La suegra como enemiga: ¿seguirá la ficción perpetuando esta leyenda urbana?
‘Big Little Lies’ regresa con Meryl Streep dando vida a la madre política del personaje de Nicole Kidman y un reto casi subversivo: redefinir el papel de la suegra en la televisión.
Conflictivas, acaparadoras, entrometidas, impertinentes, conspiranoicas, venenosas y hasta tóxicas. Dianas de multitud de chistes decrépitos y epicentros de una mitología perniciosa que ha caricaturizado hasta el extremo su razón de ser. Teclear la palabra en Google significarse darse de bruces con un pozo de artículos inmisericordes. La figura de la suegra ha sido víctima durante décadas de un estereotipo rancio que la ha confinado a ser representada como el enemigo invasor en la unidad familiar y eterna fuente de conflictos. Un mito también de profundas raíces sexistas, una vez que esta tradición de nocividad solo es aplicada a las mujeres y no a los suegros, históricamente retratados como seres más despreocupados y comprensivos. A pesar de que en pleno 2019 no existen evidencias en la sociedad que corroboren este lugar común, todavía perdura en la opinión pública gracias al sustento y la potenciación de la ficción, que las ha convertido en las antagonistas por decreto. Una situación que quizá esté cerca de su fecha de caducidad.
“No te conviertes en un buen hombre de la noche a la mañana. Se empieza por ser un buen chico. Y ser un buen chico significa escuchar y respetar a vuestra madre. Trabaja muy duro por vosotros, por eso la suerte le sonríe”, asegura con severidad Mary Louise (Meryl Streep), desmantelando de forma súbita el amago de pelea entre sus nietos surgido en la parte trasera del coche. Su nuera Celeste (Nicole Kidman), sentada junto a ella, le agradece el gesto. Estas líneas, que podrían calificarse casi de subversivas por lo inédito de las mismas en la historia del cine y de la televisión, inauguran el regreso a la pantalla de Big Little Lies. La ficción vuelve con una segunda temporada concebida solo tras las súplicas de los espectadores y el abrazo de los críticos y los académicos, que desencadenaron un éxito incontestable en los Globos de Oro y los Emmy. Mary Louise es la gran incorporación de la segunda temporada, (atención spoilers) al instalarse en Monterey para ayudar a su nuera a superar el duelo tras la muerte de Perry (Alexander Skarsgård) y, de paso, investigar las verdaderas causas de su muerte (final de los spoilers).
Lo revolucionario de la representación que se hace de la dinámica entre suegra y nuera, más allá de los futuros giros de guion que seguro llegarán en los próximos episodios teniendo en cuenta que es la supuesta antagonista, es el respeto y cariño que se profesan mutuamente, a pesar incluso de la traumática situación en la que se ven inmersas. La voluntad de los guionistas Liane Moriarty y David E. Kelley para evitar que Mary Louise, llamada así en homenaje a su propia intérprete, caiga en lugares comunes ya la ha convertido en una “favorita del público” y fuente de memes. El personaje de Streep, cuya interpretación es calificada de “sublime” y “estelar” por la crítica, se sitúa a años luz de otras suegras del cine o la televisión, que durante décadas han perpetuado la leyenda urbana de estas como detonantes de relaciones tempestuosas. Hasta la ascensión del cuñado como lugar común predilecto del humor añejo, nadie se atrevió a disputarle a la suegra su papel de broma –pesada– recurrente.
Ahí están los casos de otras dos estrellas de la gran pantalla, Diane Keaton y Jane Fonda, que han dado vida a dos de las suegras más estereotipadas del cine reciente. Tanto en La madre del novio (2005) como en La madre de él (2008), dos grandes ejemplos de ese pozo sin fondo que es el mundo de los títulos traducidos al castellano, las ganadoras del Oscar interpretan a dos madres sobreprotectoras que hacen todo lo que está en su mano para sabotear la relación de sus hijos con sus nueras (Liv Tyler y Jennifer Lopez, respectivamente), a las que consideran insuficientes para sus brillantes descendientes. Aunque blanqueada con el final feliz made in Hollywood, en La madre del novio el personaje de Fonda incluso trata en una escena de envenenar al interpretado por J.Lo, que padece una alergia alimenticia, durante la cena de su ensayo nupcial. Ellos, tanto en su papel de hijos como de parejas, son retratados como equidistantes y pusilánimes, quedando libres de toda culpa en esta especie de pelea de gatas que luchan por hacerse con su cariño, avalando el origen patriarcal del mito.
Las series de televisión tampoco escapan a este fenómeno. Comedias tan exitosas como Friends (Judy Geller), Las chicas Gilmore (Trix Gilmore), Frasier (Hester Crane), Todo el mundo ama a Raymond (Marie Barone) o Sexo en Nueva York (Bunny MacDougal) han representado en algún momento a las suegras como seres enemistados con las parejas de sus retoños sin motivos de peso. Las hay incluso de armas tomar, como Cersei Lannister en Juego de tronos con Margaery Tyrell, a la que amenaza directamente con hacer que la estrangulen mientras duerme. O Gemma Teller en Hijos de la anarquía, que acaba con la vida de Tara tras achacarle toda la responsabilidad en la mala relación con su hijo.
Solo en contadas excepciones, como la del personaje de Gloria (Sofia Vergara) en Modern Family, la relación entre suegra y nuera es narrada con una pátina de positividad y no como un tedioso detonante de enfrentamientos. En una época en la que las series se cuentan por cientos, proceden de cualquier país e incluso permiten al espectador elegir su propio final, que lo más subversivo y novedoso sea la aparición de una suegra cuya única ambición no sea la de entrometerse en relaciones ajenas produce tanto alivio como desazón. Esperemos que contar con Meryl Streep en el elenco no sea un requisito esencial para que esta sororidad intergeneracional pueda volver a producirse.
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