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Para ser gestor de fondos ya no basta con hacer Económicas

Se exige un amplio conocimiento sobre mercados financieros, pero también otros estudios especializados, como programación, y que estén acreditados

EXTRA ELIGE TU CARRERA 18/06/23
Cristian Baitg Schreiweis (GETTY IMAGES)

Francisco García Paramés, quizás uno de los gestores de inversiones más conocidos del país, hoy al frente de Cobas AM, es licenciado en Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y MBA del IESE Business School. Una formación que podemos considerar clásica para un experto nacido en 1963 y que se considera autodidacta.

Algo similar podríamos decir de Lola Solana, reconocida gestora de fondos de Santander AM, con más de 30 años de experiencia y que estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, Económicas en la de California y completó su formación en el IE Business School.

En ambos casos han desarrollado brillantes carreras en el sector de la gestión de inversiones, un área que, no obstante, hoy en día está renovando sus requisitos tanto en formación como en habilidades. Esos cambios también son patentes en el caso de 10 mujeres jóvenes que ya despuntan en la gestión española, como ellas mismas confirmaron recientemente a Cinco Días. Además de tituladas en Económicas o ADE, entre estas promesas del sector que ya trabajan en las principales entidades de gestión del país hay una bióloga y una física, otra es ingeniera industrial, y dos de ellas están graduadas en Matemáticas. Y prácticamente todas cuentan con algún máster para especializarse en finanzas cuantitativas, mercados o análisis financiero, y han obtenido alguna certificación o están estudiando para lograrlo.

Y es que, si hace unas décadas estudiar Económicas era la formación más habitual para convertirse en gestor de fondos de inversión o analista financiero, hoy el perfil de esos profesionales ha evolucionado claramente, y cada vez es más frecuente que las entidades requieran candidatos con un perfil multidisciplinar y una mayor formación técnica.

Para Rodrigo Utrera, profesional de la inversión en activo y profesor del máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB, la versatilidad es clave en un sector tan cambiante como este. “Se demandan perfiles con una buena base técnica financiera, que tengan un conocimiento amplio de la industria, pero también la capacidad de adaptarse y llevar a cabo un aprendizaje continuo según las nuevas necesidades que vayan surgiendo”, apunta.

Y tiene razón; últimamente han surgido muchas e importantes necesidades. Empezando por el saber aprovechar el potencial de la tecnología. “Más de un tercio de los miembros de CFA Institute encuestados en el ámbito global creen que el papel que desempeñarán será sustancialmente diferente dentro de 5 o 10 años, y un gran factor disruptivo para la industria serán los nuevos métodos analíticos, incluida la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático”, advierte Chris Wiese, director gerente de formación de CFA Institute, asociación global de profesionales en inversión.

“Además de un buen nivel de inglés (mínimo de B2), la formación más demandada es, por un lado, conocimientos en mercados y productos financieros y, por otro, conocimientos técnicos de programación, análisis de datos, inteligencia artificial y tecnologías DLT [blockchain]”, incide Enrique Castellanos, director del Instituto BME, el centro de formación de la Bolsa española.

De hecho, hace cinco años que pusieron en marcha el máster de Inteligencia Artificial y Computación Cuántica (MIAX) aplicado a los mercados financieros. “Los alumnos egresados en él están altamente solicitados”, asegura Castellanos. Además, en el máster de Mercados Financieros e Inversiones Alternativas (MFIA) del Instituto BME, muy cursado entre alumnos de Económicas y ADE, han incorporado la programación en R (lenguaje de código abierto), Python (para analizar datos financieros e inversiones) e inteligencia artificial.

“No se trata de que todo el mundo se vaya a dedicar a programar, pero sí debe tener unos fundamentos y poder hacer un script contra un API de Bloomberg o cualquier otro sistema de información, de donde extraer datos y aplicarle ciertos algoritmos o cálculos”, explica el director del Instituto BME, en referencia al hecho de personalizar herramientas para analizar y aprovechar al máximo la información disponible.

Ansia de acreditaciones

Pero como ocurría con la mujer del César, que no solo debe ser honesta, sino también parecerlo, no es suficiente con contar con formación, hay que acreditar esos conocimientos. De hecho, la última directiva europea de mercados financieros, conocida como Mifid II, exige a los empleados del sector financiero alguna acreditación cuando se dediquen a gestionar inversiones o a asesorar sobre el patrimonio de los clientes. De ahí el boom de las certificaciones.

Las hay centradas en riesgos financieros, como la FRM que otorga la Asociación Global de Profesiones en Riesgos (GARP, por sus iniciales en inglés), o la certificación CAIA, referente en la gestión de activos alternativos. Pero si hay una acreditación verdaderamente ansiada es la de analista financiero certificado CFA (chartered financial analyst), el sello más prestigioso y difícil de conseguir, gestionado por el mencionado CFA Institute.

Catalogado como el patrón oro de la formación financiera por The Economist, se trata de un exigente programa de estudio que requiere aprobar tres niveles que, tras superar unas 300 horas de estudio al año, y en función del cumplimiento de una serie de requisitos profesionales y, muy importante, también éticos, el candidato obtiene esta titulación CFA.

Quien consigue ser un CFA charterholder no duda en añadir esas siglas a sus perfiles en redes sociales, la firma en sus e-mails o a sus tarjetas de visita. Incluso, se cuenta en los corrillos, hay quien lo ha bordado cerca del nudo de la corbata o el cuello de la blusa. Hay solo 190.000 profesionales con esta acreditación en todo el mundo y hay que enseñarlo.

La formación en sostenibilidad, también en alza

En el sector urge contar con profesionales que puedan moverse con soltura en el análisis e integración de los factores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés) en las decisiones de inversión. El peso de este tipo de estrategias, que tienen en cuenta criterios extrafinancieros, crece al mismo ritmo que los organismos internacionales que promulgan normativas para clasificar las inversiones sostenibles y clarificar cuáles lo son y cuáles no. 
La Federación Europea de Sociedades de Analistas Financieros (EFFAS, según sus siglas en inglés) ha lanzado una certificación profesional internacional en sostenibilidad (Certified ESG Analyst, CESGA), mientras que el CFA Institute también la tiene en ESG Investing.

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