Pastel sin horno de queso, fresas y plátano
Los pasteles sin horno son el sueño de los que practican los dos pecadillos capitales más perdonables: la pereza y la gula. No tienes que matarte con ellos porque se hacen en dos patadas, y a la vez satisfacen tus más bajos instintos cerdunos y vacaburrescos.
Además de su frescura y su sencillez, tienen como ventaja que se pueden adaptar a las frutas que estén en temporada, personalizar con frutos secos, trocitos de chocolate o galleta, aromatizar con canela o vainilla y mil cosas más. Para cuajarlos se pueden utilizar diferentes métodos, desde gelatinas de origen animal (como la cola de pescado) o vegetal (como el agar-agar). Pero después de múltiples pruebas, creemos que lo que respeta más la cremosidad del queso fresco es la cuajada en polvo, que para este tipo pasteles funciona muy bien.
Las dos frutas que lo acompañan en esta ocasión –la fresa y el plátano– se complementan perfectamente tanto por sabor como por textura, y el toque de chocolate blanco potencia un poco el sabor sin empalagar. El resultado me recuerda mucho a los postres de la infancia o a esas papillas que siempre luché por robar a mis sobrinos. Es decir, una absoluta delicia.
Dificultad: Para cerebros de mosquito.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 tarrina (200 gramos) de queso en crema tipo Philadelphia
- 50 ml de nata líquida para montar
- 1 taza y media de leche entera fría
- 40 gramos (media tableta, aproximadamente) de chocolate blanco
- 5 cucharadas de azúcar
- 300 gramos de fresas
- 2 plátanos
- 2 sobres de cuajada en polvo
- 10 g de mantequilla
Instrucciones
Producción: Mònica Escudero.
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