Cómo poner límites y evitar conflictos con la familia en la cena de Navidad: “Me llevo fatal con mi suegra y este año me toca ir a su casa”
Tener una mala relación con la familia de la pareja es un clásico. Muchos son los factores que influyen, pero casi todos los expertos coinciden en señalar que lo más sano es poner coto para evitar problemas
Marta Lobato se casó con su marido hace 17 años. Viven en Madrid, ciudad de donde es él, pero ella es de un pueblo de Lugo al que van muy de vez en cuando. Son padres de tres niñas y desde el principio las Navidades las pasaban en la capital, ya que desplazarse al pueblo de los padres de ella en invierno se hacía complejo, especialmente cuando las hijas eran muy pequeñas. “Los primeros años me tomé como algo normal cenar con mis suegros porque suponía mucho lío hacer un viaje tan largo con las niñas. Además, la casa de mi familia está ubicada en la montaña lucense y no facilitaba mucho el abordaje de instalarnos, con tanto frío, así que mis padres al principio optaron por venir a Madrid y cenábamos y comíamos todos en la casa de mi familia política. Pero enseguida empezaron los roces”, recuerda Marta. España es un país con un gran arraigo de comidas familiares que en fechas navideñas se incrementa. Ir a casa de los padres o suegros es algo muy habitual y en esas reuniones, pueden surgir los roces. ¿Qué pasa cuando hay malentendidos y conflicto?
“Al principio de mi matrimonio me parecía el plan perfecto cenar todos juntos. Pero cuando mi suegra empezó a mostrar su verdadera cara y a entrometerse en todo, comencé a mostrarme reticente hasta negarme a ir porque solo la idea de hacerlo me generaba ansiedad y no ya solo en Navidad, sino también el resto del año”, cuenta Marta Lobato.
Aunque las discusiones familiares pueden darse con todo tipo de miembros de la familia, las más clásicas, según expertos como Joanaina Barceló, educadora social, mediadora familiar y especialista, se dan entre la suegra y la nuera. Para Barceló, llevarse bien con la madre política es algo que depende de muchos factores, y uno muy importante es que esta tenga una relación sana con sus descendientes. “Cuando una madre ignora los límites saludables en la relación con un hijo que ya ha formado su propia familia, cuando tiene un apego desmesurado, tiende a entrometerse en la vida de él, asumiendo un rol dominante y sobreprotector que hace que sienta celos. Y por esta razón, pueden llegar a hacerle la vida imposible a su nuera”, explica Barceló. Estas suegras, según la mediadora familiar, “tienen una gran dificultad para aceptar la independencia de sus hijos”. A menudo, añade, “esta actitud puede estar arraigada en el miedo a perder la cercanía emocional con él o en la creencia de que nadie será lo suficientemente bueno”.
Este patrón de relación puede ser catalogado, según Barceló, como tóxico o disfuncional, debido a su naturaleza obsesiva y dependiente. “La incapacidad para permitir la separación saludable y el desarrollo individual de los hijos genera un entorno emocionalmente asfixiante y limitante”, sostiene.
“Es muy normal tener tensiones con la familia política, ya que las relaciones familiares son complejas”, explica por su parte Lorena González, psicóloga y cofundadora de Serena Psicología. Esta psicóloga también reconoce que las tensiones entre mujeres (suegra y nuera) son más habituales que las que puede haber entre suegro y yerno o suegro y nuera: “A veces, para la madre de él, resulta complicado aceptar que viene otra mujer a cuidar a su hijo y hay conflictos internos que pueden tensar la relación si no se acepta ese desplazamiento natural de rol que debe darse”.
Cuando se habla de invasión no es solamente física, sino que también puede ser verbal, según explica González. “Algunas madres siguen opinando y dando consejos con respecto a algunas parcelas de la vida del hijo que, quizá, ya no le corresponden. Esto se agudiza mucho cuando llega un nieto por los comentarios acerca de la crianza, que pueden también tensar mucho más la relación”, aclara la experta.
La importancia de poner límites
Para González, es muy importante establecer límites: “Es mejor que estos los ponga el hijo o la hija a sus padres, así podremos evitar más tensiones y choques”. Limitar el tiempo que se pasa en pareja con la familia de origen, no forzar estar demasiado tiempo todos juntos si la relación no es fluida y evitar temas más tensos como la crianza de los nietos son algunos de los ejemplos que cita. Si esto no es posible, “es importante saber parar educadamente a la suegra, siempre cuidando mucho el tono, con frases cortas y sencillas, que pongan un límite”, aconseja: “Por ejemplo, en una situación donde la suegra quiere darles chucherías a los niños y los padres no quieren, podremos decir tranquilamente que nosotros preferimos no hacerlo y cambiar de tema”.
En caso de que la suegra insista o intente debatir sobre el tema, la experta considera que “la técnica del disco rayado” funciona bien. “Por ejemplo, repetiremos: ‘Nosotros preferimos no darle chuches’, y así las mismas palabras hasta que consigamos cambiar de conversación. Con frases cortas y concretas, dichas con tranquilidad, ponemos límites, evitamos conflictos y no damos pie a debatir u opinar sobre algo nuestro”, explica la psicóloga.
Una mala relación con la suegra, ¿causa de divorcio?
Las suegras, los suegros, los yernos, los cuñados... todos son miembros de la familia que no se elige, es decir, de la que proviene tu pareja, y cada uno de ellos puede llegar a ser fuente de conflicto. “En muchas ocasiones toda la familia política juega un papel fundamental a la hora de provocar o detonar las crisis matrimoniales”, sostiene Delia Rodríguez, abogada de familia en Vestalia. La experta en derecho asegura que es cierto que la figura de la suegra se encuentra más demonizada que la de otros miembros de la familia, pero cuando hablamos de meter cizaña en una relación afectiva, todos ellos pueden jugar un papel fundamental por la evidente influencia que ejercen en nosotros nuestros seres queridos.
“No se debe generalizar, pero en mi experiencia profesional he atestiguado más casos con las madres de ellos, aunque vemos de todo”, añade. De hecho, según Rodríguez, en ocasiones la figura de la suegra es usada como arma arrojadiza, de desgaste psicológico contra el otro. “Siempre recomiendo a los progenitores que dejen a un lado no solo sus rencillas personales”, prosigue la abogada, “sino también esos consejos que reciben continuamente de su entorno más cercano, pues muchas veces lejos de ayudar, empeoran aún más las cosas”.
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