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La kombucha que viajó de California a un pueblo de Badajoz

Nuria Morales y Beatriz Magro descubrieron esta bebida fermentada y milenaria en un viaje. Decidieron que la exportarían y la traerían a España y desde su pueblo natal la fabrican y distribuyen. Tienen una meta clara: “Donde haya una cola, en tres años va a haber una Komvida”

kombucha
De izquierda a derecha, Beatriz Magro y Nuria Morales, fundadoras de Komvida, el 30 de noviembre de 2022 en Madrid.MOEH ATITAR
Belén Hernández

“A ti te vino Dios a ver”. Probablemente, esta frase de Milagros, la madre de Beatriz, sea la que mejor resuma el éxito de Komvida, la marca de kombucha que fundaron hace cinco años Beatriz Magro y Nuria Morales (ambas de Fregenal de la Sierra, 35 años). “Decidí que me tenía que ir y con una mochila y todos mis ahorros me fui a dar la vuelta al mundo en 2016. El primer lugar a donde llegué fue a California y allí probé la kombucha. Siendo vegana y habiendo dejado el alcohol, el sabor de aquel refresco me impactó y fue la gran revelación para nosotras”, explica Magro a EL PAÍS, sentada junto a Morales en el espacio que Komvida ha abierto en Madrid.

El milagro que se obró en aquel primer sorbo se ha traducido en lo que ahora, cinco años después, es Komvida. Beatriz y Nuria, nacidas en el mismo pueblo de Badajoz y amigas desde la adolescencia, habían compartido un mismo periplo: estudiar fuera de casa, licenciarse y venirse a la capital a trabajar, como muchos de los hijos e hijas de su generación que habitaban la llamada España vaciada. Y aunque las dos habían estudiado carreras muy dispares —Nuria es licenciada en Ingeniería Química y Beatriz, en Traducción e Interpretación— tenían claro que, antes o después, montarían un proyecto juntas y en Fregenal de la Sierra, el pueblo extremeño donde Nuria vive ahora al 100% y Beatriz, al 50%. “Después de probarla [la kombucha] yo me obsesioné. ¿Y qué haces cuando te obsesionas con algo? Se lo cuentas a quien más quieres: a tu mejor amiga, que en mi caso era Nuria, a mi madre y a mi entonces novio, ahora marido”, explica Magro.

Así fue como Bea le pidió a Nuria que se uniera a su viaje y así ella también probaba aquella bebida fermentada que hace 2.000 años nació en China y que los propios emperadores consideraban el elixir de la vida. Un té con burbujas y sabor a frutas que se elabora a partir de un scoby, una masa compuesta de levaduras y bacterias, y que se había convertido en el brebaje probiótico que tomaba todo habitante de California. “Allí era donde estaban las mejores marcas de kombucha y donde podíamos aprender de los maestros kombucheros. Porque en España tenemos los mejores cerveceros, las mejores bodegas de vino, pero no había un producto igual. Nosotras mismas lo sabíamos, cuando salíamos a cenar o de fiesta si no bebes alcohol, o no quieres un refresco azucarado, hay pocas o ninguna alternativa”, contextualiza Morales, que se volvió a España antes para empezar a poner los raíles de lo que se había convertido en su sueño y lo que ahora es su proyecto. “Después de un tiempo decidimos que ella se volviera antes para empezar a trabajar en nuestra fórmula”, añade Magro.

Si Apple nació en un garaje en el código postal 94024 de California, Komvida surgió en el 06340, el que pertenece a Fregenal de la Sierra, una localidad de menos de 5.000 habitantes al suroeste de la provincia extremeña de Badajoz. Estas dos jóvenes emprendedoras tenían claro que el centro de operaciones iba a ser su pueblo. “El sur de Extremadura es la tierra del cerdo ibérico y, a partir de ahora, de la kombucha”, puntualiza Morales. Y así empezaron Nuria y la madre de Beatriz, Milagros, a “desperdiciar litros y litros de kombucha” hasta dar con la clave en un desván familiar, entre barreños y decantadores caseros, explica Morales. “La fábrica y nuestro negocio tenían que estar allí donde pudiéramos promover el liderazgo femenino en una zona donde apenas hay oportunidades”, asegura Nuria. “Mi madre, con 53 años, se convirtió en nuestra primera empleada y tuvo su primer trabajo remunerado, porque hasta ese momento había trabajado mucho, pero nadie le había pagado”, ejemplifica Beatriz, que recuerda que desde 2017, el año de su fundación, hasta ahora han conseguido que el 80% de su plantilla, en la que ya se cuentan 104 personas, sean mujeres.

Bea y Nuria, empresarias y ahora también madres —de tres hijos y de dos, la última de apenas dos meses, respectivamente—, saben lo complicado que es para una mujer poder conciliar su vida laboral y profesional. “Para mí fue complejo integrar mi ambición profesional con la de ser buena madre”, confiesa Magro, que explica que a su alrededor encontraba que todas las madres que había conocido hasta el momento habían renunciado a su vida laboral; y las empresarias con hijos que conocía no hablaban de ello, así que admite no haber tenido referentes en los que fijarse cuando tuvo a su primero retoño, a los 30 años.

El proyecto de Komvida tenía todos los elementos para ser “un cóctel molotov”, como explica Magro, y no salir adelante: mejores amigas que se hacen socias, la familia involucrada, con un producto apenas conocido en el mercado español y una fábrica en un pueblo mal comunicado. Así y todo, en 2017 y ya desarrollados los tres primeros sabores de Komvida — limón y jengibre, té verde y frutos rojos—, Nuria y Bea decidieron fundar la marca y empezar a vender sus productos online, además de en el mercado ecológico, una zona de confort donde la kombucha no era una bebida ajena. Meses más tarde, y gracias a que se filtró la noticia de que la reina Letizia bebía Komvida, sus ventas se dispararon. Tras mucho tiempo de ir llamando puerta por puerta, han conseguido en los tres últimos años triplicar su facturación y ser líderes en el mercado, además de estar en las neveras de los supermercados de grandes superficies como Carrefour y El Corte Inglés, entre otros.

Su último proyecto, en esa idea de buscar sinergias dentro del mundo de la alimentación saludable y con otras mujeres, ha sido la de aliarse con Nerea Zorokiain Garin, fundadora de Ferment Art. Nerea lidera una empresa de vegetales fermentados y ha lanzado junto a Nuria y Bea un set de edición limitada de vegetales fermentados no pasteurizados envasados en botes de 200 gramos de chucrut tradicional, chucrut de col lombarda, baechu, kimchi y un mix de vegetales a base de remolacha, zanahoria, cebolla, puerro y ajo. Gracias a su fermentación, se convierten, aseguran, en la combinación perfecta para repoblar, equilibrar y fortalecer la microbiota.

Al igual que con su kombucha, la estrategia con estos vegetales fermentados es la de llegar a cada rincón posible con productos saludables, porque ellas se sienten de pueblo, pero también del mundo. “No tendría sentido que solo estuviera disponible en grandes ciudades, siendo como somos nosotras de Fregenal de la Sierra, una localidad con una autovía a algo más de hora y media de camino. Es parte de nuestra visión que nuestra kombucha estuviera accesible en cualquier rincón, sea pueblo o ciudad”, explica Magro, que al igual que Nuria tiene clara una de sus metas, además de promover una alimentación más sana y sostenible: “Donde hoy hay un refresco de cola, en tres años va a haber una Komvida”. Suponemos que la buena red de distribución refrigerada con la que ya cuentan y su perseverancia harán el resto para obrar este milagro.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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