El Obama guineano que empapela Madrid para ser presidente
Mariano José Nsué Obama quiere dirigir Guinea Ecuatorial y no le importa reclutar toxicómanos para que apoyen su campaña o caminar decenas de kilómetros cada día pegando carteles


El expresidente Barack Obama acababa de cumplir tres años cuando otro Obama, también con aspiraciones presidenciales, Mariano José Nsué Obama, nacía en Guinea Ecuatorial hace 61 años. Sin embargo, su carrera política no puede ser más desigual. El año que el primero se convirtió en líder del partido demócrata, el segundo llegaba a España con una mano delante y otra detrás. Y cuando en 2009 el primero se convirtió en presidente de Estados Unidos y reunía a las masas frente al Capitolio, el segundo daba uno de sus mítines más numerosos en el centro de Madrid... ante ocho personas.
Ahora Barack Obama lleva ocho años retirado del poder tras su paso por la Casa Blanca, pero su tocayo sigue sin tirar la toalla. De hecho, lleva toda su vida envuelto en una eterna campaña electoral para la que no hay descanso. Aunque sus mítines son escuálidos, su rostro es ampliamente conocido por cualquier paseante del centro de Madrid gracias a las decenas de carteles que él mismo pega con su cara. Ese es su día a día.
Cada mañana Mariano José Nsué Obama se echa a la calle y patea durante horas el centro de Madrid con un rollo de celo, un paquete de hojas bajo el brazo con su rostro impreso y una mochila que lleva una biografía de Simón Bolívar dentro. Llueva, truene o relampaguee, recorre las calles sin perdonar una farola, una caja de luz, la valla de una obra, la pared de un descampado… El Obama guineano camina sin descanso y destroza un par de zapatos cada mes postulándose a la presidencia entre quien ni siquiera le puede votar. “Es una vocación que tengo dentro. Podría haber vivido mi vida, pero no lo he hecho porque me mueve algo dentro que no puedo esquivar. La mayoría de los guineanos pasan de mí y de la política porque solo van detrás del pan y de vivir su vida”, dice. “Con el nombre de República de San Rafael Nsué Nchama [porque lo primero que quiere es cambiar el nombre al país] seré el tercer presidente de Guinea Ecuatorial”, insiste como único ideario político.

Durante los últimos años, de Usera a Gran Vía, de La Latina o Malasaña y de Tribunal a Conde Duque, su enigmático rostro aparece pegado en cualquier lado. “Arriba San Rafael Nsué Nchama! ¡Arriba San Nelson Mandela! ¡Arriba África! ¡Arriba!”, se lee en las hojas blancas en las que aparece encorbatado durante su etapa de juventud. Dice encarnar las esencias de su padre Rafael Nsué Nchama, un exministro de Agricultura que fue fusilado tras el alzamiento de Teodoro Obiang, que gobierna con mano dura el país desde 1979. “Fue asesinado por haber luchado por la emancipación del pueblo negro”, asegura.
Desde entonces lidera un partido fundado por él con el que aspira a llegar al poder en una larga campaña que dura 30 años en los que su mitin más numeroso cabe en la mesa donde se realiza la entrevista. ¿Por qué tanto esfuerzo? “Porque es mi destino y tengo la habilidad de convencer a la gente”, insiste en una cafetería del centro de Madrid durante una pausa de su eterna campaña. Actualmente, el Obama guineano percibe unos 700 euros del salario mínimo con el que paga una habitación que es también la sede de su partido, un templo empapelado de arriba abajo con las caras de “santos negros” como Malcolm X o Luther King.

Obama, lleva algunos meses sin celebrar actos públicos, pero el que realizó el año pasado en la calle San Bernardo dejó con la boca abierta a los paseantes. Fue un viernes de septiembre y asistieron 20 jóvenes que, en realidad, salían a esa hora del instituto, cuando se subió a un banco y empezó a gritar “Obama, Obama, Obama…” Los que pasaban por allí no sabían si llamar a la policía o darle un euro para su campaña. Pero para él “fue uno de los días más felices”, resume.

Sin embargo, no siempre fue así. Durante muchos años, Mariano José Nsué Obama durmió en la calle y vivió de lo que le daban. Pero todo lo que sacaba de la caridad lo destinaba a organizar mítines, pagar las fotocopias y comprar biografías de segunda mano de libertadores ilustres como Bolívar, Julio César o Churchill. Sin embargo, a aquellos mítines que organizaba cada mes en algún parque no iba nadie, así que con el dinero que le quedaba buscaba a toxicómanos y mendigos de la calle a los que daba 20 euros por asistir”, dice sin rubor. El caso es que un día la estrategia se le fue de las manos. Fue hace 12 años en Torrejón de Ardoz cuando logró convencer a 200 personas a quienes prometió 50 euros por asistir a su discurso. Jubilados, estudiantes, parados, emigrantes y drogadictos se dieron cita un día de mayo de 2013. Pero cuando Nsué Obama llegó y vio tal número de personas, se echó atrás. “Amigos, me vais a tener que perdonar, pero... ¿Qué son 50 euros cuando vengo a ofreceros un futuro en mi país?”, les dijo. Y claro, casi le dan una paliza.


Este último viernes de septiembre fue más habilidoso y se colocó frente al instituto Lope de Vega de la calle San Bernardo. Un grupo de jóvenes se une a no se sabe qué. El caso es que Obama aparece durante cinco minutos que incluye un discurso político de 35 segundos.
El dictador Teodoro Obiang Ngema, de 81 años, lleva 45 al frente de Guinea Ecuatorial tras el golpe de Estado de 1979 en el que fue derrocado y fusilado Francisco Macías. Para conseguir su caída, Obama se esfuerza en mítines, pegadas de carteles, entrevistas y en monólogos en Youtube que es donde se explaya. Cuando resume su ideario político dice que se centra en el número tres: “El día que asesinaron a San Malcom X hacía tres meses que mi madre estaba embarazada de mí. Mi padrino [Francisco Macías Nguema] se hizo primer presidente de Guinea Ecuatorial tres años después de mi nacimiento. Nací un miércoles, tercer día de la semana. Soy el tercer hijo varón de mi padre con su tercera esposa. Y el día que mataron a San Martin Luther King hacía tres años de mi nacimiento”, y ahí para.
Nsué Obama no quiere dar muchos datos sobre su paradero actual para evitar la represión que Obiang ejerce sobre cualquier tipo de oposición, ya sea en África o en España, donde se la acusa de numerosas detenciones secretas y secuestros. “Si sigo trabajando duro, algún día llegaré a la presidencia de Guinea”, dice convencido. “O no”, añade, “pero la experiencia habrá servido la pena”.

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