El ‘caníbal de Ventas’, culpable de matar y descuartizar a su madre sin apreciarse alteración psíquica
El jurado popular considera que Alberto Sánchez estaba en uso de sus facultades el día del crimen y no incluye las atenuantes ni eximentes solicitadas por la defensa
Alberto Sánchez, de 28 años, ha sido hallado culpable este miércoles del homicidio de su madre, María Soledad Gómez, y de haber descuartizado e ingerido parte de su cadáver. El jurado popular, compuesto por nueve miembros, ha considerado todas las pruebas y acusaciones presentadas contra Sánchez y ha determinado que estaba en uso de sus facultades la mañana que asesinó a su progenitora a finales de febrero de 2019, y que también lo estuvo los días posteriores cuando desmembró y consumió su cuerpo “en ocasiones” para intentar hacerlo desaparecer. El veredicto ha llegado tras dos días de deliberación sin la eximente incompleta por la que pedía la defensa tres años y seis meses, ni la atenuante cualificada que solicitaba seis años y cuatro meses justificando que el acusado padecía de brotes psicóticos y no se encontraba en sus cabales. La Fiscalía pedía la pena completa que solicitaba desde el inicio, 15 años y cinco meses de cárcel por los delitos de homicidio y profanación de cadáveres. Su abogada ha dicho que en cuanto sea notificada de la sentencia, buscará recurrirla ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
El veredicto del jurado llega después de dos semanas de juicio. El 20 de abril, Alberto Sánchez abrió la primera sesión contando que oía voces que le decían “mata a tu madre” y que, según el acusado, le pedían descuartizar su cuerpo. Los días siguientes, los agentes de la Policía que detuvieron al hombre, que entonces tenía 26 años, narraron la macabra escena que encontraron en la casa, donde había restos humanos pertenecientes a la víctima, María Soledad Gómez, de 69 años. Los policías relataron que Sánchez confesó espontáneamente que la había asesinado después de una discusión, que llevó el cadáver a la cama y que ante la necesidad de hacerlo desaparecer, lo descuartizó con un serrucho y cuchillos, y lo fue ingiriendo “a veces crudo”, o lo daba de comer a su perro, Coque.
También se escuchó el testimonio del hermano de Alberto Sánchez, que contó por primera vez acerca del viaje que el acusado realizó en 2015 a Grecia por un Erasmus, y al que tuvo que ir a rescatarlo porque se encontraba perdido entre alucinaciones y el consumo de drogas. Tanto las vecinas como algunas amigas de la madre narran que a partir de ese suceso, Sánchez había tenido un comportamiento distinto. Consumía alcohol y marihuana constantemente, vivía entre la calle y la casa de su madre, con la que discutía de forma recurrente, y hasta ella misma solicitó una orden de alejamiento en su contra. Algunas de las testigos llegaron a observar que ella tenía lesiones en los brazos que atribuía a accidentes.
La clave del juicio estuvo en determinar si lo que sucedió a partir de ese viaje a Grecia jugó un papel importante en la mente de Alberto Sánchez el día del homicidio de su madre. Sánchez estuvo ingresado en tres ocasiones desde 2016 en el Hospital de la Princesa en Madrid por “brotes psicóticos” tal y como confirmaron los psiquiatras al jurado y sobre lo cual la defensa hizo hincapié para argumentar que es una “persona enferma”. Sin embargo, en el diagnóstico de las forenses que revisaron al imputado y le hicieron estudios, tanto en los primeros días de su detención como en los meses posteriores, se determinó que Sánchez no reflejaba sintomatología psicótica, no les expresó nada acerca de las voces que escuchaba y que más bien mostraba un “trastorno de personalidad antisocial y de paranoia”, que según precisaron, “no modifican las funciones intelectuales”, además de un “perfil psicopático” y “narcisista” en el cual distingue lo que está “bien y está mal, solo que no le importa”. Esta determinación, por la que abogaba la Fiscalía, ha sido la que finalmente ha pesado en el veredicto del jurado que consideró a Sánchez culpable.
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