Llega la nueva dimensión tecnológica del reciclaje
Nuevos materiales y procesos de la economía circular aportan soluciones innovadoras ante el dispendio y la generación de desechos
Envases comestibles, plumas de ave que producen plásticos biodegradables y pala de aerogeneradores reutilizados en el sector de automoción. “Los centros tecnológicos trabajan desde hace años en la investigación y desarrollo de soluciones de economía circular para valorizar y reciclar residuos”, afirma Áureo Díaz-Carrasco, director de Fedit, organización que integra 52 focos de innovación repartidos por España. Hablamos de un estadio más allá en lo que se refiere a reciclaje y de proyectos que nacen de una necesidad. O más bien, ante una situación crítica.
“El consumo excesivo nos está matando”, en palabras del secretario general de la ONU, António Guterres. En nuestro planeta se generan cada año entre 2.100 y 2.300 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos. Y según cálculos de la ONU, esa cantidad podría alcanzar los 3.800 millones de toneladas en 2050 si no se adoptan medidas urgentes. En este ámbito entra en juego la economía circular, que, a través de la reutilización de recursos y la reducción de desperdicios, promueve un ciclo continuo de producción, consumo y reciclaje capaz de “reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 39%”, según Fedit.
En la práctica, sin embargo, el reto parece aún mayor. Hablamos de reciclar un 70% de los metales ferrosos y residuos de vidrio; un 65% de los envases; un 75% del papel y el cartón; un 50% de desechos plásticos y de aluminio, y un 25% de la madera. “La Comisión Europea señala que la mayoría de los Estados miembros corren el riesgo de no alcanzar estos objetivos para 2025″, aparece reflejado en el Informe sobre situación y evolución de la economía circular en España, publicado por la Fundación Cotec. Aun así, podemos ser positivos, pues, en los últimos años han ido surgiendo una serie de iniciativas arrastradas por el auge del reciclaje que abren una nueva dimensión tecnológica donde las posibilidades son infinitas.
Plumas que serán espuma
No es sólo de plástico, papel o vidrio. “El sector avícola europeo genera 3,6 millones de toneladas de desechos de plumas al año, pero sólo el 25% se recolectan y estudian por separado”. Así lo explica el equipo de Unlock, un proyecto coordinado por Cidetec, el centro de investigación que emplea plumas de ave para producir plásticos biodegradables destinados a bandejas de semilleros, filmes acolchados o espumas para cultivos hidropónicos. “Los materiales que surjan de estas nuevas cadenas de valor generarán cero residuos y permitirán una biodegradabilidad controlada”, apuntan expertos de Cidetec. Según ellos, las plumas son un material ideal para fabricar productos biodegradables ya que “duran el mismo periodo que los cultivos, aportan nitrógeno a la tierra y generan cero residuos al final de su vida útil”.
Otro reto: “Reducir la generación de residuos de envases y la pérdida de alimentos”, expone Carmen Antolinos, portavoz de Aina, centro tecnológico responsable del proyecto Prevenpack. Con bases de proteínas y polisacáridos alternativos han ideado recubrimientos comestibles para productos frescos con el fin de mejorar su vida útil, al protegerlos contra la pérdida de humedad y preservando así sus parámetros nutricionales. “Otra opción consiste en el uso de envases comestibles para alimentos en porciones unidosis”, detallan desde Aina.
Plata o carbono
Pantallas, cables o sensores. Actualmente una gran cantidad de dispositivos electrónicos incorporan circuitos impresos que incluyen la plata como materia prima. Estos productos no cuentan con una estrategia de reciclado cuando terminan su vida útil. Por ello, desde Sinai, el Sistema Navarro de I+D+i, han desarrollado una serie de procesos que permiten recuperar los materiales más valiosos de estos residuos y reincorporarlos a la cadena de producción. Recyclink es el nombre de este proyecto, coordinado por ADItech. Por su parte, el Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) ha impulsado Plastice, iniciativa que usa blockchain e inteligencia artificial para la trazabilidad de los plásticos reciclados.
“Actualmente, sólo se recicla el 20% del plástico producido debido a la presencia de fracciones complejas en los residuos”, explican desde CTIC. Plastice plantea implementar nuevos procesos de valorización de residuos alineados con los roadmaps de las tecnologías de reciclado químico más relevantes en Europa. “No sólo se reducirá la cantidad de plástico que se desecha, sino también las emisiones de gases de efecto invernadero asociados a los procesos operativos con combustibles fósiles”, añaden.
Otro ejemplo de innovación tecnológica aplicada a la economía circular es el de EoLO-HUBs. Este proyecto, cofinanciado con casi 10 millones de euros por la UE, recupera la fibra de vidrio y de carbono que componen las palas de aerogeneradores y aviones para reutilizarlos en sectores como automoción y construcción. El centro tecnológico Aitiip es el responsable de este programa que emplea procesos de química verde para el reaprovechamiento de estos componentes además de un software para optimizar el desmantelado de parques eólicos.
“En estos proyectos los centros demuestran que son palancas de aceleración de la competitividad empresarial y motor de la I+D+i en España”, reconoce Díaz-Carrasco. “Además son expertos en transferir tecnología a la sociedad para afrontar los problemas y retos reales a los que nos enfrentamos”, concluye el director de Fedit.
Ejemplos en desarrollo
“Estos tan sólo son algunos ejemplos de las posibilidades en economía circular que se están desarrollando en España”, aseguran desde Fedit. La Federación Española de Centros Tecnológicos cuenta con una plantilla de más de 9.000 personas que dan servicio a 26.000 empresas cada año. En 2022, sus centros asociados obtuvieron ingresos por valor de más de 772 millones de euros.
Esta asociación organiza, además, Meetech Spain, un challenge tecnológico que reunirá a más de 100 expertos del sector en el que mostrarán propuestas disruptivas —como las aquí citadas— y que tendrá lugar los días 13 y 14 de junio en el Espacio MEEU de la estación de Chamartín, en Madrid.
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