Creatividad y tecnología, un dúo con salidas profesionales
El mercado laboral se adapta al avance incesante de la electrónica, también en el sector artístico
¿Hay un auge de formación profesional (FP) en el ámbito del arte digital y la tecnología? Los expertos responden que sí, indudablemente. Francisco López Varas, director de FP de la Universidad Europea, sentencia que “es uno de los ámbitos en los que hay una mayor demanda laboral por parte de las empresas”. “Ámbitos como el diseño web o las aplicaciones móviles necesitan atraer la atención de los consumidores y, para ello, la parte gráfica y creativa son claves”, ahonda.
Su compañero Raúl Rodríguez, responsable académico de la Universidad Europea, señala la oferta educativa de su centro: grado superior en Desarrollo de Aplicaciones Web (DAW), grado superior en Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma y el de técnico superior en Administración de Sistemas Informáticos en Red. Rodríguez destaca como ejemplo el caso de DAW: “Los dos años de enseñanza tienen como objetivo ayudar al estudiante a aprender y desarrollar sus conocimientos sobre las plataformas y aplicaciones web más demandadas hoy en día”. Menciona conceptos como HTML5, CSS3 o JavaScript. “Por otra parte, explorarán otras tecnologías o sistemas informáticos como el hardware, las partes tangibles del sistema informático”, dice.
Una vez terminada su formación, “el alumnado suele trabajar en puestos como programador y consultor web, especialista en desarrollo de web y aplicaciones, y programador multimedia”, afirma Rodríguez. El futuro laboral hace que esta opción sea más atractiva porque se abre un abanico de posibilidades que cuentan con mucha demanda.
Vanessa Ruiz, directora del área de FP del Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital (U-tad), resalta que los profesionales más buscados son los de este tipo de perfiles. “Así lo acredita el Instituto Nacional de Estadística (INE), que asegura que el empleo TIC ha crecido desde 2020 un 18%”, completa. Sin embargo, le parece fundamental que el discurso vaya más allá de la tecnología o las herramientas. Señala que la clave es tener “una estrategia y unos objetivos claros”. Entre ellos, crear experiencias y saber adaptarse a las nuevas formas de producir y comercializar el arte, debido a que los usuarios cada vez pasan más tiempo en entornos digitales.
“De ahí el auge del blockchain, el arte inmersivo, etcétera; lo que ha provocado la necesidad de que prime la innovación y la creatividad en conexión con la tecnología. Este tipo de perfiles tan tecnológicos, y con necesidad de una cualificación tan técnica, encajan a la perfección en la formación profesional”, afirma. Menciona algunas opciones como los ciclos formativos de grado superior, por ejemplo, el de Artes Plásticas y Diseño en Ilustración o el de Animaciones 3D, Juegos y Entornos Interactivos.
En un mundo en constante cambio, los centros tienen como prioridad adaptarse. Por eso, explica Ruiz, es necesario tener en cuenta al mercado y contar con un personal docente dotado de conocimientos actualizados, así como las tecnologías de las empresas. También cita dos aspectos más: “Es importante crear un ecosistema donde la creatividad y la tecnología convivan y que permita a los alumnos trabajar en equipo con diferentes perfiles, y una conexión con el tejido empresarial sólida, donde empresas y centros de formación trabajen de forma conjunta”.
Diversidad de alumnos
Eva Santín, la directora del centro de formación profesional superior de la Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología (Udit), reconoce que el desarrollo de aplicaciones y juegos debe ser “intuitivo, eficiente y atractivo para el usuario”. Por ello, en todas las docencias se abordan contenidos como el diseño de interfaces, la usabilidad, la accesibilidad, la estética y la funcionalidad, entre otros.
Uno de los alumnos de la Udit es Alejandro Roldán, quien cursa el segundo año del ciclo formativo de grado superior de Animaciones 3D, Juegos y Entornos Interactivos. Se adentró en ese mundillo movido por su admiración por la tecnología: “Toda mi vida he estado rodeado de ella, lo que ha hecho que me interese para formarme, desde la parte más artística hasta lo más técnico. Por otro lado, también he sido siempre muy fan de las animaciones en general, tanto 3D como 2D, como los cortos de Pixar o las películas de Hayao Miyazaki”.
A sus 19 años, este vallisoletano reconoce que estudiar una FP es una experiencia “única”. “Nunca había disfrutado tanto estudiando, aprendiendo… Es una de las mejores decisiones que he tomado hasta ahora. Por una parte, ha supuesto un gran esfuerzo para mí, ya que entré a estudiarlo sin apenas conocimientos, pero ha sido tremendamente divertido y muy motivador en mi día a día”, cuenta.
El perfil es muy heterogéneo. Por ejemplo, Alberto Saboya tiene 43 años, es licenciado en Biología y decidió formarse en el Desarrollo de Aplicaciones Web (DAW) en Unir. “Me encuentro muy estancado profesionalmente y no me motiva seguir haciendo lo mismo los próximos años, porque ahora que soy padre de familia valoro mucho trabajar en algo que te guste y que me permita conciliar mejor la vida familiar y laboral”, describe. La modalidad virtual le da pie a poder dar ese cambio, también motivado por su interés por la informática. “Ahora mismo ya estamos terminando el primer curso y de momento voy aprobando todas las asignaturas, estoy 100% motivado porque sé que lo mejor en mi vida está por llegar”, admite.
Trinomio de futuro
Héctor Alonso-Misol, director de formación profesional de Grupo Proeduca de Unir, puntualiza que apuestan por una FP orientada a la empleabilidad de largo recorrido de sus alumnos, lo que les permite “tener un carácter diferencial en su incorporación a su puesto de trabajo”. En ese sentido, aúna tres conceptos: creatividad, innovación y tecnología. “Combinadas correctamente, son capaces de traspasar barreras que, hasta hace poco, considerábamos insalvables. El desarrollo de la economía y la sociedad del siglo XXI viene promovido por este trinomio, que está jugando un papel fundamental en la evolución y transformación social”, incide.
La modalidad dual es la otra opción predilecta porque permite un año completo de prácticas en una empresa. Se pueden aplicar los conocimientos y hay más opciones de acceder a un contrato, como recalca Carmen Montejo, coordinadora académica de los ciclos formativos de grado superior del área informática de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). En las clases que ofrece este centro participan unos 30 alumnos y últimamente hay una mayor demanda en el área de desarrollo de aplicaciones multiplataforma.
Sobre los perfiles más creativos, los que optan por la animación 3D son personas que no solo cuentan con cualidades artísticas, también se manejan con las técnicas. “Pintan y hacen que ese dibujo tenga funcionalidad”, resume la coordinadora.
La importancia de estar al día
Alonso-Misol destaca tecnologías como la inteligencia artificial (IA) o el blockchain porque, comenta, “cambian la forma de concebir mercados, transacciones y trabajos”. Además, arguye que ese estallido tecnológico ha llegado a todos los sectores, lo que provoca una mayor demanda de perfiles tecnológicos y un mayor número de personas que precisan de una redefinición profesional para seguir creciendo. “Una de las soluciones es la oferta online porque permite combinar trabajo y estudios, aportando una cualificación técnica de mucha calidad, y abrir así el abanico de posibilidades profesionales a quienes lo cursan”, concluye.
Los cambios serán transversales y profundos, como también cuenta Pau Alsina, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Estamos en pleno proceso de redefinición de trabajo. Nos situamos en un punto de inflexión y es complicado saber hacia dónde va a ir todo. Lo único que está claro es que van a cambiar todavía más los perfiles, competencias y destrezas requeridas para el trabajo”. Mientras, la tecnología se mueve y “hay nuevos programas, nuevos lenguajes, nuevos contextos”. Los alumnos, según Alsina, se adaptan con “inquietudes creativas, su conocimiento conceptual y sus intereses en la cultura, la sociedad o el entorno”. “No tienen miedo: tienen capacidad de aprender a aprender”, concluye.
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