Pollo con ajos tiernos y moscatel
Uno de los productos estrella de esta época son los ajos tiernos. A mí me encanta cocinar con ellos porque su sabor recuerda al ajo, pero es más sutil y herbáceo. Y sobre todo porque no me sientan como un tiro como sus papás blancos, con los que debo tomar toda clase de precauciones para no estar comiéndomelos ocho horas después.
Los ajetes, que también tienen este nombre tan cuasi-escatológico, se pueden usar para casi todo: revueltos, tortillas, arroces, pastas, guisos, salteados... lo único que tienes que hacer es quitarles la capa exterior, cortarles las raíces y picarlos como te dé la gana. También has de ser prudente con el calor porque como sus capas son tan finas se queman con cierta facilidad.
En la receta de hoy, adaptada del libro Moro East, son el principal acompañamiento de un pollo braseado bastante clasicón. Os aseguro que la salsa que resulta del jugo del pollo, los ajos tiernos y el moscatel es de esas que te puedes comer una hogaza de pan mojándola en ella. De hecho, cuando lo preparé hubo comensales que se dedicaron a sacar brillo a la cazuela con sus respectivos chuscos como si les fuera la vida en ello.
Por último, aclaro que la gran foto que ilustra la receta de hoy fue hecha bajo los efectos de una mezcla en absoluto recomendable de alcohol y fármacos para el resfriado. Por eso salió así de bien.
Dificultad: Para insustanciales.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 pollo de corral o ecológico, cortado en trozos grandes con piel
- 12 ajos tiernos (o menos si son muy gruesos)
- 150 ml de moscatel o vino dulce
- 150 ml de vinagre de Jerez
- 1/2 cucharadita de semillas de hinojo (se venden en herbolarios)
- 2 hojas de laurel
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta negra
Instrucciones
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