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Culo, brg (braga), flda (falda)..., los archivos del propietario de un colegio de Boadilla que perdió su cámara en la calle

La Guardia Civil halló en el domicilio de Antonio Maestu numerosas fotos íntimas de estudiantes y 11.582 imágenes y vídeos con pornografía infantil, según un informe al que ha accedido EL PAÍS

Pederasta colegio Boadilla del Monte
Antonio Maestu, el profesor de Boadilla del Monte investigado por grabar a sus alumnas de primaria, camina junto a su abogada tras declarar en los juzgados de Móstoles, el pasado 10 de octubre.Jaime Villanueva
Fernando Peinado

Era un profesor de lo más extraño. Se lo veía por los pasillos, caminando con una cámara en la mano y, si un alumno o alumna se cruzaba con él, apuntaba con un gesto rápido y le hurtaba una foto, como si fuera un paparazi. Otras veces les pedía que se disfrazaran y ellas, alumnas de 10 y 11 años, llegaban a clase muy maquilladas, vestidas de Marilyn Monroe, Audrey Hepburn o Cleopatra. Se las llevaba a su territorio, el “aula de Antonio”, y posaban para él a solas. Solía grabar una película a final de curso en la que casi siempre incluía una escena de baño en una piscina o un río.

Además, llegaba tarde, solía ser el último en poner las notas y tenía estallidos de cólera que aterrorizaban a sus compañeros y a los menores. Nunca pedía perdón porque él no era un maestro cualquiera. Era Antonio Maestu, uno de los cuatro hermanos propietarios del Virgen de Europa, un colegio privado de 1.400 alumnos en Boadilla del Monte, al noroeste de la ciudad de Madrid, donde empezó a dar clases de Artes Plásticas en los ochenta. A él nadie le rechistaba, cuentan tres fuentes que lo trataron durante años. Pero un buen día, el sábado 19 de junio de 2022, Maestu perdió la cámara en la que guardaba su oscuro secreto.

Una mujer encontró el dispositivo abandonado en la calle, no muy lejos de la vivienda de Maestu, y lo entregó a la Guardia Civil. En un vídeo, se veía en primer plano la cara de un hombre cincuentón, de abundante pelo canoso. Luego, ese individuo se alejaba y salía por la puerta de una sala que parecía un aula de audiovisuales, con una pantalla verde croma de las que se usan en el cine para generar fondos ficticios. Por la puerta, entraron siete niñas que se cambiaron de ropa sin saber que una cámara escondida las grababa.

Los agentes lo identificaron gracias a que, en la grabación, reconocieron en la puerta de un pasillo el escudo del colegio. Diez días después, se presentaron en el colegio durante una reunión de fin de curso de los profesores y se llevaron arrestado al maestro y empresario. Al día siguiente, registraron la vivienda de Maestu y hallaron un arsenal de dispositivos de almacenamiento de datos: discos duros portátiles, DVD, tarjetas de memoria, torres de mesa. Buena parte del material había sido taladrado y no ha podido ser recuperado. Pero la información intacta ha sido examinada por los agentes, que en noviembre finalizaron un informe de 134 páginas para la juez instructora al que ha tenido acceso EL PAÍS. Mientras continúa la investigación, Maestu ha sido apartado del colegio.

Uno de los discos duros taladrados hallados por la Guardia Civil en el domicilio de Antonio Maestu, el exprofesor y exdueño del Colegio Virgen de Europa.
Uno de los discos duros taladrados hallados por la Guardia Civil en el domicilio de Antonio Maestu, el exprofesor y exdueño del Colegio Virgen de Europa.

El documento contiene una muestra representativa de las imágenes halladas, que aparecen en una columna junto a la información del dispositivo en el que se encontraban y las fechas de modificación y último acceso. Las fotos y grabaciones van de las aparentemente inocuas (niños posando sonrientes) a las inquietantes (Maestu mirando muy serio a la cámara mientras sujeta el cuello de un niño como si lo fuera a estrangular o Maestu tirando del pelo de una niña) a las repulsivas (alumnas a las que tomó fotos de sus bragas o de sus nalgas en bikini y otras de menores sin identificar que son penetradas por adultos).

En uno de los discos duros, con capacidad de 60 gigabytes, Maestu guardaba 11.582 archivos con pornografía infantil cuyo origen no se precisa. Al ser una cantidad tan elevada, los agentes seleccionaron una muestra con una veintena de fotos, e informaron a la jueza de que elaborarían un informe complementario exclusivamente en formato PDF con el contenido de ese disco. Ocupa 1.648 páginas.

En otro dispositivo, aparece una carpeta con el nombre de una antigua alumna. Dentro, figuran decenas de fotos íntimas de esta estudiante, entre ellas primeros planos de su entrepierna tomados mientras subía unas escaleras. Algunas de estas fotos las tituló “culo”, “brg” (por braga) o “flda” (falda). Estas fotos fueron tomadas en 2005 y su última fecha de consumo fue en 2013. A veces, la fecha de consulta coincide con días y horas laborables.

El informe también contiene fotos de 13 discos duros que fueron taladrados, junto al número de agujeros en cada uno. Un aparato fue perforado hasta 11 veces. Es imposible saber lo que aparecía en esos dispositivos, pero los agentes presumen que, cada año, Maestu repetía el modus operandi de ocultar la cámara y grabar cómo se cambiaban sus alumnas, al menos desde 2004, el año en el que aparece la evidencia más antigua. “Presuntamente”, dice la Guardia Civil, “habría estado llevando a cabo sus conductas delictivas durante un largo período de tiempo, escogiendo el mismo lugar de los hechos”. En las grabaciones han sido identificadas, además de las siete niñas grabadas en 2022, otras tres posibles víctimas de cursos anteriores.

La Guardia Civil, que concluyó su informe el 2 de noviembre de 2023, valora estas pruebas como delitos de tenencia de producción de pornografía infantil, contra la intimidad y abuso sexual a menor de edad. Fuentes jurídicas creen que la jueza de Móstoles que instruye la causa, Susana González, concluirá pronto su trabajo. El investigado ha declinado hacer declaraciones por medio de su letrada, María Luisa Herrero, que explica que, durante la instrucción, rige el secreto de las actuaciones. “El ámbito para ejercer el derecho de defensa es el procedimiento”, añade.

Familia influyente

El estallido del caso, en octubre de 2022, fue un shock para Boadilla, donde este colegio ha sido una institución muy querida. Antonio Maestu es uno de los cuatro hermanos que heredaron el Virgen de Europa de manos de sus padres, Josefina y Ceferino, quienes se habían instalado en 1968 en esta ciudad dormitorio. Era un negocio próspero, en una urbanización de chalés que crecía, Las Lomas.

Cuando los progenitores dieron el relevo, los hermanos se repartieron las responsabilidades. Enrique se ocupó de la dirección y, los otros hermanos, de distintas áreas de docencia. Antonio empezó a dar clases de dibujo y artes cuando era solo un veinteañero, en los ochenta. La escuela no ha respondido a una pregunta sobre si ostenta titulación.

La influencia de la familia era notable. La matriarca, Josefina Unturbe, alias Fifí, fue premiada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con la Medalla de Oro al Trabajo y el Ayuntamiento de Boadilla la había reconocido con el título de ciudadana del año y el nombre de una rotonda. El hermano director había ascendido en 2018 a lo más alto de Cicae, una patronal de colegios privados de ámbito estatal.

Como presidente, tenía contacto frecuente con el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas. Durante años, fueron frecuentes las visitas de los alcaldes de Boadilla al colegio, entre ellos los populares Antonio González Terol y su sucesor, el actual regidor, Francisco Javier Úbeda Liébana. Cuando Antonio Maestu fue arrestado, su hermano Enrique dimitió de su puesto en Cicae.

Antonio Maestu llevaba muchos años ostentando el cargo de jefe del departamento de Artes Plásticas. Su otra gran responsabilidad era la coordinación de los campamentos en Almarza, en el norte de Soria, donde la familia regenta una casona que acoge alumnos todo el año. Allí también iba él, siempre con su cámara.

Maestu tenía “alumnas favoritas” a las que solía buscar con la excusa de las fotos y los vídeos, dicen las fuentes conocedoras del colegio que han hablado con EL PAÍS bajo condición de anonimato. Con algunos estudiantes era agresivo, pero con ellas se mostraba cariñoso. En el informe de la Guardia Civil, aparecen imágenes de menores sentadas en su regazo. Los agentes recogen el testimonio de una de ellas, que fue identificada en una foto donde aparece una mano tocándole el trasero: “Manifiesta que SÍ. Esa actitud de tocarle el culo era habitual en él”.

Otra rareza de Maestu eran sus invitaciones de amistad en Facebook a los padres de algunas alumnas, un detalle que algunos afectados han visto con retrospectiva como otra prueba de su acoso. Muchos de sus extraños comportamientos son ahora reinterpretados por progenitores que han hablado con EL PAÍS bajo condición de anonimato.

¿Por qué nunca mostraba las películas de fin de curso? Nadie parecía acordarse. Llegaban las notas, las vacaciones y, aparentemente, todos se olvidaban. La Guardia Civil resalta que no han encontrado películas terminadas. Solo escenas sueltas. ¿Y qué hay del papel de su hermano director? ¿No sabía nada? Citado como testigo, se negó a hacer declaraciones. Tampoco ha respondido a una solicitud de entrevista de este periódico.

Una madre se quejó de Maestu ante la tutora de su hija, de 11 años. La pequeña se sentía incómoda con el maestro porque la trataba con desdén. “Con Antonio no podemos hacer nada”, zanjó la tutora. “Siguiente cuestión”.

El territorio de Maestu en el colegio era un espacio reservado al que solo se accedía con una llave que guardaba él. La puerta daba paso a un pequeño pasillo con tres salas: una con ordenadores, otra con la pantalla croma y una tercera con un estudio de radio. Las clases de dibujo no las impartía ahí, sino en un aula común, donde los niños se turnaban a lo largo del año para aparecer disfrazados ante sus compañeros, quienes los dibujaban. Cuando se hacía esta actividad, el maestro ordenaba a los niños que se cambiaran en la zona donde él escondía las cámaras.

Siempre se cambiaban en esa sala, en lugar de los vestuarios o los baños. Nadie lo cuestionaba. Era Antonio, uno de los Maestu. Él señalaba con un dedo a su espacio reservado y de su bolsillo sacaba la llave: “Cambiaros allí”.

¿Tiene más información? Escriba al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com

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Sobre la firma

Fernando Peinado
Es reportero de la sección de Madrid desde 2018. Antes pasó ocho años en Estados Unidos donde trabajó para Univision, BBC, AP y The Miami Herald. Es autor de Trumpistas (Editorial Fuera de Ruta).
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