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Nuevas formas de decir “te quiero”: del “sin ti no soy nada” al “contigo camino”

El psicólogo John Bowlby, que formuló su famosa teoría del apego, mencionó la idea de “refugio” y de “base segura” para hablar de relaciones sanas. En tiempos en los que nos replanteamos la forma de entender el amor romántico, quizás también conviene cambiar la manera de comunicarlo

El amor tiene que ver con aspectos como sentirse cuidado, escuchado, validado y con la confianza de poder hablar de cualquier cosa sin sentirse juzgado.
El amor tiene que ver con aspectos como sentirse cuidado, escuchado, validado y con la confianza de poder hablar de cualquier cosa sin sentirse juzgado.Klaus Vedfelt (Getty Images)

“Sin ti no soy nada”. “Te amo más que a mi vida”. “Mi corazón late solo por ti”. Estas podrían ser frases escritas dentro de corazones rojos en tarjetas que se regalan por San Valentín. Son el cliché del amor romántico y, como tal, producen urticaria en muchas personas. Las películas de chico conoce a chica, en todas sus variantes, siguen mostrando esas dos mitades que se encuentran y se unen como definición del amor exitoso. Y aunque hay filmes que muestran otras formas de relacionarse, el amor romántico sigue siendo muy popular. Son historias que en la ficción funcionan, pero que en la realidad pueden resultar dañinas. Según la encuesta Los españoles ante el amor, realizada por 40dB para EL PAÍS, casi tres de cada cuatro personas entrevistadas creen que están con el amor de su vida y entre los que no tienen pareja, la mayoría la desean. Y aunque un volumen importante de las personas participantes definen condiciones buenas en su relación, hay datos que llaman la atención. Por ejemplo, más de un 23% de las personas en pareja experimenta poca comunicación y escucha activa. Alrededor del 20% siente poca o nula comprensión, afecto, cariño y un 15%, poco o nulo reconocimiento, admiración y respeto.

“No me quieras tanto y quiéreme mejor”, dice la frase popular. Ese amor del bueno tiene más que ver con aspectos como sentirse cuidado, escuchado, validado y con la confianza de poder hablar de cualquier cosa sin sentirse juzgado. Es sentirse en un lugar seguro para poder ser. Esto no es nada nuevo, es lo que tendría que ser el amor siempre, pero a veces no es así y se escuchan cosas del tipo “la convivencia es muy difícil, pero nos queremos”, “no puedo contar con su apoyo, pero nos queremos”, “siempre acabamos peleándonos, pero nos queremos” y bajo esa coletilla final se justifican actitudes relacionadas con el sacrificio, con ese el amor todo lo puede.

Para prevenir males mayores derivados de aquello de que el amor es ciego, se ha popularizado (gracias a las redes sociales, principalmente) el concepto bandera roja o red flag en las relaciones. Las banderas rojas se refieren a los límites que ponemos en diferentes situaciones y también se aplican en el amor para prestar atención a las señales de alerta que a veces el enamoramiento impide ver. Las banderas rojas y su contrario, las verdes (aquello que sí gusta en una persona) son una forma de intentar objetivar el amor, si es que eso es posible, de intentar pasar del enamorarse ciegamente al enamorarse conscientemente. Cada persona tiene sus propias banderas rojas, aunque algunas deberían ser comunes: falta de respeto, de comunicación, invalidación de las emociones, no escuchar o no apoyar, entre otras. Y tanto se habla de ello que hay quienes se obsesionan tanto por encontrar banderas rojas en sus parejas que acaban por autosabotearse en cada relación que empiezan.

Del mito de la media naranja a la teoría del apego. “Te quiero libre y me quiero libre contigo” canta La Otra en su canción Contigo. Una oda a un amor sin posesión y basado en un apego seguro. La teoría del apego, formulada por el psicólogo británico John Bowlby durante los años 1969-1980, describe cómo las experiencias de vinculación en la infancia con las personas cuidadoras determinan la forma de relacionarse. Se ha trasladado a cómo estas experiencias tempranas influyen en las relaciones interpersonales en la edad adulta. Las personas con un apego seguro se sienten a gusto en la intimidad, en la cercanía, a la vez que valoran su propia independencia y autonomía personal. Es decir, son naranjas enteras que se relacionan con otras naranjas o limones o pomelos o mandarinas y se sienten a gusto compartiendo el mismo frutero.

Los viejos clichés del amor romántico les resultan caducos a muchas personas.
Los viejos clichés del amor romántico les resultan caducos a muchas personas.Valerii Apetroaiei (Getty Images)

La teoría del apego también tiene en cuenta los casos en que no se cumple este ideal y las relaciones se construyen según un apego evitativo, ansioso o desorganizado, muestras de inseguridad en los vínculos interpersonales. Una persona con un apego evitativo tiende a mantener a la gente a distancia, mostrándose autosuficiente y extremadamente independiente. Cuando se tiene un apego ansioso, el efecto es el contrario: se sufre un estrés por estar conectado con la otra persona, pudiéndose traducir esto en estar monitorizando constantemente el nivel de interés, disponibilidad y receptividad de la pareja. Hay, en estos casos, una necesidad de validación constante de la relación. El apego desorganizado se muestra como una mezcla de estos dos, con episodios en los que hay ansiedad por conectar mezclados con una cierta evitación.

Los estilos de apego no son inamovibles y pueden ser diferentes en función de la pareja y del momento de la relación. Volviendo a los estilos seguros, Bowlby habló también de refugio y base segura para definir las relaciones sanas. Un refugio seguro es un lugar cálido en el que hay apoyo y cobijo, sintiendo que la pareja quiere cuidar y proteger. Una base segura es un paso más, es un lugar desde el que se puede explorar el mundo y asumir riesgos, sabiendo que se podrá volver y sentirse escuchados, a la vez que aconsejados y cuestionados desde el cariño, en pro del crecimiento personal. Ser refugio y base segura implica escucharse con atención, darse apoyo emocional, compartir sentimientos y necesidades, estar pendiente de la otra persona, animar a dar pasos fuera de la zona de confort, escuchar los sueños y deseos de la otra persona, dar ánimos cuando se asumen nuevos retos, reconocer las habilidades y posibilidades del otro, entre muchas más cosas que aportan confianza, tranquilidad y protección.

“Tengo un apego seguro contigo” sería una nueva forma de decir te quiero. Y también podrían ser bonitas frases de amor expresiones como: “Eres mi refugio seguro”, “eres mi base segura”, “me das tranquilidad”, “siento tu apoyo”, “me das confianza para explorar el mundo”, “siento que me escuchas y que me validas”, “tienes muchas banderas verdes” o, volviendo a la canción de La Otra, “aprendo contigo y contigo camino”. A veces, un “te quiero” se queda corto.


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