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¿Dificultades sexuales en el último mes? Hablar de gatillazos o falta de deseo puede ayudar al éxito

Las falsas ideas y expectativas sobre la sexualidad se pueden desmontar si forman parte de la conversación, evitando así frustraciones, malos entendidos y comparaciones perjudiciales. Además, presumir (aunque estemos exagerando) no ayuda a fomentar una conversación saludable sobre sexo

Dificultad sexual: gatillazo

“Voy a contarte la paja más triste que me he hecho”. Así empezó el cómico y actor Dani Rovira a explicar una experiencia íntima en televisión. Fue en el programa La revuelta, donde el presentador David Broncano pregunta habitualmente sobre el número de encuentros sexuales del último mes a sus invitados, valorándolos positivamente cuando el dato es alto. Hablar sobre sexo en términos de desacierto no acostumbra a ser corriente. Es más común presumir de los resultados en la cama, aunque no necesariamente sean siempre ciertos. Teniendo en cuenta que socialmente una vida sexual plena (que para cada cual significará cosas diferentes) se considera un éxito, ¿quién querría mostrar una imagen que no fuera esa? Pero eso puede generar expectativas no realistas y una cultura de la comparación que perjudica más que ayuda a una sexualidad satisfactoria. Y es que escuchar que a todo el mundo le va aparentemente fenomenal cuando uno no se siente así hace que puedan surgir frustraciones.

Los estudios sobre el comportamiento sexual se ven afectados también por la deseabilidad social, es decir, por la necesidad de responder de la forma que se considera culturalmente apropiada. Esto hace que se obtenga información sesgada en cuestiones como, por ejemplo, el número de parejas, la cantidad de encuentros, el uso de preservativos, el tipo de fantasías sexuales. Según el artículo The Influence of Social Desirability on Sexual Behavior Surveys: A Review, publicado en 2022, varios estudios han reportado que, incluso con respuestas anónimas, existen correlaciones significativas entre diversos comportamientos sexuales autodeclarados y lo que se supone se espera a nivel social.

Hablar solo en términos de este tipo de éxito hace que se invisibilicen las inseguridades, los errores o los momentos incómodos que todas las personas con un mínimo de recorrido sexual han vivido y hace, además, que se refuerce la idea de que los encuentros íntimos deben ser perfectos. Es cierto que todo lo relacionado con el sexo ha evolucionado mucho y ya es más común hablar de que se ha tenido un gatillazo o de que hay falta de deseo, entre otras cosas. Pero se sigue pensando en ello en términos de fracaso, cuando algunas cosas forman parte de lo normal.

Además, todo ello puede generar cierta presión, sobre todo en personas jóvenes o con menos experiencia. Para la psicóloga y sexóloga Ángela Sánchez de Ibargüen, “sobre todo las chicas sienten mayor insatisfacción y, aún así, se someten a lo que se considera como éxito repitiendo muchos estereotipos precisamente porque lo consideran deseable a pesar de no ser placentero”.

Tampoco se trata de que hablar de sexo se convierta en un confesionario público. “Hablar de lo que sale mal podría ser acertado, pero a la vez peligroso. Hay que saber ante quienes se es vulnerable. En la intimidad y con personas de confianza o profesionales, sin duda, es muy recomendable”, comenta el sexólogo Sergio Julve. “El sexo no es perfecto y muchas personas creen que son las únicas en cometer errores o en estar desinformadas. Compartir estos errores puede servir para emprender un proceso de aprendizaje, hacer entender y normalizar la sexualidad en su imperfección, corregir o ajustar nuestra forma de acercarnos sexualmente a nuestras parejas, actuales y futuras. Quizá así logremos ese anhelado éxito sexual”. Sánchez de Ibargüen añade: “Hablar abiertamente de cómo es una relación sexual, con todos sus momentos, sus meteduras de pata, sus gatillazos, sus faltas de coordinación… favorece que no nos basemos tanto en falsas expectativas para conectar con las personas con las que se comparte”.

Sí está claro que hay que hablar de sexo, no necesariamente desde la pena, sino desde la información. Hablar sobre la propia sexualidad se valora como algo positivo y aporta beneficios. El estudio The importance of sexual self-disclosure to sexual satisfaction and functioning in committed relationships concluyó que la autorevelación sexual se asocia significativamente con la satisfacción y el funcionamiento sexual y que las mujeres, por cierto, tienden a hablar más de dificultades en la cama. Las diferencias de género en cuestiones como la educación emocional y el distinto peso que se le otorga a un determinado desempeño sexual son los motivos de ello.

Rebajar expectativas en el plano sexual

Ambos profesionales consultados coinciden en que en consulta sexológica es necesario derribar mitos sobre sexualidad. No lo achacan tanto a esta cultura del “éxito sexual” como a la falta de educación. “Quizá un poco de cada, ya que sin duda se retroalimentan. Pero sí, las expectativas respecto al sexo suelen ser más altas de las que cabría esperar. Aunque hay casos en los que sucede todo lo contrario en personas adultas que se sorprenden de sus capacidades a pesar de su edad”, sostiene Julve.

Las falsas ideas pueden tener otra consecuencia negativa que destaca Sánchez de Ibargüen: “Generan mucha ansiedad anticipatoria de cómo se ha de vivir el encuentro sexual y la erótica”. Y, precisamente, las preocupaciones previas al evento provocan algunas de las dificultades que tanto se temen. A menudo, tener en la cabeza falsos estándares de desempeño interfiere con el deseo, el rendimiento o el disfrute del momento sexual.

No solo los mitos y presumir afectan en todas estas expectativas. El sexólogo consultado añade otro factor: la pornografía. “Mostrar penetraciones eternas, lubricaciones idílicas, erecciones por antojo e infalibles, etcétera, seguro que también influye. Pero, al final, sigo culpando a la falta de información y conocimiento de nuestros cuerpos en lo que al sexo se refiere”.

Mientras a preguntas sobre cuántas relaciones sexuales se han tenido en el último mes se siga aplaudiendo las respuestas con puntuaciones altas o se siga mostrando una relativa timidez si el dato es aparentemente bajo, no solo se está poniendo el foco en lo cuantitativo en lugar de en lo cualitativo, sino que también se está dando una idea limitada de éxito sexual y generando unas expectativas irreales. Podría ser interesante, incluso como estudio social, cambiar el foco y preguntar: ¿dificultades sexuales en el último mes? Puede que las respuestas aporten una visión más realista y puede, incluso, que hablar de fracasos ayude al éxito.

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