Generación y suministro, mejor de cercanía
La optimización de las redes de producción y distribución locales es urgente para reducir la dependencia de exportadores poco fiables o volátiles
La toma de conciencia de una situación suele darse durante una crisis. La pandemia, por ejemplo, puso en evidencia los inconvenientes de la cadena de suministros global, por ejemplo, la de los chips, que llegaban muy tarde. La invasión que ha sufrido Ucrania por parte de Rusia, además de provocar miles de víctimas civiles, se ha traducido en un aislamiento ruso por parte de Europa, Estados Unidos y otros países afines, que está por ver a quién ha afectado más en realidad. Sin el gas licuado ruso el invierno europeo se hace más frío y caro. Depender energéticamente de regímenes autocráticos es tan peligroso como imprevisible, luego hay que preguntarse qué alternativas hay cuando el mencionado gas licuado, las energías fósiles y las tierras raras, estas últimas necesarias, por ejemplo, para la fabricación de las placas fotovoltaicas y los chips de la automoción, están donde están. En ese contexto, para una salida a esa dependencia de otros es clave crear nuevas cadenas de suministros y distribución de las materias primas y las tecnologías, que son la base de la producción de las baterías, de las placas fotovoltaicas y de los aerogeneradores, máquinas con las que se obtiene energía solar y eólica, respectivamente.
Según Lucía Arribas, jefa de Operaciones de SotySolar, “las políticas gubernamentales de apoyo a las energías renovables, como incentivos fiscales y programas de subvenciones, pueden influir en la estructura de la cadena de suministro al fomentar la inversión y la actividad económica en el sector”. Esta cadena abarca todo el ciclo de vida de los proyectos renovables, es decir, que incluye la operación y el mantenimiento de las instalaciones, lo que implica la necesidad de servicios locales y empleo continuo. La propia Arribas cuenta que, además de montar más fábricas en territorio europeo, otra táctica que se está siguiendo es la ampliación de stock de seguridad de los diferentes distribuidores y que la colaboración entre empresas del sector es un factor determinante para la viabilidad de esa red de suministros. A estas estrategias, Rosario Piazza, CEO de Fullstep, añade: “En el ámbito de las energías renovables, las empresas, además de desarrollar planes y programas de adaptación y gestión de riesgos para mejorar la resiliencia, apuestan por incrementar la diversificación de la base de proveedores, aumentando el número de productores en localizaciones alternativas, que en caso de producirse una situación como la de la pandemia permitiera afrontar la situación”.
Roberto Giner, CEO de Octopus Energy Spain, empresa de instalaciones de sistemas de energía fotovoltaica y puntos de recarga para vehículos eléctricos, lo explica: “El modelo en el que nosotros nos movemos es llegar a acuerdos con los fabricantes y hacer las compras directamente con sus mayoristas nacionales para poder aprovechar su stock, logística y bajos costes de distribución”. La misma empresa hace uso de la analítica predictiva para una planificación inteligente y se ayuda de la automatización de sus procesos para tener modelos avanzados de gestión para anticiparse a posibles desabastecimientos o interrupciones de suministro.
Asia en la mira
En España hay energía solar y eólica, pero para su producción es necesario el uso de placas fotovoltaicas y de aerogeneradores, respectivamente, y en ambos casos, en un porcentaje muy alto, esas máquinas se fabrican en China. País en el que también se fabrican sus componentes. Para David Peinador, director de equipo del área de Transición Energética en Capgemini Engineering, “el dinero no es el euro o el dólar, sino el petróleo, el gas y el neodimio, elemento químico que se usa para hacer los imanes superpotentes que necesitan los componentes eléctricos de un aerogenerador”. A lo que añade: “No se trata de montar una fábrica de turbinas eólicas. Se necesita una red de fábricas, un entramado altamente especializado, y eso requiere de mucha inversión”. Y pone de ejemplo la necesidad de unas bobinas de carbono en el caso de las palas de más de 100 metros de largo de las turbinas eólicas que solo se construyen, por el momento, en China y Turquía. Sin embargo, el buje, una pieza que conecta las palas, sí que se fabrica en el País Vasco, a lo que el mismo Peinador concluye: “Más que una fábrica de aerogeneradores, lo que sí se puede hacer es implantar una fábrica de bujes”.
Luego está el problema de la ubicación en la que se instalan esas turbinas eólicas y su impacto medioambiental en el entorno. Turbinas que muchas veces las empresas plantan sin preguntar a las comunidades afectadas, comunidades que sienten y se quejan de no ser escuchadas, por ejemplo, varias localidades cántabras de los valles pasiegos. Esa indiferencia hacia la gente es la que quiere eliminar el proyecto EC4Rural, coordinado por Xavier Simón Fernández, director del Observatorio Eólico de Galicia (Oega), doctor en Economía Aplicada y responsable del Grupo de Investigación de Economía Ecológica en la Universidad de Vigo.
El proyecto en cuestión es un facilitador de procesos de construcción, de cocreación y de iniciativas para el aprovechamiento de los recursos naturales locales, en este caso, la energía solar, por medio de placas fotovoltaicas y a través de la participación de los actores locales: ayuntamientos, grupos de acción local y los vecinos, elementos centrales del proyecto. Simón cuenta: “Nosotros no vamos con una solución tecnológica y jurídica a estos lugares, nosotros vamos para facilitar que las partes locales actúen y decidan colaborar y poner en marcha procesos de acción colectiva para generar una parte de la energía, con recursos locales, propios, como lo es la energía solar, que no se está aprovechando”.
El reto del programa radica en ayudar a transformar las relaciones entre las autoridades locales y regionales y las comunidades rurales para contribuir así a la transición para una energía limpia en Europa y garantizando que estas zonas rurales formen parte y se beneficien de los procesos de transición liderados por comunidades que producen electricidad mediante paneles fotovoltaicos. Algo que hace que sea más fácil conseguir lo que desde hace poco pide la Unión Europea a sus ciudadanos, que produzcan su propia energía, lo que supone una propuesta muy transformativa en el ámbito de la energía. Energía que, a lo mejor, más que despilfarrando, estamos usando de manera superflua.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.