El caníbal de Ventas ingresa en el psiquiátrico penitenciario de la localidad alicantina de Fontcalent a petición propia
El hombre envió en enero una carta a su abogado en la que aseguraba que sufre psicosis y paranoia

Alberto Sánchez Gómez, conocido como el caníbal de Ventas y que fue condenado en 2021 a 15 años y cinco meses de cárcel por matar, descuartizar y profanar el cadáver de su madre, ha ingresado en el psiquiátrico penitenciario de Fontcalent (Alicante) después de que él mismo solicitara ayuda para pasar su condena en este hospital debido a su estado mental. “Sufrí una enajenación mental transitoria motivada por el consumo de cannabis y no vivía la realidad tal y como es, sino que deliraba y tenía psicosis y paranoia. Además, acabé haciéndole a mi madre lo que me decían las voces y lo que veía en mis alucinaciones visuales”, relató el hombre en la carta manuscrita en la que pidió ingresar en un psiquiátrico. Su actual letrado, Julen Martínez, de Valmaseda Abogados, tramitó su petición dado el peligro que supondría que el hombre comenzara a tener permisos. “Esta persona no quiere salir a la calle, sabe que es un peligro para la sociedad”, explicó Martínez. La Audiencia Provincial de Madrid que lo condenó no apreció que tuviera anuladas sus facultades mentales en el momento de los hechos.
El letrado ha precisado que el conocido como caníbal de Ventas se encuentra desde el 20 de marzo en el recinto, situado a pocos kilómetros de la ciudad de Alicante y en el que pasó su condena la doctora Noelia de Mingo. El abogado solicitó el ingreso en este centro de su representado en enero, después de recibir una carta suya desde la cárcel en la que pedía ayuda y solicitaba recibir un tratamiento más adecuado para el trastorno mental grave que asegura padecer.
Un jurado popular declaró en mayo de 2021 a Sánchez culpable del homicidio y profanación del cadáver de su madre, a quien desmembró con un serrucho y de quien ingirió parte de sus restos en el piso del barrio de la Guindalera, en la zona de Ventas, en el que ambos residían. Durante su traslado a prisión el día que fue detenido, confesó a los policías que incluso había alimentado a su perro, Coque, con algunos trozos. El juicio se centró en buena medida en determinar si el joven estaba en su sano juicio o no el día que asesinó a María Soledad Gómez, su madre. El primer día del juicio, Sánchez contó que oía voces que le decían “mata a tu madre” y que le pedían descuartizara su cuerpo. El tribunal no apreció, sin embargo, que sufriera un brote psicótico.
“No me sentí defendido”
En una carta remitida a su abogado, el preso se quejaba en enero de que, tras su detención en febrero de 2019, no lo llevaron al hospital para una valoración psíquica ni los agentes leyeron sus derechos durante el arresto. Antes de que empezara mi juicio, mi abogado me dijo que dijera que yo no me acordaba de nada, cosa que hice sin convicción porque yo ya declaré a la jueza lo ocurrido durante la investigación. No me sentí defendido. No hizo buen trabajo”, escribía. “Sufrí una enajenación mental transitoria motivada por el consumo de cannabis y no vivía la realidad tal y como es, sino que deliraba y tenía psicosis y paranoia. Además, acabé haciéndole a mi madre lo que me decían las voces y lo que veía en mis alucinaciones visuales”, relató.
En la sentencia, que fue corroborada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, se consideró probado que el acusado no tenía sus facultades mentales anuladas en el momento de los hechos, por lo que debía cumplir la sentencia en un centro penitenciario. “Pido perdón y no es para agradar a nadie. Cada vez que pienso en mi madre se me cae el alma encima”, manifestó en su última palabra el condenado. En concreto, se lo condenó por un delito de homicidio ―en el que concurría la circunstancia agravante de parentesco--, y otro delito de profanación de cadáveres ―con la misma circunstancia agravante―, al considerarle autor de la muerte de su madre en fecha no determinada entre el 27 de enero y el 21 de febrero de 2019.
También se lo condenó por descuartizar los restos para a continuación alimentarse con el cadáver durante, al menos, 15 días, tal y como estableció en su momento el jurado popular. Respecto a una enajenación mental, los magistrados sustentaban que “ni por las pruebas documentales, ni por las declaraciones de los testigos, ha resultado probado que el acusado sufriera una alteración psíquica que le dificultara el procesamiento correcto de la información general que determinara una alteración grave de la conciencia de la realidad de forma que anulara sus facultades volitivas y cognoscitivas”.
En su declaración en el juicio, relató que oía voces que le decían que la matara y descuartizara. Sobre el crimen, manifestó que tenía lagunas sobre cómo lo hizo, pero que ocurrió una mañana cuando su madre estaba haciéndole el desayuno. Los agentes que acudieron a la vivienda describieron en el juicio la espeluznante escena con la que se encontraron al llegar. Nada más entrar en la casa, el chico confesó que había matado a su progenitora. “Está muerta”, dijo. Al entrar en la vivienda, encontraron multitud de restos cadavéricos esparcidos por toda la casa. La cabeza y parte del cuero cabelludo con una oreja estaban encima de la cama. Había una parte del cuerpo en la caseta del perro, mientras que en el baño había un cuchillo y restos de sangre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.