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bocata de calamares
Columna
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Hacerse rico haciendo ‘burpees’ de madrugada (y sin masturbarse)

Amadeo Lladós, gurú del esfuerzo delirante, odiador de “panzas” y “mileuristas”, desembarcó en Madrid con su “universidad” y su “Club Jefazos”: es el flautista de Hamelin de los jóvenes varones desesperados

El cartel difundido en redes del campus madrileño de la Lladós University.
El cartel difundido en redes del campus madrileño de la Lladós University.
Sergio C. Fanjul

Hegel escribió que existían ciertos hombres universales que resumían en su persona el espíritu de su época. En tiempos de Hegel, ese hombre era Napoleón.

Ahora, ese hombre es Amadeo Lladós.

Qué tío Lladós, gurú del esfuerzo absurdo, vendehumos mayor de Instagram, flautista de Hamelin para una generación de jóvenes varones desesperados.

Lladós visitó Madrid este finde con su “universidad” (la Lladós University), donde compareció ante los miembros del Club Jefazos y del Club Jefazos VIP, las mejores mentes, los mejores bíceps de su institución. En el cartel de la visita se resume el universo Lladós: cochazos, yates, jets privados, una mansión en Miami, tíos mazados sin camiseta. Verdaderas bestias, se dicen.

La primera vez que vi a Lladós (qué tío, Lladós) fue en un vídeo diciendo que ya no comía atún porque le recordaba a cuando era pobre. Me hizo reflexionar sobre si yo formaba parte de una falsa clase media, porque yo como muchas latas de atún, porque la vez que fui en Uber y me pusieron una botellita de agua me sentí el rey del mambo, porque tengo una suscripción para Netflix y otras plataformas que apenas veo, pero que me permito el lujo de pagar. Atún, y a veces con aceite de girasol, para ahorrar.

Aquel vídeo, y otros que vi después, también me hicieron preguntarme si aquel tipo tan raro era real o era una parodia. Una parodia de un aporófobo, un flipao, un consumista, un gordófobo, un machista. Le vi arremeter contra “pobres”, “mileuristas” y “panzas”, contra los pusilánimes con novias gordas, los que no pueden controlar su vida porque “ni siquiera pueden controlar lo que se meten en la boca, bro”.

El “fakin’ cruasán”.

Era tal su desparpajo y su esperpento que me parecía gracioso. Es gracioso, Lladós. Qué tío, Lladós.

Su doctrina es una versión aún más delirante de la meritocracia mágica y la cultura del esfuerzo mainstream. Según su evangelio, si te levantas a las cinco de la madrugada, cuando todo el mundo duerme, y te machacas a burpees, nada puede ir mal. Spoiler: al final te forras.

Los burpees, para los profanos gimnásticos, son un completo ejercicio que mezcla flexión, sentadilla y salto. Yo hago burpees y lo cierto es que son muy eficaces para mantenerse en forma, pero todavía no he logrado hacerme rico: quizás porque los hago a mediodía, mientras miro a Ferreras.

El influencer Amadeo Lladós, en uno de sus vídeos de Youtube.
El influencer Amadeo Lladós, en uno de sus vídeos de Youtube.

Qué tío, Lladós, todo mazao, todo tatuao, con su six pack abdominal y sus pectorales turgentes. Lo más extraño no es que su doctrina mágica conecte el madrugar y los burpees con el éxito vital, sino que conecta el éxito vital con poseer deportivos “lambos” (lamborghinis), relojes Rolex y mujeres, a las que también enumera como un objeto.

Su historia es épica e inspiracional: Lladós antes iba de fiesta, se metía cinco filas de farlopa, qué tío Lladós, lo petaba por ahí, pero era pobre y estaba tirando su vida a la basura. Tuvo un accidente, casi la palma. Así que ahora Lladós vive de otra manera y amasa fortuna, en un extraño bucle, enseñando a otros cómo amasar fortuna.

Bueno, eso promete.

En los últimos tiempos esa doctrina se ha ampliado y ha iniciado una defensa del servilismo total con los jefes y una cruzada contra la masturbación, mientras inserta cada vez más elementos de un cristianismo para dummies. Como dice el ensayista Jorge Dioni, lo que Lladós empieza a proponer se parece mucho a la vida monacal.

Este fin de semana Lladós, qué tío Lladós, con su enigmático gesto, y sus dientes blanqueados, y su pelo pollito, trajo su “universidad” a Madrid. Vi en algunos vídeos a su público, esos chavales, casi todo tíos, que le compran a Lladós sus cantos de sirena del individualismo atroz.

- ¿Quiénes somos? - arenga Lladós -, ¿ el club de los...?

- ¡¡¡Jefazos!!! - responden a coro los jefazos.

La doctrina de Lladós es una historia bonita, da esperanza, pone el futuro en sus manos cuando no se ve ningún futuro. Yo qué sé, el mundo está tan dislocado que hay chavales que caen en esto, y otros en las teorías de la conspiración y la ultraderecha. Son soluciones sencillas a una realidad que no inspira confianza. Supongo que otros muchos caen en ambas cosas a la vez.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
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