Andrés García-Carro, modelo a los 93 años: “Amancio Ortega me traía las camisas en bicicleta a casa”
Este funcionario retirado gallego empezó a trabajar en modelaje a los 88 años. Hoy, las marcas se lo rifan para campañas de publicidad, desfiles y ‘photocalls’. “Fumo, bebo y tomo el sol. Hago todo lo que no hay que hacer”, asegura


Andrés García-Carro (A Coruña, 93 años) solo tenía 17 años cuando llegó a Madrid. Vino a la capital para estudiar Derecho y con el sueño de convertirse en diplomático. Tras graduarse, consiguió plaza como funcionario en el Ministerio de Información y Turismo. En los sesenta, Manuel Fraga lo destinó a Argentina como agregado de la Embajada de España en ese país. Estuvo allí hasta la década de 1980, codeándose con personalidades como Claudio Sánchez Albornoz, Gregorio Marañón, Jorge Luis Borges o Juan Manuel Fangio. Volvió a España en la Transición. “Durante el franquismo, decían que era rojo. Cuando volví, con la democracia, decían lo contrario”, recuerda. Dejó el ministerio, creó una inmobiliaria y le fue muy bien.
A los 88 años, ya retirado, una nieta le propuso probar suerte como modelo. Ahora las marcas de moda se lo rifan para campañas, desfiles y photocalls. Y en su Instagram (@thespanishking) acumula casi 62.000 seguidores.
Pregunta. Con su currículum, ¿por qué se hizo modelo?
Respuesta. En 2018, dije: “Se acabó. Me retiro, me voy a vivir a A Coruña, a jugar el golf”. Pero mi nieta vio algo en mí y me dijo: “Ven que te voy a hacer unas fotos”. Las publicó en una revista y de ahí vino todo esto. Después de eso me llamó la revista de American Express y me llevó a París para hacer un reportaje sobre la moda francesa. Y desde entonces no he parado.
P. ¿A qué cree que se debe tanto interés en un abuelo de 93 años?
R. Ahora está de moda eso de ser sénior. Pero los otros que hay por ahí no son tan sénior. Conocí a Pino Montesdeoca cuando ella tenía 59 años. Le dije: “Pino, tú te las das de vieja porque tienes el pelo blanco, pero no eres vieja”. Yo empecé en esto con 88. Yo sí que soy sénior.
P. No debe haber un modelo más longevo.
R. Yo no me he cruzado con ninguno más viejo. El más viejo después de mí debe ser Andrés Velencoso [risas].
P. ¿Siempre le interesó la moda?
R. Siempre me gustó vestir bien, avanzado.
P. ¿Le gusta la etiqueta de influencer?
R. Yo no la llevo. Me lo paso muy bien, estoy con gente joven.
P. ¿Sigue a otros influencers?
R. No sigo a nadie, pero sé quiénes son. Sé quién es la Pombo o Lucía Bárcena. Esta Lucía se ha casado con uno que yo vi crecer [el aristócrata Marco Juncadella Hohenlohe]. He tenido una vida con tantas facetas que conozco a mucha gente.
P. ¿De ahí su nombre artístico, Spanish King (rey español)?
R. No, eso me lo pusieron porque para mi nieta soy el rey de la casa.

P. Hace unos años hizo una colección para Zara. Muy poca gente consigue algo así.
R. Mucha gente se cree que me dieron ese trabajo porque un sobrino mío está casado con una sobrina de Amancio Ortega, pero no fue por recomendación. Conocí a Amancio cuando él tenía 14 años. Yo tendría 17 o 18. Yo de joven era muy flaco y tenía que hacerme las camisas a medida. Amancio Ortega trabajaba de repartidor en una tienda. Venía en su bicicleta y me traía las camisas a casa.
P. ¿Ahora las marcas le mandan mucha ropa a casa?
R. Mis nietos se abastecen de mí.
P. Cuando le preguntan por sus secretos de belleza, siempre dice que no hace nada. Algo hará.
R. Te voy a decir la verdad. Me cuidé toda la vida. Monté mucho a caballo, he jugado al tenis y al frontón. Soy muy inquieto. Mi madre me llamaba “el polilla” porque estaba siempre moviéndome.
P. Sigue fumando.
R. Fumo, bebo, tomo el sol... Hago todo lo que no hay que hacer.
P. Es el anti-influencer.
R. Pero nada en exceso. No fumo ni bebo en exceso.
P. ¿No usa ninguna crema?
R. Nada, nada. Bueno, me pongo una hidratante después de la ducha.
P. ¿Y bótox?
R. Ni loco. Me han querido operar de las bolsas, pero a mí que me dejen como estoy. No me meto en un quirófano más que por necesidad. No me he hecho nada. Eso te lo garantizo.
P. Acaba de cumplir 60 años de matrimonio. ¿Qué opina su esposa sobre su nueva profesión?
R. Mi mujer y yo siempre nos hemos dado libertad total. Ella está encantada porque descansa de mí. Estoy fuera de casa y encima llevo dinero. Yo creo que tendría que pagar en vez de cobrar, pero ella me dice que no lo diga mucho en voz alta. Uno paga para divertirse. A mí, en cambio, me pagan por divertirme.
P. ¿Y sus amigos qué opinan?
R. No tengo amigos de mi edad, están todos muertos. Ahora juego al golf con algunos de setenta y algo.
P. ¿No ha pensado en jubilarse?
R. No, no, no. Me lo paso muy bien. Ahora le digo a mi nieta: “A ver si termino en Hollywood”.
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