Series en versión original y libros sencillos que enseñan inglés
Los expertos abogan por la inmersión lingüística, tanto en casa como en el aula. Valoran el sistema público, pero discrepan en el modo de implantación
A los alumnos de Infantil del British Council School el inglés les va calando mientras pintan, cantan, bailan o hacen manualidades. “El aprendizaje es significativo cuando vives primeras experiencias en un idioma”, concede Matthew Palazón, docente de esta etapa educativa en el colegio británico. La inmersión lingüística es importante tanto en clase como en casa, donde los niños y niñas pueden ver su serie favorita en versión original o leer en otra lengua, al principio con libros sencillos, con mucho dibujo y poca letra. “Me vienen padres de niños de tres o cuatro años preocupados porque sus hijos no hablan inglés, cuando es lo normal; antes de soltarse han de recibir esos nuevos sonidos, procesarlos, entenderlos y eso lleva tiempo”, argumenta. “Primero han de escuchar, sin la presión de producir”, aconseja a las familias. “Cuanto más orgánico y natural sea el proceso, cuanto más parecido sea a la forma en la que se adquiere la lengua materna, mejor”.
España se mantiene a la cola de Europa en cuanto al nivel de inglés de sus habitantes según el EF EPI 2023, elaborado por la compañía dedicada a la enseñanza de idiomas Education First. Sus 535 puntos, lejos de los 647 de Países Bajos y de los más de 600 de los nórdicos, nos mete en el saco de los países con dominio moderado. “Al margen de lo que diga Eurostat, PISA y compañía, se ha avanzado mucho en los últimos 20 o 30 años”, opone Rubén Chacón, catedrático de Filología Inglesa y decano de Filología de la UNED. Debido a la concienciación —”se asume como algo necesario”— y al esfuerzo de las familias, que pagan de su bolsillo clases particulares academias o estancias en el extranjero; incluso hay padres con el conocimiento suficiente como para lanzarse a hablar a sus hijos en la lengua de Shakespeare.
Ejecución mejorable
La tercera pata de la mejora, a juicio de Chacón, es la apuesta de las autoridades educativas por la enseñanza bilingüe en el sistema público. Un modelo basado en las llamadas asignaturas AICLE (Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras), como son artística o conocimiento del medio, y cuestionado no tanto por su pertinencia, en la que todos los expertos consultados coinciden, como por su ejecución. “Cuando hablamos de enseñanza de idioma, hablamos de inmersión, y en los contextos bilingües la inmersión es mayor”, asegura José Manuel Palomino, director del Máster en Enseñanza de Inglés como Lengua Extranjera de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “Utilizar un idioma como herramienta para dar contenidos en áreas no lingüísticas es una buena idea para que el aprendizaje sea práctico”, afirma Miguel Martínez, del grupo de trabajo sobre bilingüismo de Acción Educativa. “Pero de ahí a que el 100% de la materia sea en el idioma extranjero es un salto mortal que no se justifica”, contrapone.
Este movimiento de renovación pedagógica consultó en 2023 al profesorado sobre el programa bilingüe de la Comunidad de Madrid, y la respuesta obtenida fue que con este modelo no se aprendía ni el idioma ni el contenido, y encima segregaba a los alumnos. En España, el inglés es la lengua vehicular exclusiva de una materia completa desde 1º de Primaria hasta 4º de la ESO. Martínez defiende planteamientos más progresivos, como los de Eslovaquia o Finlandia, en los que se combina con la lengua materna y va ganando peso en el currículo poco a poco, conforme avanzan las etapas educativas. Reclama, ya de paso, la necesidad de evaluar el programa, para saber en qué punto se encuentra, y poder mejorar.
“Es fácil culpar al bilingüismo de todos los males, convertirlo en chivo expiatorio”. Dicho esto, Chacón reconoce que hay espacio para la mejora. “La carga del profesorado en los centros bilingües es altísima”, pone como ejemplo. Tampoco ayudan las ratios altas, según añade. “Todo lo que beneficia a la educación en general es igualmente bueno para estos programas”, concluye. Considera que habría que darle más importancia a la comunicación, tanto escrita como oral, aunque también recuerda que los profesores enseñan cuestiones metalingüísticas porque es lo que les marca la programación. “Abusar de la gramática aburre un poco”, refrenda Palazón desde su experiencia; no la ve prioritaria hasta que se alcanza un nivel intermedio de competencia. “A partir de ahí sí que es necesaria para seguir avanzando”, apostilla.
Palomino aboga por metodologías activas como la gamificación, puesto que “favorecen la interacción y los ambientes de inmersión”. También por formar a los futuros maestros para que den respuesta a los desafíos metodológicos que implica impartir una materia no lingüística en una lengua extranjera. “Las comunidades autónomas deberían exigir a los docentes competencia no solo lingüística sino también metodológica”, remacha. Mark Levy, director de Programas de Inglés del British Council, coincide: “Hace falta especialmente en la parte experiencial de las enseñanzas”. Cree que hay una excesiva dependencia del libro de texto, “que es una herramienta más, no la biblia”, igual que los materiales digitales, útiles siempre que complementen y aporten valor añadido. Lo mismo aplica, a su juicio, a la inteligencia artificial. “No he de utilizarla porque exista y sea nueva sino por que ayude a la clase”, matiza.
Mundo multilingüe y multicultural
El programa bilingüe del British Council no se analizó en el informe de Acción Educativa por la escasa muestra obtenida. La institución británica tiene implantado su modelo en 10 centros públicos de Primaria de la Comunidad de Madrid, que son los encargados de desarrollarlo. “Ni los profesores son nuestros ni tenemos nada que ver en el día a día”, aclara Mark Levy. El objetivo es que los alumnos aprendan la lengua materna y la extranjera a la vez, y en paralelo, desde edades muy tempranas, “y de la manera más natural posible”, describe. Muy basado todo en libros, fonética y pronunciación. “Creo que una de las cosas que nos diferencia es nuestra identidad de centro. Llevamos desde 1996 apostando por la educación bilingüe. Intentamos que los alumnos busquen su camino en un mundo multilingüe y multicultural”, reflexiona. Observa con satisfacción cómo las nuevas hornadas de estudiantes salen cada vez con menos miedo a hablar en un idioma que no es el suyo.
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