¿Son gigantes o molinos?

Hace un mes, durante el debate sobre el estado de la región, la presidenta de la idem, Isabel Díaz Ayuso, anunció la declaración de bien de interés cultural (BIC), en la categoría de patrimonio inmaterial, el Siglo de Oro, la Edad de Plata y la cultura urbana. ¡Madre mía, todo a la vez en todas partes! Un poco de siglo XVI y XVII por aquí, otro de finales del XIX y principios del XX por allá y, para rematar, según dice la nota de prensa enviada por la Comunidad de Madrid, “se reconocerán y protegerán las obras de creadores como Muelle, Suso 33, Sfhir o Zeta, presentes en las calles y muros de la región”. ¿¡Acaso considera las obra de estos artistas urbanos patrimonio inmaterial!? ¿Dónde está la inmaterialidad de algo que está presente en calles y muros, usando sus mismas palabras? Llegados a este punto: ¿se puede declarar inmaterial algo material? La transustanciación del patrimonio.

Que un bien sea declarado BIC significa que tiene un valor relevante y, por tanto, requiere la máxima protección que otorga la ley. En este caso, la Ley 8/2023, de 30 de marzo de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid.

El anuncio de la presidenta de la Comunidad tuvo la capacidad de teletransportarme al cruce entre la calle del León y la calle de Cervantes. Allí hay una ortopedia-zapatería llamada El pie de oro, como el siglo. Bueno, había, el local se alquila y entre carteles del antiguo negocio aparece otro que dice “En esta casa vivió y murió Cervantes”. Una ortopedia, buen lugar para un manco. Qué más se puede pedir para el que probablemente sea el español más conocido en todo el mundo, máximo representante de las letras españolas y perteneciente, ¡qué casualidad! Al Siglo de Oro. Pareciera que nada, el lugar donde murió solo está señalado por unas placas, ¿y lo que hay que proteger es algo tan abstracto como su época? Ahí es nada, un periodo que es riquísimo y diversísimo en cuanto a pensamiento y creación con figuras como Lope de Vega, Teresa de Jesús, Quevedo, Calderón, Velázquez, Zurbarán, Luisa Roldán, Berruguete, Claudio Coello, Juan de Herrera... y solo son un puñado de los más conocidos, algunos más vinculados a Madrid que otros. La Comunidad, en su nota, vuelve a caer en la transustanciación: “Fue la época de esplendor de los corrales de comedias, como el de la Cruz y el del Príncipe, este aún está presente en las paredes del Teatro Español”. Lo que sería un bien inmueble no inmaterial.

¿Es tan difícil pedir concreción y seriedad?, que las propuestas culturales que se hagan no sean vaguedades. En anuncio de Ayuso podría traducirse, bien formulado, en muchos y buenos hechos, pero también puede ser demasiado extenso como para abarcarlo y no llegar a nada. Quizá no hacen falta nuevas ideas, hay muchas pendientes, incluso encalladas desde hace años. ¿Hablamos de Vicente Aleixandre? Como diría la gran Mayra Gómez Kemp: Nobel de Literatura y residente en Madrid. Miembro de la generación del 27, ¡anda, parte de la Edad de Plata! ¡Anda, otro periodo a proteger! ¿Por qué la Comunidad en lugar de solucionar el asunto de la casa del poeta, la conocida como Velintonia, de protegerla, de recuperarla, de darla a conocer, de crear allí el referente cultural que se viene contando desde hace años, de que sea la casa de la poesía, se añade una tarea etérea como es proteger la Edad de Plata? ¿Proteger qué? ¿Las tertulias entre intelectuales, por ejemplo? Pues por allí, por Velintonia, pasaron Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Federico García Lorca, jugosas charlas las que allí tendrían lugar. Lleva años pendiente.

A veces es difícil distinguir si los anuncios en materia cultural son gigantes o molinos. Podrían dejar de ser ilusiones quijotescas para ser realidades sanchopancescas. ¿Querrá el Gobierno regional sustituir el famoso “Bic naranja escribe fino, Bic cristal escribe normal”, por BIC de oro y BIC de plata? Más que escribir fino o normal, escriben borroso.