeta). En cualquier caso, Kickstarter no permite recaudar fondos con fines humanitarios, aunque si se recauda más dinero del pedido inicialmente -en este caso, prácticamente todo-, en teoría el impulsor puede disponer de esa cantidad como quiera.
"Estoy sobrepasado por el poder de internet", ha declarado Brown a la cadena ABC. "Es un honor estar en la posición en la que estoy". Desde luego, puede estar orgulloso de formar parte de la historia de Kickstarter con una de las iniciativas más absurdas a la par que exitosas que ha pasado por la plataforma. Ha logrado superar incluso a algunas de mis favoritas hasta el momento, como el museo de la pizza de Filadelfia (16.587 dólares recaudados) o la máquina de hacer sandwiches con la cara de Jesucristo (25.604 dólares). Como la inmensa mayoría de los fenómenos virales, seguramente dentro de tres días ya nos habremos olvidado de Brown, pero al menos hay que reconocerle su sentido del humor. "No entré en el juego de la ensalada de patata para ganar dinero. Lo hice para preparar ensalada de patata".
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