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Decadencia y caída del roscón de Reyes


Un roscón casero de verdad. / MONSIEUR COCOTTE
Un roscón casero de verdad. / MONSIEUR COCOTTE
Mikel López Iturriaga

De entre todos los momentos que me gustan de las navidades -lo siento, no soy de esos intelectuales que las detestan por ñoñas, consumistas y demás topicazos-, uno de mis favoritos ha sido siempre el desayuno del día 6. Jamás perdono el roscón de Reyes, por varios motivos. Tiene algo de aventura emocionante de la infancia, cuando ansiabas que te tocara el rey y temías dar con el haba. Es uno de los pocos productos que, al comerse sólo en esta fecha, sigue conservando su temporalidad contra viento y marea, lo que aumenta su disfrute. Y si está bien hecho, para mí es uno de los bollos más deliciosos que existen, capaz de llevarte al nirvana si lo acompañas con un chocolate caliente.

Si está bien hecho, claro. Es decir, si se ha elaborado con honestidad, respetando su esencia y utilizando buenos ingredientes: harina, leche, mantequilla, azúcar, huevo, agua de azahar y, a partir de ahí, el toque personal que se le quiera dar a la masa con cítricos, ron, canela o limón. Dejando que fermente el tiempo suficiente y horneándolo. No parece complicado, ¿verdad? Pues sí lo debe de ser, considerando el bajísimo nivel de la mayoría de los roscones que he probado en los últimos años, comprados en toda clase de pastelerías, panaderías y tiendas españolas.

Dichos roscones no guardan mucha relación con mis recuerdos de infancia, ni con las versiones decentes que en escasas ocasiones he tenido la oportunidad de probar. No son más que bollos zafios que se quedan resecos en cuestión de horas, cuya masa la debe de fabricar el hombre que lo hace todo en España del que hablaba Astrud en su canción. Todos saben exactamente igual: a masa estándar de pastelería industrial. Bueno, miento: hay ligeras variaciones dependiendo de los litros de esencias químicas "aromatizantes" que le hayan podido echar para camuflar la insipidez del bollo en sí mismo. Eso sí, la mayoría llevan por encima sus buenos kilos de azúcar y de fruta escarchada a prueba del paso de los milenios, que hay que mantener la tradición.

Más de una vez me he preguntado si lo del roscón chungo era una obsesión mía o de mi familia, muy quejica con la repostería en general. Por eso ayer pregunté a mis seguidores en Twitter si a ellos también les pasaba. La respuesta fue abrumadora.

Parece ser que ahí afuera hay bastante gente cabreada con la deplorable calidad de muchos roscones. Y con su extravagante precio considerando los truños que te dan a cambio. Casi me parece más razonable lo que te ofrecen los grandes supermercados: roscas de sabor químico sin ningún parecido al original, rebosantes de esencias y grasas hidrogenadas y con una lista de ingredientes de laboratorio más larga que el reparto de Los Miserables, pero al fin y al cabo, baratas.

La decadencia del roscón de Reyes no es noticia de última hora. Yo diría que viene produciéndose desde la introducción masiva de la bollería industrial en la España de los ochenta. Hay un hecho que marca un antes y un después: la aparición de la nata como relleno. Como en tantos otros pasteles, la crema de leche montada cumple la función de enmascarar las deficiencias. Da igual que el bollo se quede más seco que una piedra pómez y que sepa a la nada más absoluta: una buena dosis de nataza hará que la grasa y el azúcar inunden tu paladar y te resulte "rico". ¿Que la nata ya no cuela? No pasa nada, hombre, que para eso tenemos la crema de chocolate, la puntilla que necesitaba el roscón para darse por muerto. Por cierto, el asunto de la nata también encendió pasiones en Twitter.

Nataza en el roscón de Reyes

@mikeliturriaga Si, son vulgares bollos...y el relleno ese de nata empalaga demasiado >_<Vaness@L@rgoS
@mikeliturriaga desde que se permitió rellenar con nata la decadencia de Occidente se hizo carne... masa.Luis Gaspar*
@mikeliturriaga la nata es el ketchup de los roscones :/Leticia Collado
@mikeliturriaga yo diría que más del 90% son bollos con nata de bote, eso no hay quien se lo coma.Érika O'Morrison

Existen lugares donde todavía se elaboran buenos roscones. El crítico gastronómico de este periódico, José Carlos Capel, publicó ayer una lista de 10 pastelerías en las que no se mancilla el honor de este clásico navideño. Los que por motivos económicos o geográficos no pueden acceder a los productos de esta clase de establecimientos no tienen más remedio que prepararlo en casa. Que tampoco es mal plan: no es el plato más fácil de hacer y se requiere cierta destreza y paciencia para que no te salga una rueda de cemento armado, pero existen buenas recetas en internet que allanan el camino.

Imagino que esta entrada levantará protestas en el gremio de aludidos, con la consabida crítica de siempre: "Estás haciendo daño al sector". A mí me parece que lo que hace daño al sector es la falta de autocrítica y el conformismo, alimentado sin duda por la baja exigencia de unos consumidores aborregados por años y años de repostería cutre. Con el roscón nos ha pasado lo mismo que con el pan, las magdalenas o los cruasanes: se nos ha olvidado cómo eran de verdad.

¿Conoces algún lugar donde se vendan buenos roscones? ¿Has intentado hacerlos en casa? Cuenta tu experiencia en los comentarios.

Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).

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