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TRABAJAR CANSA
Columna
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Antonello, mi fotógrafo

Con un compañero así, vas al fin del mundo por un reportaje. Era algo más, como un amigo del cole con el que vives cosas. Qué fotos hacía

Fotografía de Antonello Nusca, en la Piazza Venezia de Roma, el día de la victoria de Italia en el Mundial en julio de 2006.
Fotografía de Antonello Nusca, en la Piazza Venezia de Roma, el día de la victoria de Italia en el Mundial en julio de 2006.Antonello Nusca
Íñigo Domínguez

Al mirar atrás, uno recuerda sobre todo las aventuras. Tengo que mirar atrás porque ha fallecido un amigo, Antonello Nusca, fotógrafo de prensa, que publicó sus fotos en medios internacionales y españoles, también en este periódico, y al recordar los momentos pasados juntos regreso al tipo fantástico que era y lo bien que nos lo pasábamos, cuando corres aventuras y encima te pagan. Me perdonarán si les cuento una batallita. Hace ya bastantes años nos perdimos en las montañas de Albania, en algo que llamar carretera sería un disparate y era más bien un pedregal en el que nos empeñamos en meter el coche, pero que acabó llegando a un pueblo, donde nos tomaron por extraterrestres. Más aún cuando les dijimos qué hacíamos allí. Habíamos oído hablar de algo que no sabíamos si era leyenda o era verdad, decían que en esa zona aún había una “virgen jurada”. Llamaban así a mujeres que, según una tradición ancestral, se convertían en hombres si moría el último hombre de la casa. Se cortaban el pelo, empezaban a vestirse como un hombre, a fumar, a beber, a llevar pistola. Luego se han conocido más, pero entonces apenas había fotos de ellas. En el pueblo nos dijeron que eran historias del pasado, pero nos invitaron a pasar allí la noche y tomar raki. A la tercera botella esa mujer ya existía, tenía nombre y sabían donde vivía. Antonello y yo nos mirábamos con complicidad, con esos ojillos claros y vivos que tenía. Al día siguiente nos llevaron, atravesamos un bosque y llegamos a una casa que parecía la de Blancanieves. Algunas noches de invierno, nos dijeron, los lobos arañaban la puerta. Nos sentíamos muy lejos de todo, en medio de un cuento. Entramos, oímos pasos en el suelo de madera y de pronto entró. No era una leyenda, era verdad. Tenía 85 años, nos contó su vida. Antonello hacía fotos, y pocas veces lo he visto tan contento, concentrado y captando todo con la mirada, haciendo lo que le gustaba, todavía lo estoy viendo. Cuando nos fuimos caía el sol, el bosque empezaba a llenarse de sombras y caminábamos con prisa, teníamos incluso un poco de miedo, era todo de película, pero Antonello se paró, y nos miramos y nos dimos un abrazo, alegres como niños. Teníamos la historia, te haces periodista por esa sensación.

El fotógrafo Antonello Nusca en una fotografía cedida por el autor.
El fotógrafo Antonello Nusca en una fotografía cedida por el autor. Daniel Ibáñez

Me viene otro recuerdo, en ese viaje, cuando encontramos a dos chiquillos, al atardecer, en las afueras de una fábrica. Se ganaban la vida buscando trozos de metal entre la hierba. Tendrían 11, 12 años, era un lugar miserable. Nos fuimos tristes, pero Antonello volvió sobre sus pasos y les dio todo el dinero que tenía, en euros, leks, todo. La cara de felicidad de aquellos dos chavales aún la estoy viendo.

Antonello era mi fotógrafo, con quien trabajaba siempre en Italia. Cuando encuentras un compañero así, vas al fin del mundo por un reportaje. Porque era algo más, un amigo como los del colegio, con el que vives cosas. Qué fotos hacía. Tengo una maravillosa en la pared de mi casa: un tipo en una Fiat Cinquecento, por una calle de Roma, conduciendo con una mano y sacando la otra por el techo con una bandera italiana.

Yo no sé por qué algunos compañeros se van tan pronto, por la mala vida y el estrés de esta profesión, o porque les tocaba. Supongo que tenemos que cuidarnos más, no desvivirnos por este trabajo, porque tantas veces no merece la pena. Pero lo hacemos por esas otras veces, y Antonello, que amaba este oficio, pese a que cada vez se lo ponían más difícil, porque a los fotógrafos cada vez los putean más y les pagan menos, era una de esas personas que hacían que aún mereciera más la pena. Ciao bello, haz muchas fotos.


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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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