South Park se burla de los 'superchefs' y de la locura por la cocina
En plena era del endiosamiento de los grandes chefs, encumbrados como artistas hasta extremos ridículos, una sátira del delirio por la cocina llega como agua de mayo. Y eso es lo que ha sido Creme Fraiche, el capítulo final de la última temporada de South Park: una burla de los excesos de los fans de la comida y del culto a los cocineros estrella, la más sangrante que he visto desde el 'Celebrities' de Ferrán Adrià.
En el episodio, el padre de Stan, Randy, se convierte en un enfermizo adicto al canal gastronómico Food Network. Su excitación culinaria llega a tal extremo que se tiene que masturbar cada vez que ve la cadena, retratada como una sucesión de espacios de gastronomía pornográfica.
Después llama a la línea caliente de Food Network, en la que para aceptar el cargo hay que decir "creme fraiche". Le atiende una mujer que está haciendo pollo braseado. "Mmm, está tan jugoso, y hay un montón de trocitos dorados pegados a la cazuela", dice. "Yo cogería medio vaso de vino tinto, una cuchara de madera y desglasaría hasta el puto fondo esa cazuela". Su mujer le pilla y, desesperada, se va de casa tras contarle a una amiga que ha llegado a pescar a su marido con una chuleta de cerdo en el baño.
Randy empieza a trabajar en la cafetería de la escuela de South Park, con la intención de hacer su propio programa de televisión desde allí, Cafeteria Fraiche. Atormenta a los niños con platos para gourmets como escalope con costra de patata y espuma de langosta o ensalada asiática deconstruida en pan de pita, hasta que estos deciden tomar medidas.
Cartman se disfraza de Gordon Ramsey, el malhablado chef de Pesadilla en la cocina, para asustar a Randy, pero lo único que consiguen con esto es que se presenten en la escuela un montón de cocineros estrella.
Mario Batalli, Paula Deen, Giada de Laurentiis y otros chefs mediáticos famosos en EEUU terminan celebrando un delirante "desafío de cocina" en el colegio. Jamie Oliver lloriquea porque nadie le hace caso en su defensa por la comida sana, en una parodia de sus lágrimas en el programa 'Food Revolution'.
Al final del episodio, la madre de Stan vuelve a casa y consigue sacar a su marido de su espiral obsesivo-comidista haciéndole un trabajo manual. Randy se duerme, y todo vuelve a la normalidad.
Así que ya sabéis: moderad vuestras dosis de Canal Cocina, no vaya a ser que acabéis mal.
Foto y vídeos de Eater
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