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Baudoin & Lange o cómo un milenial empleado de Apple lo dejó todo para hacer zapatos a la vieja usanza

Son los mocasines elegantes que llevan Norman Foster o Roger Federer. Detrás de la marca está un treintañero francés que dejó su carrera de ingeniero informático para aprender el oficio de zapatero. Una española ha diseñado la primera colaboración de la firma

Baudoin & Lange
Allan Baudoin, cocreador de la marca de calzado Baudoin & Lange.

Allan Baudoin (París, 35 años) entró un día cualquiera en un taller de reparación de calzado ubicado en el este de Londres y se puso a charlar con su dueño, que resultó ser un maestro zapatero. Una semana después, ya estaba instalado en el taller de 10 metros cuadrados aprendiendo el oficio. Baudoin había estudiado ingeniería informática para posteriormente trabajar en las oficinas londinenses de Apple, pero se cansó pronto, y en un año había renunciado a su puesto. “Siempre había querido hacer algo con mis propias manos, pero pasaba el día delante del ordenador. Era lo opuesto de lo que deseaba, así que dejé mi trabajo y me hice aprendiz de zapatero”, recuerda.

Empezó desde ese taller londinense, confeccionando zapatos artesanos a medida. Su elitista clientela buscaba lo inusual, y no quería saber nada de lo que este francés afincado en la capital británica denomina “lujo mainstream”. “No comprarían nada en Louis Vuitton, por ejemplo”, revela Baudoin. Pese a contar con suficientes encargos, invertía demasiado tiempo en cada par y las cuentas no le salían. Así que decidió que tendría que expandir la producción de manera convencional y pasarse al prêt-à-porter. Arrancó con un modelo de mocasín clásico que bautizó como Sagan, bebiendo de una influencia dual franco-británica inspirada en su experiencia personal. “Los zapatos franceses son incómodos pero muy estéticos. Los británicos son confortables, pero pesados. La idea era hacer algo tan cómodo como elegante”.

Pero a la vez que el objetivo estaba marcado y había elegido su primer diseño, surgieron las trabas, que él, con su inexperiencia en la industria de la moda, no había visto venir. Pero en cierta manera, las circunstancias contribuyeron a que montase su etiqueta sin tener en cuenta lo que es más común o más práctico. Para sus mocasines eligió un cuero enormemente dúctil, que normalmente se usa en guantes, pero en las fábricas se negaban a aceptarlo, ya que aseguraban que las máquinas lo dañarían. Para dar exactamente el producto que tenía en la cabeza, Baudoin terminó ensamblando una cadena de talleres artesanos en Italia: “Aunque no lo parezca, somos muy técnicos. Es complicado trabajar con un cuero tan flexible, en una sola capa, sin incluir forro. Es como montar un coche sin incluir la parte superior”.

Un modelo posa con mocasines de la marca Baudoin & Lange.
Un modelo posa con mocasines de la marca Baudoin & Lange.

El impulso final vino de un conocido, el holandés expiloto de carreras Bo van Langeveld, que como suele ser habitual en esta particular historia, en una semana había dejado su trabajo en el sector del capital privado para unirse al negocio. En 2016, los dos socios, por entonces veinteañeros, pusieron en marcha Baudoin & Lange. Sin logo visible, la única identificación de estos zapatos son tres puntos dorados, unos alfileres de metal incrustados a mano en la parte posterior del tacón. Hoy cuenta con una cadena de producción repartida entre Italia y Portugal, y dos tiendas en el centro de Londres. El arquitecto Norman Foster y el tenista Roger Federer están entre algunos de los clientes habituales.

Es curioso que esta firma liderada por dos milenials haga zapatos rematadamente clásicos, que miran al viejo mundo de la elegancia perdida. Y que se dirijan sin complejos a un público muy concreto. Es decir, a alguien que se dé cuenta de que sus mocasines sirven para llevar también con esmoquin, y que aprecie las suelas de goma de ciertos modelos para sus vacaciones en barco. Puede que gracias a la moda del lujo discreto llegue otro tipo de seguidores que sigan las últimas tendencias, pero esta marca no es de las que se preocupan por lo que pasa en TikTok. Baudoin, de hecho, cita el estilo del margen izquierdo de París y los muebles antiguos de sus abuelos como algunos de los referentes que moldearon su gusto.

Modelo de mujer de los mocasines de la marca Baudoin & Lange.
Modelo de mujer de los mocasines de la marca Baudoin & Lange.

En plena expansión como empresa, su próximo objetivo es aumentar la gama de mujer, eso sí, evitando los tacones, su línea roja. Parte de este acercamiento al público femenino es la colaboración con su clienta Carmen Montero Mundt, una jerezana de 26 años, la primera diseñadora externa en crear una colección para la firma. Montero Mundt descubrió Baudoin & Lange a través una de sus conocidas en el circuito de Fórmula 1 que frecuenta con su pareja, el piloto de Mercedes George Russell. “Me llamaron la atención porque nunca llevo tacones, y cuando los probé me resultaron muy cómodos. Enseguida los llevaba habitualmente porque me servían para todo. Entonces me dedicaba a las finanzas en Londres y tenía que compaginar el estricto código de vestimenta del fondo de inversión en el que trabajaba con la vida en una gran ciudad, que requiere calzado cómodo para montar en bicicleta y correr al metro por las mañanas. Además, viajaba casi cada semana para acompañar a George en sus carreras y podía llevar un par en la maleta. Llegó un momento que me pasaba tanto por la tienda que me propusieron una línea”, explica durante la que es su primera entrevista con un medio español. La colección incluye tres modelos de mocasines: uno inspirado en las islas Baleares, otro en Montecarlo y otro en el campo andaluz. “Me centré en cómo era mi vida y en lo que buscaba entonces”.

Carmen Montero Mundt, la primera diseñadora externa en crear una colección para la firma.
Carmen Montero Mundt, la primera diseñadora externa en crear una colección para la firma.

Puede que Montero Mundt estuviera pensando en ella misma, pero su acercamiento a la moda responde a la manera de vestir de las profesionales más jóvenes de sectores conservadores como la banca, los negocios o las finanzas. Los requerimientos en cuestión de atuendo se han flexibilizado y las veinteañeras que se incorporan a estos puestos laborales rechazan los códigos tradicionales de esos entornos, como los tacones altos, los vestidos entallados o el bolso trofeo. Prefieren elegir pantalones, mochila y calzado plano. “Solo llevo alrededor de un año en Instagram, pero los selfies en el espejo del trabajo son las publicaciones que más éxito tienen en mi perfil, y mis seguidoras siempre me piden ideas para ir a la oficina”, reconoce la andaluza. A pesar de que no se ha confirmado una segunda entrega de la colaboración, quién sabe si después de la mudanza de Montero Mundt a Mónaco también llega un nuevo estilo de calzado.

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